Liza Minnelli y Putin en África

Para desgracia de mi familia, de pequeña me gustaban los musicales. Cuando echaban alguno en televisión, siempre perdía. Nunca conseguí ver uno entero, así que de mayor me los vi casi todos. El mayor genio, para mí, en dirigir musicales fue Bob Fosse quien en 1972 creó el inigualable Cabaret en el que una Lucy Bowles, Liza Minnelli en estado de gracia, cantaba aquello de money makes the world go around. Cuando veo la situación de África no para de tintinear la música de la canción en mi mente: el dinero hace girar el mundo. Pero qué dinero y quién …

El “Yo” es sagrado: la pedofilia en al Iglesia

Para desgracia de mi familia, de pequeña me gustaban los musicales. Cuando echaban alguno en televisión, siempre perdía. Nunca conseguí ver uno entero, así que de mayor me los vi casi todos. El mayor genio, para mí, en dirigir musicales fue Bob Fosse quien en 1972 creó el inigualable Cabaret en el que una Lucy Bowles, Liza Minnelli en estado de gracia, cantaba aquello de money makes the world go around. Cuando veo la situación de África no para de tintinear la música de la canción en mi mente: el dinero hace girar el mundo. Pero qué dinero y quién lo hace girar. Esas son las preguntas que millones de africanos se hacen a diario cuando ven partir su esperanza hacia una África más equilibrada, más justa, menos explotada.

Leerse Afrotopía del escritor senegalés Felwine Sarr te da la repuesta desde un punto de vista antropológico, político y, sobre todo, económico de una África que ha sido pasto de dos mundos antagónicos ya que la frontera del desierto del Sahara limitó el norte árabe, que a través del Mediterráneo mantuvo contactos con otras civilizaciones, del sur aislado y que fue terreno para la esclavitud, violencia, muerte, explotación, pobreza, destrucción de su cultura y donde no se puede evitar pensar en las consecuencias de esta forma de maltrato humano que se sufre no solo en África actualmente, sino en los descendientes afroamericanos, cuyos antepasados fueron llevados como esclavos a Estados Unidos, y que aún no han superado un racismo que los mata un día tras otro y los condena a pobrezas que deberían avergonzar a la supuesta primera potencia económica del mundo.

Y sí, me imagino a Liza Minelli meneando sus caderas al ritmo de money, money, money, money cuando pienso en África y, sí, también me imagino a un hierático Putin meneando sus caderas acompañando a la Minelli en este cabaret en el que hemos convertido el mundo donde los pueblos de cada país ya no gobiernan ni tienen voz ni voto, sino que los grandes oligopolios utilizan a sus chicos de los recados, no diré sus nombres pero se intuyen, para ejercer una fuerza bruta que cada vez nos aleja más de lo civilizado y nos acerca más a la barbarie, porque entendamos que la guerra de Ucrania es una guerra económica contra un tío Sam que cada día pierde más su músculo económico frente a un gigante asiático que, con ayuda de rémoras, pretenden ser el nuevo imperio que contraataca a lo George Lucas. La geopolítica no entiende de derechos humanos y menos de raciocinios equilibrados; es fuerza bruta y destructiva en estado puro.

Es interesante leerse Afrotopía que el escritor senegalés define como una utopía activa que pretende sacar a la luz los vastos espacios posibles de las realidades africanas y fecundarlos. Añade que, algo que los chinos ya han visto, los economistas estiman que África será el próximo destino de los capitales internacionales, ya que estos se verán allí más ampliamente remunerados que en ningún otro lugar. Una vez más, son los sueños producidos por otros, durante una velada a la que los principales interesados no fueron invitados al sueño colectivo, los que se manifiestan.

África, de nuevo, sufre las consecuencias de los demás. La guerra en Ucrania la condena al hambre porque, aunque salgan barcos con grano retenido de los puertos ucranianos, qué se hace en los meses venideros cuando los campos desolados no se preparan para la siguiente cosecha. ¿Se importarán los cereales rusos? Hay que tener en cuenta que en África más de un tercio de todo el grano que llega a las mesas africanas proviene de Rusia y Ucrania. Ambos países suministran el 29% del trigo, el 24% de la cebada y el 15% del maíz del mundo; también el 69% del aceite de girasol y el 18% del potasio (mineral utilizado en la elaboración de fertilizantes). En África es esencial el trigo y se añade el agravante de que la mitad del consumo en suelo africano proviene de Rusia, un 40%, y un 10% de Ucrania. Con bloqueos en los puertos del Mar Negro, ahora levemente solventados, campos desolados por la guerra, sanciones económicas a Rusia qué futuro le espera para 25 de los 55 estados africanos que compran trigo a ambos mercados. Únase a eso las sequías que ya asolan a África, la explosión demográfica y una elevación de precios de los bienes esenciales que llevará a millones de personas al hambre. Me imagino el gran temor de todos los presidentes europeos ante las avalanchas de migrantes que buscarán una vida mejor en Europa. Pero también miremos la gran hipocresía de este mundo, supuestamente rico y civilizado, que en apenas un mes movilizó más de 16.000 millones de dólares para la guerra de Ucrania y que como dice el director de Oxfam Intermón, Franc Cortada: la gente muere de hambre no porque en el mundo falte comida o dinero, sino por una absoluta falta de voluntad política.

Ahora que el grano de Ucrania sale con cuentagotas de los puertos, cantidad simbólica e irrisoria, no así el gas deben de pensar los alemanes y demás países del norte que antes fueron colonizadores de África y ahora, por ironías del destino, son ellos los esclavos de Putin (qué diría Leopoldo de Bélgica ante semejante ignominia después de las atrocidades que cometió en lo que sería el actual Congo), asistimos a un juego maquiavélico donde de nuevo África sale perdedora.

Cerraré este artículo como lo empecé con la genial Liza Minelli porque en Cabaret cantaba aquello de Maybe this time. Otra canción que emociona oírla en la voz de la hija de Judy Garland y Vincent Minelli, porque esperemos que África sea una Lady peaceful, Lady happy que nunca le han dejado ser. La letra de esta canción bien podría ser el cantico que los más de mil millones de africanos entonasen ante un futuro de cambios climáticos, cosechas escasas, explosión demográfica, radicalismos políticos y religiosos.

Maybe this time, I´ll be lucky. Maybe this time, he´ll stay. Maybe this time, for the first time, love won´t hurry away. He will hold me fast, I´ll home at last. Not a loser anymore. Like the last time and the time before. Everybody loves a winner, so nobody loved me. Lady Peaceful, Lady Happy. That´s what I long to be. Well, all the odds are, they are in my favor. Something´s bound to begin. It´s gotta happen, happen sometime. Maybe this time, I´ll win, cause everybody, oh, they ´love a winner so nobody loved me. Lady Peaceful, Lady Happy. That´s what I long to be. Well, all the odds are, they are in my favor. Something´s bound to begin. It´s gotta happen, happen sometime. Maybe this time. Maybe this time, I´ll win.

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