Leo Bassi, actor polifacético y provocador, que se autodenomina ante todo un bufón, presenta desde el viernes 8 al domingo 17 de octubre en el Teatro Arbolé de Zaragoza “Yo, Mussolini”. En esta obra se mete en la piel del dictador italiano Benito Mussolini para "poder reflexionar sobre el verdadero fascismo y la manipulación política", afirma. Es provocadora y divertida, pensada para generar optimismo y dar al público que sale del teatro ganas de resistir, o mejor: ¡risistir! con inteligencia a la intolerancia. Mezclando el chiste y la provocación, propone la risa y el pensamiento positivo como antídoto contra el fascismo.
"El auge de la vieja ideología fascista en el día de hoy, en muchos países, es un desafío directo a mi alma de Bufón irreverente. Sentí una necesidad visceral de buscar las contradicciones en su retórica y divertirme con las consecuencias", así fue cómo surgió la idea de encarnar el personaje más emblemático del fascismo: Benito Mussolini, explica Bassi. "Sinceramente, hace ya años que deseaba secretamente ser 'Il Duce'. Compartíamos tanto una cierta similitud física como un auténtico talento innato para el histrionismo. Sin embargo, cuando me puse el uniforme y las botas, fue mágico", afirma.
El actor italiano, afincado en Barcelona, reconoce que se sintió "totalmente a gusto" e inmediatamente "anhelaba gobernar un imperio y tener una multitud en delirio con cada uno de mis discursos". "Pasé días mirando decenas de vídeos de sus mítines, buscando la menor de sus idiosincrasias para calarme en el papel pero, con el tiempo, esta dimensión teatral acabó en segundo plano. Entonces, empezé en fijarme de las circunstancias de sus discursos, de la gente que estaba a su lado en los balcones, mientras arengaba las masas. Del papel de la Iglesia, de los grandes industriales, de los publicistas, de los artistas de talento que trabajaban la nueva estética fascista, quienes fomentaron el apoyo masivo del pueblo italiano", recuerda Bassi.
"Esta idea de que Mussolini era solo un payaso, una diversión sin importancia en el flujo de la historia, era un concepto demasiado fácil. Mussolini y su partido fascista, igual como los nazis de su alumno pródigo Hitler en Alemania, fueron creados integralmente por una élite que tenía una tarea muy definida: impedir la contaminación de las clases obreras europeas y EEUU por la onda revolucionaria bolchevita. El cinismo de este poder fue sin límites y consiguieron evadir sus responsabilidades después de la catástrofe de la segunda guerra mundial, fabricando el mito de que toda la culpa era de líderes malvados y locos", continúa el artista.
"Intuí que narrar esta historia era más importante que las gesticulaciones y las caras de Mussolini en sus discursos", subraya Bassi que con el tiempo "fui adentrándome en la narración, y descubrí una cantidad impresionante de información hoy en día olvidada o voluntariamente ocultada acerca del caudillo italiano". Entre otras cosas, el actor recuerda que Mussolini fue nombrado 'Man of the year' en 1936 por la revista estadounidense Time, que fue amigo íntimo de Walt Disney, que durante unos años contó "con el apoyo entusiasta de Churchill" o que hasta 1938 ayudó a la creación del Estado de Israel.
"Tales hallazgos no hicieron más que aumentar mi voluntad de superar el lado anecdótico del personaje y tocar el verdadero fascismo", sentencia Bassi para indicar que 'Yo, Mussolini' es "una obra muy completa y puede tocar el público profundamente". "Quizás el punto más importante es mostrar cómo el fascismo fue concebido por el Poder como medio de manipulación de la opinión pública, utilizando el miedo como arma. Desde los uniformes militares, el insulto como lenguaje, la glorificación de la ignorancia o la amenaza de la violencia física, nada es fruto del azar: Hay una estrategia atrás creada para asustar y, así, dominar", advierte.