La Trama: ¿quién sujeta el saco?

Es tan ladrón quien mete la mano para robar como quien le sujeta el saco, pero ninguno de los dos delincuentes descubrirá al otro, al menos que su propio trasero corra un peligro que no esté dispuesto a pagar. Don Corleone ya lo explicaba en El Padrino, y el Partido Popular, dispuesto a demostrar que la realidad supera siempre la ficción, vive en las últimas semanas inmerso en tal ciénaga de corrupción política que están en juego hasta los propios cimientos del Estado de derecho. Los ciudadanos de este país parecen estar condenados a que el partido más corrupto de …

Sede del PP en Madrid. Foto: Luis García (CC BY-SA 3.0)

Es tan ladrón quien mete la mano para robar como quien le sujeta el saco, pero ninguno de los dos delincuentes descubrirá al otro, al menos que su propio trasero corra un peligro que no esté dispuesto a pagar.

Don Corleone ya lo explicaba en El Padrino, y el Partido Popular, dispuesto a demostrar que la realidad supera siempre la ficción, vive en las últimas semanas inmerso en tal ciénaga de corrupción política que están en juego hasta los propios cimientos del Estado de derecho.

Los ciudadanos de este país parecen estar condenados a que el partido más corrupto de Europa siga gobernando sus destinos, mientras saquea las instituciones, recibe sobres de empresarios amigos con los que acudir dopado a las elecciones, pone en Anticorrupción al juez Moix -el más "cojonudo" según Zaplana e Ignacio González- y responde con insultos y descalificaciones a quien trate de evidenciar el nido de tramas corruptas que ha ido construyendo el partido en el Gobierno.

Del mismo modo que un plato es un plato y un vaso es un vaso, Rajoy es consciente de que los españoles, muy españoles y mucho españoles, saben ya que su partido huele hace días a podrido.

Gracias a la moción de censura a Rajoy que se debatirá este martes, podremos empezar a cambiar el "tiempos difíciles para los soñadores" de Amélie por el "tiempo de la esperanza" para retratar y doblegar a los saqueadores, mangantes y timadores. Tiempo para volver a las plazas a denunciar al partido de la corrupción, y finalmente poder echarlo de las instituciones. Las horas están contadas para esa formación que ya ni siquiera es un partido político con algunos delincuentes en nómina; es una banda criminal digna de la Camorra en la que de vez en cuando alguno se dedica a hacer política.

La cara de la corrupción tiene muchos nombres de pila, no sólo afecta al PP. Pero cuando dentro de un mismo partido hay más de ochocientos imputados, presuntos corruptos o estafadores, ese partido es una organización criminal en sí misma. A buen seguro quedará en sus filas algún caso de político honesto, aunque el argumentario le obligue a defender a sus líderes como parte de su propia "famiglia" y a hablar de Venezuela; incluso habrá alguno que se avergüence de formar parte de este colectivo de "casos aislados", y acabe huyendo incapaz de soportar más inmoralidad.

Pero no es suficiente. Estamos en las instituciones para ​devolverlas a quienes luchan por los derechos básicos y universales, o a quienes protegen la sanidad, la educación, los servicios sociales, y para  erradicar a quienes no tienen otro fin más que la estafa o el lucro propio. Por eso, pese al ruido y los insultos vergonzosos que recibimos a diario del PP y sus voceros, no vamos a callar ni a dejar de trabajar hasta devolver la honestidad y la dignidad a esas instituciones que nos han dejado de representar.

Es más que posible que no se apruebe la moción de censura al partido más corrupto de Europa, y será gracias a la colaboración vergonzosa de PSOE y Ciudadanos, socios en la sombra del PP de la Gran Coalición. En esta gravísima situación,​ todo lo que sea no apostar por echar al partido de la mafia del Gobierno de nuestro país significa ser cómplice del PP, de sus políticas, significa convertirse en quien sujeta el saco. Un saco cargado de lingotes de oro, de operaciones en Suiza, de sobres, de mordidas... de una Trama que, gracias a la indignación ciudadana y una alternativa real de cambio, empieza a tener los días contados.

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