La tensión de cada día: la vida de las porteadoras en la frontera de Melilla

El 25 de septiembre de 2017 se produjeron altercados en la frontera melillense de Beni Ensar. La Policía española cargó con sus porras contra porteadoras y porteadores. Ésta es una de las fronteras más tensas entre el Estado Español y Marruecos. Un lugar en el que se mezclan el comercio atípico, el paso a pie, el paso de asilados y el tránsito de vehículos.

Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

El de Beni Ensar es uno de los cuatro pasos fronterizos de Melilla; el más cercano al mar. Junto con el Tarajal de Ceuta es uno de los pasos entre países más transitado de toda África. A diferencia del paso del Barrio Chino de Melilla -también superpoblado- el de Beni Ensar está abierto tanto a coches, como a personas, como a mercancías y tiene una oficina de asilo a la que recurren personas que huyen de sus casas por guerras o persecución política o sexual. Es esta frontera, según una fuente periodística de Melilla, la frontera en la que mayor diferencia de renta per cápita hay entre países. Más alta que entre México y Estados Unidos o que entre Turquía y Grecia.

Todas las mañanas, en el paso de Beni Ensar, se viven momentos de verdadera tensión. El motivo, en gran parte: el “comercio atípico”. Esta actividad que comúnmente se conoce como porteo y que en gran medida llevan a cabo mujeres, mediatiza la vida fronteriza. Consiste en cargar con fardos enormes llenos de mantas, ropa usada u otros productos en menor medida como tabaco o alcohol comprados en las naves que hay a escasos metros de la frontera melillense, para pasarlos a Marruecos donde serán revendidos a un precio mayor. Grandes barcos atracan en el puerto de Melilla, donde los impuestos son más laxos, y luego las mercancías cruzan por la frontera a pie.

Los fardos pueden llegar a pesar 90 kilos y las porteadoras son en muchos casos mujeres que rozan los 60 años. Mujeres y hombres con pasaporte de la región de Nador, al norte de Marruecos, que tienen derecho a pasar a Melilla y regresar a su país sin necesidad de visados son quienes se dedican a este trabajo. Es aprovechando esa salvedad legal, el motivo por el cual las porteadoras van al Estado español para cargar el máximo de mercancías posibles y regresan a Marruecos para venderlas a mayoristas o por su propia cuenta. Un trabajo deslomador que requiere, para realizarse con éxito económico, pasar el máximo número de veces la frontera.

Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)
Porteadoras y porteadores cargando bultos muy pesados hacen cola y esperan para pasar por el paso de Beni Ensar. Cada día miles de personas cruzan 3 ó 4 veces la frontera para ganar algún dinero. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)
Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)
Porteadoras y porteadores cargando bultos muy pesados hacen cola y esperan para pasar por el paso de Beni Ensar. Cada día miles de personas cruzan 3 ó 4 veces la frontera para ganar algún dinero. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

Aunque Beni Ensar está abierto a personas y coches -todo el año las 24 horas del día- el tránsito de mercancías solo puede efectuarse de lunes a jueves de 7 a 11 de la mañana. “Cada día pueden llegar a cruzar la frontera 8.000 personas con fardos a las espaldas y realizarse un total de 30.000 pasos”, afirma Juan Carlos Guerrero Vaquero, que ostenta el puesto de responsable de prensa de la Jefatura de Policía de Melilla y cuya tarea es, entre otras, llevar de visita a Beni Ensar a los medios de comunicación.

En junio de 2017, el horario de comercio en la frontera de Beni Ensar fue reducido del 80% al 50%. Según un informe del centro para la defensa de los derechos humanos, en Irídia el horario de porteo era en abril de 2017 muy superior al actual. Las mercancías circulaban de 6 de la mañana a 2 del mediodía. Apunta el diario 'El Faro de Melilla' que ese desplome en las horas de comercio atípico se debe al centro comercial que se está construyendo cerca de Beni Ensar y que albergará marcas como Zara. Un comerciante que regenta una nave cerca del paso fronterizo afirma refiriéndose a él mismo que “con la crisis primero se cargaron a los pobres y ahora van a por los pequeños empresarios... sólo quieren quedar los más ricos”.

Con esas 4 horas tienen que jugar las porteadoras para hacerse un sueldo. Algo difícil teniendo en cuenta que por cada fardo cobran entre 3 y 5 euros.

El funcionamiento del porteo es sencillo a la par que complejo. En Marruecos, las porteadoras pagan una mordida a la policía para poder ejercer su trabajo. Es en la parte española de la frontera donde tienen más problemas para poder moverse libremente. “Para evitar las avalanchas, la policía gestiona de forma estricta la entrada de esta gente en suelo español”, dice Guerrero. En la práctica eso significa un recto sistema de entrada en el que se dejan pasar a las personas de forma escalonada. “Primero pasan las mujeres, y luego poco a poco van pasando los hombres”, añade el policía. En suelo español, en lo que parecería un circuito para ganado hecho de vallas metálicas, se comprueban los pasaportes de todos las personas que se dedican a este oficio. Deben acreditar que son residentes en la región de Nador. Superado el trámite ya pueden ir a buscar la mercancía.

Paso fronterizo de Beni Ensar. Parte marroquí de la frontera vista desde el lado del Estado español. En el lado marroquí de la frontera la policía no organiza colas para pasar lo que ocasiona que haya grandes aglomeraciones y se ralentice el tránsito. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)
Paso fronterizo de Beni Ensar. Parte marroquí de la frontera vista desde el lado del Estado español. En el lado marroquí de la frontera la policía no organiza colas para pasar lo que ocasiona que haya grandes aglomeraciones y se ralentice el tránsito. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

Una vez que las porteadoras han recogido los fardos -normalmente preparados en alguna de las naves de la parte española de Beni Ensar- tienen que volver a pasar la frontera. “Si pasaran por el paso reservado a los que cruzan a pie sin bultos esto sería un caos. Es por eso por lo que dos policías distribuyen en dos colas a las personas que van a pie y a las que van con fardos”, explica Guerrero. Una vez en la nueva cola, la policía española deja regresar a Marruecos, de pocos en pocos, a los porteadores y las porteadoras. “No saben mantener las colas”, dice el policía que atiende a la prensa, “es por eso que hay situaciones de tensión, sin embargo, en el lado español, el sistema funciona a la perfección, es por culpa de la parte marroquí que tenemos avalanchas”, concluye. Según la policía, si las autoridades marroquís hiciesen un control más estricto de las porteadoras, no se vivirían situaciones descontroladas en suelo español.

Durante todo el recorrido se pueden ver hombres sin fardos a las espaldas que organizan a la muchedumbre. No son policías de Marruecos ni del Estado español, pero mandan mucho. Se trata de los que en tono despectivo se conocen como Chipi Changas, algo así como colaboradores, y que el fotoperiodista José Colon retrató usando la violencia para contener el desorden humano que el porteo genera.

Son las 11 de la mañana ya pasadas del día 25 de septiembre en la frontera de Beni Esnar, en Melilla. Una larga cola de personas con enormes bultos espera poder regresar a Marruecos. Se empieza a generar un murmullo. Las porteadoras saben que, si no consiguen pasar ahora, hoy dejarán de cobrar un fardo más. Algunas personas intentan saltarse la cola que ha organizado la policía y en menos de 30 segundos medio centenar de personas corren con enormes bultos a la espalda hacia la puerta de salida española. Se genera un pequeño caos. Los policías españoles para intentar reconducir la situación cargan contra las porteadoras. Golpes de porra, gritos y empujones para que la cola vuelva a la normalidad. Finalmente, ante el descontrol, la policía decide cerrar la frontera. Sería algo así: si no os portáis bien, estáis castigados.

Guerrero afirma que esta situación de carga policial y descontrol es atípica. “Con todo el tema de Catalunya, los antidisturbios de la UIP están en Barcelona y tenemos que cubrir su tarea con efectivos de la Policía nacional de Melilla”. Sin embargo, añade, “normalmente esto funciona perfectamente porque los propios porteadores son inteligentes y saben que si llevan una cola ordenada van a poder ganar más dinero”. Guerrero dice que nunca hay porrazos ni violencia y que hoy ha sido un caso excepcional. “En cinco años no había visto nada igual... no quiero que os llevéis una idea equivocada”, concluye el policía. Su versión es corroborada por otros policías de frontera y por un hombre que regenta una nave: “Con la UIP todo va mejor”. En la ciudad, una activista y el dueño de un pequeño colmado cercanoa la frontera afirman que eso es totalmente falso. “Yo he visto como un UIP tiraba a un hombre de una silla de ruedas de un guantazo”, comenta el comerciante. Por su parte la activista afirma que “hay pruebas documentales de que el trato normal de la policía hacia las porteadoras es extremadamente violento”.

No se sabe si la violencia física es diaria. Lo que queda claro es que cada día se vive en Beni Ensar una pequeña guerra. El trasfondo de todo ello es la diferencia económica y social que se vive a un lado y otro de la frontera. Mientras en el Estado español la Renta per Cápita es de 26.000 euros anuales, en el Reino de Marruecos apenas llega a los 3.000 dólares. Una delgada línea supone dos mundos.

La policía cortó el paso de vehículos por la frontera. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)
La policía cortó el paso de vehículos por la frontera. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

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