La Red Aragonesa de Inclusión pone el foco en el derecho a la salud de las personas menores

El Centro Joaquín Roncal de Zaragoza acogió una jornada técnica dedicada a la atención sociosanitaria en materia de salud mental para los niños, niñas y adolescentes en el territorio aragonés. Allí se dieron a conocer interesantes experiencias que algunas organizaciones ya están poniendo en práctica.

Foto: Red Aragonesa de Inclusión

Este martes se conmemoró en todo el mundo el Día Internacional de los Derechos de la Infancia. Casi un tercio de las 52 organizaciones que forman parte de la Red Aragonesa de Entidades Sociales para la Inclusión trabajan con menores. La salvaguarda de los derechos de la infancia es una de sus misiones, lo cual incluye también la protección del derecho a la salud, uno de los principios más importantes que recoge Convención sobre los Derechos del Niño, que fue aprobada en 1989 y ratificada en su día por el Estado español.

Un reto que muchas de estas organizaciones de la Red Aragonesa comparten es la mejora de la atención sociosantaria a niños, niñas y adolescentes en el área de la salud mental. Con el objetivo de seguir avanzando en esta materia, la Red organizó, en el Centro Joaquín Roncal CAI-ASC de Zaragoza, la jornada técnica Salud mental: infancia y juventud en Aragón.

El aforo, de 130 personas, estaba completo desde hace una semana, lo cual permite hacerse una idea de cuánto inquieta este asunto a los técnicos, técnicas y profesionales de las entidades sociales aragonesas. Algunos de los mayores expertos y expertas en salud mental infantojuvenil de Aragón analizaron el estado actual de la atención sociosanitaria a este colectivo en el territorio. Asimismo se dieron a conocer interesantes experiencias que algunas organizaciones ya están poniendo en práctica.

Francisco Javier Aribau, gerente de la Fundación El Tranvía y vicepresidente de la Red Aragonesa, abrió la jornada utilizando como ejemplo uno de los derechos que consagra la Convención, el que hace referencia a tener "un nombre y una nacionalidad".

“Cuando se reconoce la existencia de un derecho, eso significa que existe también una vulneración del mismo. La necesidad de garantizar que un niño tenga algo tan básico como un nombre y una nacionalidad nos ayuda a comprender cuál es el estado actual de los derechos de la infancia. Se trata de un colectivo muy frágil, que requiere de una especial protección", explicó.

La primera ponencia corrió a cargo del profesor de la Universidad de Zaragoza, Pedro Manuel Ruiz Lázaro, jefe de sección de Psiquiatría Infantojuvenil del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza.

Ruiz Lázaro aseguró que la salud mental es “el pariente pobre de la sanidad aragonesa”, e hizo referencia la “mini red” asistencial con la que cuenta el territorio, en comparación con otros territorios del Estado español.

Sin embargo, destacó también los avances logrados en los últimos años, como la reducción de las listas de espera de casi un año a poco más de un mes, "si bien hoy día está habiendo repuntes". El doctor considera que el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es una de las mayores preocupaciones de las familias aragonesas en cuanto al bienestar mental de sus hijos e hijas.

Reclamó de igual forma una mayor coordinación de los recursos de salud mental con los servicios sociales y apostó por la creación de la figura del enfermero o enfermera escolar en los colegios públicos y concertados “ya que mejoraría la salud en los centros, y no solo en el área de la salud mental”.

A continuación, se celebró una mesa de experiencias. Una de sus protagonistas ha sido Séfora Ene, psicóloga sanitaria y experta en terapia de aceptación y compromiso y mindfulness en infancia y adolescencia, que trabaja para la Asociación de Trastornos Depresivos de Aragón (AFDA). Ene aseguró que “la mejor forma de intervención es la prevención”, y puso como ejemplo el programa 'Crecer' que AFDA lleva a las aulas aragonesas, con intervenciones en grupo.

Advertió, además, contra los “mensajes invalidantes”, que contradicen lo que el niño o la niña siente; por ejemplo, decirle a un niño o niña triste que no llore puede llevarle a reprimir sus sentimientos, y esto puede acabar derivando en que el día que el menor tenga verdaderos problemas, estos queden ocultos a ojos de las personas adultas de su entorno.

Séfora Ene compartió mesa con Patricia Trigo, psicóloga sanitaria, neuropsicóloga y psicoterapeuta familiar que trabaja en la Fundación Adcara. Trigo centró buena parte de su exposición en “la emoción expresada como una herramienta de trabajo en la terapia familiar”, entendiendo como “emoción expresada” los adjetivos con los que los y las familiares se refieren al menor enfermo. Estos pueden convertirse en factores protectores o pueden acabar resultando en todo lo contrario.

Tanto Trigo como Ene mencionaron los videojuegos o los superhéroes como herramientas que ayudan a entablar comunicación con el paciente infantil y a captar su atención, haciendo hincapié en que los y las profesionales tienen que hablar su mismo idioma. “Yo a menudo empiezo las sesiones tumbándome en el suelo a jugar con ellos”, señaló Séfora Ene.

Cerró la jornada Raúl Gutiérrez, psicólogo de la Fundación para la Atención Integral del Menor (FAIM), con la ponencia 'Algunas ideas para un tratamiento relacional en la salud mental'. Gutiérrez recordó que, cuando se habla de salud mental, tendemos a pensar solamente en los y las psicólogas y los y las psiquiatras, “pero la importancia está en los equipos que les atienden día a día”, como educadores y educadoras o auxiliares, “y en la relación que establecen con los pacientes y sus familias”.

En esta línea, advirtió que tan importante como explorar el historial clínico del enfermo o enferma es también indagar “en su historia”, esto es, conocer sus circunstancias personales y relacionales para poder tratar sus problemas de la manera más personalizada posible. De ahí la importancia de los tratamientos relacionales.

Raúl Gutiérrez incidió en la importancia de las relaciones personales en los procesos de atención sociosanitaria a los y las pacientes de salud mental, y puso como ejemplo una experiencia piloto que conoció en Bilbo, donde un grupo de personas con esquizofrenia convive en un piso tutelado. “La relación entre ellos puede que sea lo más saludable que tienen en sus vidas”.

Avisan a la entidad que les atiende cuando uno de ellos o ellas entra en crisis, se equilibran los unos a los otros y se cuidan mutuamente. Para Gutiérrez, los y las profesionales deben ser conscientes de la importancia de las relaciones personales y del conocimiento del o de la paciente en estos procesos de intervención.

El psicólogo de FAIM hizo referencia a las crisis de salud mental en los y las adolescentes, que están relacionadas con la “angustia del crecimiento” ya que, en esta etapa crucial de la vida, las personas jóvenes deben “elaborar la pérdida” de la niñez y “adquirir lo nuevo”, el paso a la etapa adulta, y todo ello de forma simultánea.

Por eso recomendó "mucha sensibilidad" a los y las profesionales para no trasladar sus propios problemas a los y las adolescentes, y recordó que “no se trata de curar las crisis, sino de acompañar para que el adolescente acabe sacándoles todo el provecho posible”.

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