La música como modo de integración

‘Música Nómada’ es un proyecto documental, fotográfico y audiovisual de María Torres Solanot centrado en la música desde un punto de vista social, sobre todo como poder comunicativo de integración y difuminador de barreras culturales

La fotoperiodista y documentalista Maria Torres Solanot, en Zaragoza, febrero 2017 Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

Expresar con palabras los sentimientos que provoca la música resulta complicado. Parece más conveniente dejarse envolver y fluir con ella. Es por eso, que las emociones que despierta este arte se convierten en la mejor explicación que se puede dar sobre qué es la música.

María Torres Solanot posee una dilatada carrera en el mundo de la fotografía repleta de numerosos proyectos. Actualmente embarcada en ‘Música Nómada’, esta fotoperiodista zaragozana utiliza la música como eje fundamental de su nuevo proyecto, y retrata así la “interculturalidad” de la mano de diversos músicos procedentes de distintas partes del mundo.

Con ello, pretende “resaltar el poder comunicativo de la música como lenguaje universal y la capacidad que tiene para derribar fronteras territoriales y barreras culturales”. Toda una declaración de intereses. Quedamos con Solanot para charrar con ella y que nos cuente el fondo y la forma de ‘Música Nómada’.

Explícanos en qué consiste tu nuevo proyecto, ‘Música Nómada’

‘Música Nómada’ es un proyecto documental, fotográfico y audiovisual centrado en la música desde un punto de vista social, sobre todo como poder comunicativo de integración y difuminador de barreras culturales.

Por una parte representa una identidad pero por otra, nos acerca comunicativamente a la otra persona porque es un lenguaje que entiende todo el mundo. Cualquier persona que se encuentre en la otra parte del globo, en una cultura muy diferente a la suya, al sonar una canción o cualquier melodía reacciona de una manera instantánea, porque la música tiene ese poder.

¿Cómo surge este proyecto?

Es una elección motivada por mi proyecto anterior, algo que suele ocurrir en mi trayectoria. Cuando elijo un tema ya no es sólo desde un punto de vista profesional sino que me involucro personalmente. Son temas con un componente humano muy fuerte y por lo tanto siempre me han afectado de un modo personal.

Después de más de un año de tratar el tema de las personas refugiadas, en Lesbos (Grecia) y en Hungría, más todo lo que he trabajado con el tema de la integración en Zaragoza, ya no sólo desde el punto de vista de campo, sino que luego cuando difundes y vuelves a hablar de lo que has hecho vuelves a revivirlo. Lo tienes constante y presente ya no sólo como trabajo, sino que estás 24 horas al día con el chip de todo lo que has vivido porque es un trabajo, pero sobre todo te toca personalmente.

Muchos fotógrafos también lo comentan. Después de hacer un trabajo y ver que por parte de Europa no se hace absolutamente nada, te da un bajón, te preguntas hasta qué punto sirve lo que hacemos. Lo que sí hemos conseguido con la difusión es que muchas personas civiles se involucren, realicen proyectos, sensibilización, voluntariado, etc.

¿Por qué has elegido la música como base fundamental de este proyecto?

Elegí la música como modo de integración, ya no sólo con personas refugiadas. En el proyecto incluyo a cualquier persona que se haya movido de su zona de origen. También me interesan las personas que sean de Zaragoza y se hayan movido durante un tiempo por otros sitios y se hayan integrado en otras culturas.

Por ejemplo Mariano Conget, un músico guitarrista de Jazz que se fue más de diez años a Nueva York y estuvo principalmente con músicos afroamericanos y también le ha tocado vivir ese momento.

Al igual que el músico Kase.O, que ha estado cuatro años en Colombia para empaparse de otra cultura. Todo eso ha sido muy enriquecedor para él y su nuevo trabajo. Todas esas experiencias vitales con las que se pueda contar y transmitir me interesan, y por supuesto, al mismo tiempo hablar de toda esa música.

¿Cuáles son las historias que más te han llamado la atención durante estos tres primeros meses de andadura con ‘Música Nómada’?

Me llamó especialmente la atención un chico palestino cristiano que tocaba la gaita escocesa al que conocí en la Casa Palestina, su nombre Ramzi Lama. Me contó que en Palestina tocan la gaita influenciados por los escoceses, que también la tocaban de un modo reivindicativo en su tierra, eso lo habían aprendido de ellos, ya que los palestinos cristianos se encuentran en la misma situación de opresión que los musulmanes.

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Artículo de Sergio Gracia Solanas publicado en el número 0 del mensual en papel de El Salto.

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