La lucha contra la dictadura brasileña a través del fútbol

LA DIRECTA | Marc Font | La democracia corinthiana fue un movimiento de autogestión horizontal dentro de un club que sirvió de altavoz y de apoyo a la lucha por la recuperación de las libertades al país. Sócrates, uno de los grandes jugadores de la época, era el máximo emblema. Este es el cuarto artículo de la Directa de una serie de historias de los mundiales que muestran la relación entre la política y el fútbol. Las dictaduras militares eran muy habituales en la América Latina de 1981. Hasta once países –entre los cuales Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y …

Socrates of Brazil
Sócrates con la camiseta de la selección brasileña en el Mundial de México 86.

LA DIRECTA | Marc Font | La democracia corinthiana fue un movimiento de autogestión horizontal dentro de un club que sirvió de altavoz y de apoyo a la lucha por la recuperación de las libertades al país. Sócrates, uno de los grandes jugadores de la época, era el máximo emblema. Este es el cuarto artículo de la Directa de una serie de historias de los mundiales que muestran la relación entre la política y el fútbol.

Las dictaduras militares eran muy habituales en la América Latina de 1981. Hasta once países –entre los cuales Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay– estaban sometidos. Joao Baptista de Oliveira Figueiredo acumulaba entonces dos años como presidente de un Brasil donde las demandas de mayor libertad crecían entre una población sometida a la tiranía desde el 1964. Con la idea que ejerciera de opio del pueblo, el régimen aumentó la dosis de fútbol incrementando el número de equipos participantes a la liga nacional. El que no se imaginaba el gobierno militar es que el fútbol acontecería uno de los altavoces más importantes en la lucha por la democracia.

La historia arranca el mismo 1981 en el Corinthians de Sao Paulo, uno de los grandes equipos del Brasil –suma más de veinticinco millones de seguidoras y es el segundo más popular del país, detrás del Flamengo-. A final de año, después de una pésima temporada tanto en el campeonato nacional como al paulista –el más importantes torneo regional–, Waldemar Pires se convirtió en el presidente del Timao –el nombre popular del club– y nombró al sociólogo Atilson Monteiro Alves director de fútbol.

Con el apoyo de un grupo de jugadores muy politizados, como Sócrates, uno de los mejores jugadores brasileños de la época, Wladimir, Casagrande o Biro Biro, Monteiro Alves acuerda que todas las decisiones del club se tomen por consenso con todos los estamentos, reduciendo el poder de los directivos y aumentando lo de los jugadores y trabajadores. Así, el voto del jardinero o el encargado de material pasó a valer tanto como el de un directivo. Todo pasó a hablarse y los debates iban más allá de cuestiones estrictamente deportivas y llegaban también a la realidad política y social del Brasil.

Progresivamente, los jugadores, liderados por Sócrates y Wladimir, ganaron peso y determinaron el horario, el método y la intensidad de los entrenamientos, la fecha y medio de transporte para los partidos fuera de casa, la dieta, la necesidad o no de concentrarse antes de los partidos, los fichajes y, incluso, el entrenador. La autogestión horizontal se convirtió en el emblema del Corinthians, que durante un tiempo fue una burbuja de libertad dentro de la dictadura brasileña. Definido como “democracia corinthiana” por el periodista deportivo Juca Kfouri y el publicista Washington Olivetto –vicepresidente de marketing del club–, el movimiento recibió el apoyo masivo de intelectuales y luchadores contra la dictadura, como los cantantes Rita Lee y Jorge Ben, el arquitecto Oscar Niemeyer y el sindicalista y dirigente del Partido de los Trabajadores (PT) Lula da Silva, presidente del país entre 2003 y 2011 y forofo del Timao.

Sócrates, capitán del Brasil al Mundial de 1982 y titular también con la selección en el de México de 1986, resumía en una entrevista el inicio de la democracia corinthiana: “Abolimos el proceso que existía al fútbol, donde los dirigentes impedían que los jugadores se hicieran adultos. Al principio hubo ansiedad entre mis compañeros, que no estaban acostumbrados a expresarse, a decidir. Pero aprendieron y se prepararon para afrontar su profesión y su vida”. La gestión autoritaria, dictatorial, del Corinthians había saltado por los aires, en un adelanto del que sucedería pocos años después en el país.

Mensajes políticos

La presión popular forzó el régimen presidido por Joao Bautista de Oliveira a convocar elecciones para escoger los gobernadores estatales, en 1982. Los jugadores del Corinthians se implicaron y lucieron el lema “Día 15, vote” en la camiseta, para animar la población a concurrir a las urnas el 15 de noviembre. En Sao Paulo, como Río de Janeiro, la oposición democrática se impuso. Aquel año, el Corinthians ganó el campeonato paulista –luciendo la palabra “democracia” en la camiseta– y estuvo a punto de conseguir el título nacional. El 1983 había el temor que una derrota a la final del torneo paulista significara el fin de la democracia corinthiana, y esto llevó a los jugadores a salir al terreno con el lema: “Ganar o perder, pero siempre con democracia”. Finalmente, el Timao se impuso al Sao Paulo, gracias a un gol de Sócrates.

En el mismo 1983, un senador emprendió la campaña “Directas ya”, para exigir la elección directa del presidente brasileño, con el voto de la ciudadanía y sin la tutela militar. Lógicamente, la plantilla del Corinthians no se quedó al margen y, por iniciativa del publicitario Washington Olivetto, lucieron los mensajes “Directa ya” y “yo quiero votar al presidente” en sus camisetas. El 16 de abril de 1984 más de un millón de personas se manifestaron en Sao Paulo para exigir la elección directa de la cabeza de estado. La propuesta se tenía que votar en el congreso nuevo días más tarde, y Sócrates aprovechó la ocasión para proclamar que renunciaría a jugar en Italia –estaba comprometido para fichar con la Fiorentina– si la iniciativa salía adelante.

El 25 de abril, el Congreso declinó aceptar la elección directa del presidente y, poco después, Sócrates dejaba el fútbol brasileño para ir al potente calcio italiano, etapa que aprovechó para leer a Gramsci en lengua original y estudiar la historia del movimiento obrero, según afirmó él mismo. Era el inicio del final de la democracia corinthiana. Otros emblemas del movimiento también dejaron el club la misma época, como Casagrande (1984) y Wladimir (1985). El movimiento se extinguió el 1985, cuando Pires dejó la presidencia del Corinthians y la lista que apoyaba a la democracia corinthiana perdió las elecciones, en medio de acusaciones de fraude. El resto de grandes clubes brasileños, asustados por el modelo horizontal del Timao, habían hecho todo el posible para descalificarlo. El mismo año se acabó la dictadura militar brasileña.

Un legado de compromiso

El mejor resumen del que se considera el movimiento ideológico más grande de la historia del fútbol del país lo hizo Sócrates en el libro 'Democracia Corinthiana: A Utompia me Jogo', escrito con el periodista Ricardo Gozzi. “Conseguimos demostrarle al público que cualquier sociedad puede y tiene que ser igualitaria. Que podemos desprendernos de nuestros poderes y privilegios en beneficio del bien común. Que tenemos que estimular que todos se cohesionen y que puedan participar activamente en los designios de sus vidas. Que la opresión no es imbatible. Que la unión es fundamental para superar los obstáculos difíciles. Que una comunidad sólo puede fructificar si respeta la voluntad de la mayoría de sus integrantes. Que es posible darse las manos”.

Fuera del Corinthians, Sócrates siguió esparciendo mensajes políticos y en el Mundial de México de 1986 lució cintas en la cabeza con el lema “Pau” o “Reagan Asesino” [en referencia al entonces presidente de los EEUU]. Retirado del fútbol ejerció de médico –se había licenciado durante la etapa como jugador y por eso lo denominaban El Doctor– y murió el 4 de diciembre de 2011, a los 57 años. Aquel día, su Timao se proclamó campeón brasileño en un partido contra el Palmeiras. Antes, decenas de miles de personas aprovecharon el minuto de silencio para rendirle homenaje, con el puño levantado en recuerdo a un futbolista que, más allá de sus éxitos, siempre será recordado por su compromiso social y político y por la lucha contra la dictadura.

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