Varias asociaciones vecinales y culturales de Uesca, entre ellas la Plataforma para la Defensa del Patrimonio de la ciudad, han remitido al Ayuntamiento la documentación pertinente para poderse incorporar en el proceso participativo de la reforma de la avenida Martínez de Velasco.
Junto con el escrito dirigido al alcalde adjuntan también un estudio histórico que revela la enorme importancia de la zona en materia arqueológica. Igualmente, fotografías de las prospecciones realizadas en campañas anteriores y algunos de los materiales hallados que pueden verse en el Museo de Uesca.
El significado de la Necrópolis de Martínez Velasco: Historia de las investigaciones
En 1985, gracias a la zanja abierta para renovar una instalación de abastecimiento en los jardines situados a la altura de la vivienda número 30 de la avenida de Martínez de Velasco de Uesca, se pudo recuperar una singular escultura ibérica. Se trataba de un hallazgo fortuito que permitió identificar la única necrópolis antigua conocida hasta este momento en la ciudad de Uesca.
Puesto el hallazgo en conocimiento del Servicio de Patrimonio de la entonces Diputación General de Aragón se determinó la necesidad de realizar una excavación arqueológica durante los meses de junio y julio de 1985. La excavación realizada en el área ajardinada de la avenida, cercana al n.º 30 abarcó una extensión de 40 m2. Junto a otros hallazgos destacan la identificación de dos estructuras tumulares, una de ellas con un diámetro de 4,5 m, la segunda de forma rectangular de al menos 3 x 3,4 m.
Ambas estaban construidas con bloques de arenisca regulares que delimitaban el contorno, utilizando bloques irregulares en el empedrado interior. Junto a ellos se localizaron dos inhumaciones, una correspondiente a un niño preadolescente, otra a un adulto, sin ajuar. Se localizaron abundantes fragmentos de cerámica realizada a mano, así como materiales metálicos: espada, puñal, cuchillo de hierro, fíbula, brazalete...
Posteriormente en los años 1988 y 1989 se llevaron a cabo nuevas fases de excavación y documentación. En 1988 se excavaron otros 45 m2, esto permitió que en total se localizaran 10 estructuras tumulares, muy próximas unas a otras, en ocasiones superpuestas, además se identificó un muro de grandes dimensiones de dirección norte-sur y un metro de anchura, que atraviesa todo el jardín. Esta segunda fase de trabajos permitió conocer que existen grandes túmulos circulares, además de otros cuadrangulares y varios pequeños túmulos de entre 1 y 2 m de diámetro. En 1989 se realizaron prospecciones geofísicas en una superficie de 1600 m2, con el objetivo de conocer la extensión de la necrópolis, aunque los resultados no fueron concluyentes parece que esta se extiende con mayor densidad hacia el W.
“En este momento, transcurridas más de tres décadas de la última intervención podemos afirmar que conocemos una mínima parte de la necrópolis”, reza el escrito.



En resumen, se puede afirmar, basándonos en el rico conjunto de materiales recuperados, que estamos ante un yacimiento excepcional, que abarca tres etapas culturales: primera edad del hierro, etapa ibérica y etapa romana alto imperial. De la primera destaca un lote de urnas cinerarias, además de un interesante ajuar funerario compuesto por dos espadas largas, un puñal de hierro y una placa de cinturón.
Las armas estaban inutilizadas de forma intencionada, se localizaron en una posición anómala, puesto que aparecían hincadas en la tierra, cercanas a una inhumación infantil. De la etapa íbero romana destacan un conjunto de vasijas completas, algunas de gran belleza.
Apareciendo varias de ellas cubiertas por una losa que preservaba las cenizas depositadas en el interior. Como ajuares destacamos dos brazaletes y cuentas de collar de bronce, así como el fragmento escultórico de una pezuña. A la última etapa, la datada en la fase imperial romana, pertenecen varias urnas cinerarias. Una incluso conserva grabado en la vasija el nombre de la difunta: Montana.
Cronología del yacimiento: desde el siglo V a. C. hasta el siglo I d. C.




Significado histórico
La necrópolis muestra una larga utilización, desde la primera edad del hierro hasta la etapa imperial romana (siglos V a. C y I d. C.) En estos casi seis siglos de utilización se observa una evolución de los rituales funerarios. En la fase más antigua los difuntos eran enterrados en pequeños túmulos circulares, tras la incineración se depositaban las cenizas en urnas realizadas a mano, y estas se colocaban en el interior de los mencionados túmulos.
Los enterramientos más destacados por los ajuares que acompañaban a los difuntos son los pertenecientes a los siglos II y I a d. C. (etapa ibérica e íbero romana), en este momento el ritual seguido era, al igual que en la fase anterior, el de la cremación, enterrando las cenizas y los restos de los ajuares quemados en pequeñas urnas de cerámica, en esta fase ya realizadas a torno y decoradas según los gustos de la época.
Los ajuares más destacados pertenecen a esta fase: espadas, puñal, cuchillo de hierro, fíbula, brazalete, restos de ungüentarios y otros elementos votivos. Todos ellos muy alterados por la cremación. En la última fase se sigue utilizando la cremación, pero sin descartar algunas inhumaciones ya que se han localizado varios cuerpos no incinerados, mostrando la coexistencia de ambos rituales: la incineración y la inhumación.
Para comprender el verdadero significado de esta necrópolis es necesario analizar el grado de conocimiento que tenemos del pasado de la ciudad referido a las etapas representadas en ella. Y, sin duda, este es muy escaso para las fases anteriores al cambio de era. De hecho, en el momento de su localización (1985) se desconocía la existencia de la fase más antigua de la ciudad, aquella que se desarrolla entre el siglo V y III a. C. y que ahora, trascurridas más de tres décadas, seguimos sin conocer apenas.
Por otro lado, es necesario recalcar que el estudio arqueológico de las necrópolis no solo es importante por los posibles ajuares de mayor a menor vistosidad que puedan ofrecer, en realidad su verdadero valor se concreta en la gran información que aportan sobre la sociedad que realizó los enterramientos. Al estudio de los diferentes rituales funerarios utilizados en cada momento histórico se une la posibilidad de realizar estudios de los restos humanos (datación, estudios patológicos, de población…) y de aquellos elementos que cada sociedad consideraba relevantes y que eran depositados junto a los difuntos (ajuares funerarios).
Por otro lado, el estudio de esta necrópolis es parcial, todavía no se acierta a comprender la lejanía de la ciudad en los primeros siglos de utilización. Si aceptamos que la ciudad se ubicaba en el área elevada, hoy ocupada por el casco antiguo, parece que hay una distancia desmesurada entre hábitat y necrópolis para la etapa de la primera Edad del Hierro. Este problema no resuelto sobre la distancia entre el área ocupada por los vivos y la destinada a los difuntos desaparece en las etapas posteriores, puesto que en estos momentos históricos las necrópolis se disponían de forma más o menos ordenada junto a los caminos principales de salida de la población.

Propuestas para el futuro
Por fortuna, ya el PGOU de la ciudad de Uesca recoge la gran importancia de la necrópolis de la avenida Martínez de Velasco, y por ello en el plano número 15 del documento, el que detalla los grados de protección del patrimonio arqueológico de la ciudad, se grafía en tono rosa la parte central de la avenida. En consecuencia, la normativa en vigor obliga a la realización de estudio arqueológico ante cualquier remoción de tierra que pueda afectar el subsuelo.
Puesto que los restos aparecen a escasos centímetros bajo el suelo actual (30-40 cm) se deben extremar las precauciones a la hora de realizar los trabajos en el área de la necrópolis. Por ello es fundamental realizar de forma urgente un estudio por georradar o magnetometría, que sitúe y delimite la necrópolis. Estudio no invasivo y de bajo coste.
Una vez delimitada la zona de la necrópolis, la propuesta de la Plataforma para la Defensa del Patrimonio de Uesca es que se excave de forma previa al inicio de las obras, aquella parte de la necrópolis que ofrezca una mayor densidad de restos, de acuerdo con los resultados ofrecidos por el estudio técnico. Con ello, además de cumplir la normativa vigente, se incrementará de forma notable el conocimiento del pasado de la ciudad, y por tanto del patrimonio cultural de la ciudad. La reforma de la Avenida Martínez de Velasco es una oportunidad única para realizar una intervención arqueológica de gran alcance y repercusión histórica, cultural y social en la ciudad.
