Ayuso se asemeja a esas personas pasivo agresivas o manipuladoras que con voz pausada y templada van clavando puñaladas por la espalda y, mientras lo hacen, te dicen: lo hago por tu bien. Son las mismas que no tuvieron empacho en vender viviendas de protección social a fondos buitres, las que privatizan servicios de la sanidad a empresas amigas, las que empobrecen la enseñanza pública a costa de reducir las partidas económicas en los presupuestos año tras año, las que quieren remediar el cambio climático con macetas en los balcones…
A este tipo de personas las conocemos en España y en otras latitudes mundiales, pero la clave está en saber si las personas que las votan conocen todos estos datos o, simplemente, les da igual. Desde luego a bastantes personas en Madrid, no les da igual y lo sé porque ellos me lo dicen y también me hablan de la incongruencia de mucha gente que, aunque apenas llega a final de mes y tiene cada vez la sanidad más moribunda, vote esta opción.
Llevo conociendo Madrid desde el año 2008 tras ganar un concurso literario y que me invitaran a formar parte de una tertulia literaria que había en Madrid formada por poetas, narradores, lingüistas... Sí, también ahí me di cuenta de la vanidad que se da en el mundo literario y de las rencillas entre unos y otros, algo parecido a lo que ocurre en muchos partidos políticos, pero lo que evidencié las veces que iba a Madrid y los oía hablar o conocía de sus avatares intelectuales y hasta sentimentales es que Madrid no había cambiado mucho desde los tiempos de posguerra. Seguía habiendo dos tipos de madrileños. Unos viviendo en zonas buenas de la capital o aledaños, otros teniendo que alquilar habitaciones con derecho a cocina y salón que recuerda a los tiempos de posguerra.
Es decir, en Madrid demasiada gente lo está pasando mal y viendo un futuro negro, sin embargo, muchas de estas personas votan a Ayuso o se abstienen al considerar que los políticos y el Estado no hacen ni harán nada por ellos.
No soy yo mujer ingenua. Más bien todo lo contrario, aunque a veces es mejor hacerse la tonta, eso lo he aprendido con el tiempo y también he aprendido que la pasividad, no la agresiva, sino la derrotista al final hace vencer al que tiene menos escrúpulos. Y la derecha siempre tuvo pocos escrúpulos en este país. Las malas conciencias se lavan con besos a anillos obispales y confesiones dominicales. Es por eso que la España de Sánchez, con todos sus fallos, incongruencias y vanidades (¿qué político no lo tiene?), tendría que haber hecho mejor una labor de cerrar filas en esta izquierda caótica, desunida y yendo al precipicio con gusto malsano.
El 23 de julio veremos si la izquierda aprende la lección de que las vanidades hay que dejarlas fuera. Si se quiere el bien común, los personalismos sobran, porque lo que importa es tener unos derechos básicos seguros como la sanidad, la educación, la asistencia a personas dependientes, residencias públicas de ancianos... El pulso se librará en apenas semanas y veremos si todo aquel que ha votado a posturas neoliberales y de extrema derecha hace repaso de su voto y de la situación de España que en lo económico va bien, pero en lo político se agranda la brecha entre dos facciones en el que hay demasiado ruido.
La España de Sánchez ha dado, y su movimiento sorpresivo de adelanto de elecciones así ha sido, un golpe de efecto, un toque de atención a esa izquierda dividida en mil peleas por luchar quién es más feminista, quién tiene mejor valoración popular, quién coloca más cargos de responsabilidad, quién es más inteligente...
Esto aburre al personal. A mí, por lo menos, me aburre y me cabrea. Porque, mientras se libran estas batallitas o batallazas, pierde cada vez más la convivencia, el futuro tranquilizador, la felicidad sosegada. En definitiva, pierde la ciudadanía y, cuando esta se la pone al borde del precipicio, sabemos lo que ocurre. Llega el caos. Más políticas neoliberales de la derecha y extrema derecha traerán tan nefastas consecuencias que ya pueden poner cuantas macetas quieran en los balcones o ventanas que las desigualdades sociales se agudizarán y entonces qué se hará.