La clase trabajadora no vota, ¡se organiza y lucha! 20N: Abstención Activa

Especial Elecciones Estatales 2011. L@s trabajador@s somos de nuevo llamados a las urnas el próximo 20 de noviembre. En medio de la inmensa crisis en que nos encontramos, los partidos se afanan en convencernos de que un cambio de gobierno va a poder “cambiar” la situación.  A pesar del paro, que se ha vuelto crónico, de la penosa situación de los bancos y del mantenimiento de la especulación como base del sistema, una vez más unos y otros vuelven a hablarnos de soluciones “para salir de la crisis”. Pero las eventuales salidas a la coyuntura económica en la que nos …

Especial Elecciones Estatales 2011.

L@s trabajador@s somos de nuevo llamados a las urnas el próximo 20 de noviembre. En medio de la inmensa crisis en que nos encontramos, los partidos se afanan en convencernos de que un cambio de gobierno va a poder “cambiar” la situación.  A pesar del paro, que se ha vuelto crónico, de la penosa situación de los bancos y del mantenimiento de la especulación como base del sistema, una vez más unos y otros vuelven a hablarnos de soluciones “para salir de la crisis”.

Pero las eventuales salidas a la coyuntura económica en la que nos encontramos no dependerán del gobierno que se instale en Madrid el próximo 21 de noviembre. En el entorno globalizado en que nos encontramos, los gobiernos nacionales no cuentan con margen de maniobra para poder emprender acciones individuales frente a la crisis. Más aún, dentro de la Unión Europea, vemos como las decisiones que nos afectan directamente, se cuecen en el auténtico centro de poder del continente, que es Alemania y en menor medida, Francia. Unas decisiones, además, que carecen de contenido social, en las que las necesidades de la población -de los votantes, por tanto-, no son consideradas ni siquiera en último lugar. La prioridad, con carácter absoluto, es evitar una quiebra bancaria masiva ante la imposibilidad manifiesta de los estados europeos de hacer frente a la deuda contraída.

Con las perspectivas económicas que tenemos, el gobierno que salga elegido tendrá que imponer duros recortes en materia laboral y social, para “ajustar”, como dicen ellos, las condiciones de trabajo, las pensiones, los salarios o las prestaciones públicas al nuevo nivel de “riqueza”, una vez que todos los balances se han desinflado. Pero ya nadie se acuerda, o no parece acordarse, de que esta crisis la creó el mundo financiero, no la economía productiva; que no fueron esos salarios ni esas condiciones de trabajo que teníamos hace tres o cuatro años los que nos llevaron a la crisis, puesto que venían ya siendo “reajustados” por continuas y contundentes reformas laborales, y que en absoluto esas condiciones de trabajo eran ninguna maravilla; no parece recordarse ya que el paro disminuyó gracias a la introducción masiva de la precariedad laboral y eliminando costes sociales a las empresas. Así que ahora todavía más a las empresas habrá que reflotarlas, de nuevo, abaratando el trabajo; más horas de trabajo, meno sueldo, despido y contratación libres, convenios colectivos que no se aplican, temporalidad total y desregulación.

De manera que, como es seguro que el gobierno que salga de las próximas elecciones no va a abandonar el capitalismo, no hay que especular demasiado para darse cuenta de que el camino que siga vendrá dado por lo que determine el capital, en sus distintas versiones y ámbitos.

Como en todas las campañas electorales, las palabras envuelven el mensaje, los lemas fagocitan a las ideas y el escenario se construye como si se pudiera partir de cero, como si se pudieran poner en marcha proyectos e iniciativas que, todo el mundo sabe que forman parte del proceso electoral, pero no de la vida real.

Paralelamente, los electores han venido reclamando cada vez menos responsabilidad a sus gobernantes, entrando en un círculo vicioso que ha deteriorado la política hasta convertirla en lo que es hoy.  Muchos irán a las urnas para que no gane el PP, otros para que no pierda el PSOE, otros porque necesitan creer lo que les dicen unos y otros.

Los que reclaman como alternativa votar a los partidos de la “izquierda” menos unida que nunca, defienden que ese voto servirá para “presionar”, para que se realicen “auténticas” políticas de izquierdas. Pero cuando estos partidos han tenido opciones de gobierno, desde las alcaldías o los gobiernos autonómicos, poco o nada ha cambiado la situación. Porque llegados ahí, ejecutarán igualmente las más duras políticas contra l@s trabajador@s para favorecer así a bancos y multinacionales por encima de cualquier interés social, pero sí político.

Después de las elecciones, por tanto, nos encontraremos en el mismo punto en el que estamos ahora. Por eso decimos que si quieres que todo siga igual, puedes votar. Pero si quieres que las cosas cambien, tendrás que luchar. Ahora se trata de acordar entre todos unas nuevas reglas de juego para que juguemos todos. De recuperar nuestra conciencia de clase, de mirar el mundo no con los ojos del individuo, sino de la colectividad; de conectar nuestros problemas y también las soluciones, mucho más allá de las siglas, los partidos y los bandos que pugnan por representarnos; estamos aquí para representarnos a nosotros mismos.

Esta lucha de la que hablamos, se desarrollará en muchos ámbitos, en el trabajo, en la calle, en los barrios; creando y tejiendo las redes de solidaridad y apoyo mutuo que siempre han caracterizado a la clase obrera y que perdimos con la modernidad y el progreso. Una solidaridad que tendremos que demostrar con nuestros compañeros de trabajo, oponiéndonos a los despidos y a la pérdida de derechos con todos los medios a nuestro alcance y no dando nunca la batalla por perdida; contra los recortes sociales, implicándonos en las distintas luchas existentes y las que se vayan creando; como consumidores, buscando formas de consumo apoyadas en la colectividad y no en las multinacionales, ejerciéndolas de forma responsable y solidaria; como personas, en fin, que nos negamos a ser espectadores del derrumbe del capitalismo y que queremos ser protagonistas de la construcción de una nueva economía y una nueva forma de relacionarnos y de gestionar nuestra vida.

Para la CNT la abstención no es sólo el mero hecho de no votar. La abstención que defendemos empieza con esa negativa a mantener el sistema, pero no termina ahí. La abstención activa es una acción continua que se construye cada día, en todos esos frentes que hemos señalado.

El voto en blanco o nulo muestran una disconformidad que se podría resumir en la idea de que no hay ningún candidato que se merezca ser votado, pero el simple hecho de participar en las elecciones otorga un reconocimiento y una legitimación del sistema representativo. Y es precisamente contra ese sistema político contra el que se posiciona la CNT. Sean quienes sean los candidatos o los partidos, nos oponemos a la farsa de considerar que un gobierno cualesquiera pueda representar la voluntad del pueblo; que el derecho de cada persona a participar en la gestión de los intereses comunes no puede delegarse en unos cuantos, que además, nos llegan ya seleccionados previamente por los que en realidad detentan el poder real.

El reto que tenemos por delante, no es escoger una papeleta el próximo día 20, sino el de crear una estructura social que nos permita liberarnos del sistema capitalista y éste es un trabajo que no puede afrontar ninguna clase de gobierno. Para esa tarea, la unión es nuestra única defensa y también nuestro único método de ataque. Nuestras aspiraciones no caben en sus urnas.

Resumen de un texto más amplio del Secretariado Permanente del Comité Confederal de CNT | Para AraInfo

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies