Efectiva y tristemente, la diferencia entre pensar y creer ha quedado demostrada una vez más en la cena, con la asistencia un gran número de autoridades de todo tipo, celebrada en el casino de Madrid. Todas estas omnipotentes personas que acudieron se creyeron con el derecho de poder disfrutar de un evento cuyas características no reunían los parámetros marcados dentro del marco del estado de alarma.
Mientras, un gran número de ciudadanos piensa que es mejor quedarse en casa y no salir para intentar contener la pandemia con estado o sin estado de alarma para no saturar entre otras cosas el sistema sanitario, por algún extraño motivo los comensales parece ser que no pensaron directamente decidieron que lo "normal" para ellos era participar en la efeméride del diario de Pedro J Ramírez.
Así estamos: mientras unos se creen estar por encima del bien y del mal, otros llevan meses pensando como subsistir a todo lo que está pasando y paralelamente en el mundo de a pie las patrullas de policiales en muchas poblaciones del estado se tienen que dedicar a vigilar a parar, interrogar y en ocasiones multar al documentado de turno que se le ocurra salir fuera de tiempo o reunirse en número "desproporcionado" o sin vínculos familiares y así castigando consiguen ejemplarizar comportamientos.
El acontecimiento por cierto era el aniversario de un diario que seguro que reclama libertad de expresión, repito unas palabras Emilio Lledó : "No hay libertad de expresión sin libertad de pensamiento" expresadas dentro del contexto de que exigir la primera no tiene sentido sin la segunda, pensar para interpretar lo correcto y ético dentro de las diferentes posibilidades respecto a una situación, saltarse las normas gracias a un posicionamiento social y elitista no forma parte de la libertad de expresión y mucho menos de la de pensamiento, por que todo este ilustre personal es simplemente parte de una farsa sin ser actores que puedan explicar algo que nos haga pensar, pero si son protagonistas de un acto ridículo y absurdo.
De alguna manera no deja de ser un retal más de los diferentes poderes de una democracia oligárquica, que poco a poco va ganado más terreno en todo el mundo occidental y que se cree con derechos privativos, visualizada en una reunión del poder político económico y social.
Por desgracia los momentos actuales están abriendo la puerta a que en cuatro días nos digan que todo es muy complicado, que no perdamos el tiempo pensando...que nos limitemos a votar, que la mesa ya está servida y entre los comensales ya se podrán de acuerdo.