Italia digiere sus resultados electorales

Días previos a las elecciones. Me sitúo en Nápoles, tercera ciudad de Italia, en un barrio popular como Materdei, de clase trabajadora, que padece los eternos problemas de la ciudad: falta de servicios públicos, tráfico infernal e inseguridad ciudadana.

Carteles de Potere al Popolo en Nápoles.

Un análisis rápido tras las elecciones del 4 de marzo en Italia vendría a convenir que los llamados partidos tradicionales, especialmente la socialdemocracia representada por el Partido Demócrata del ahora dimitido Matteo Renzi, se han dado el gran batacazo y han emergido nuevos partidos.

Pero ese análisis se queda muy corto y tampoco sería lo más certero, así que sería bueno bajar a lo más pequeño de la realidad italiana para entender el inmenso barullo que es la política de la que presume de ser la tercera economía europea. Tomar distancia a una semana vista y dejar a otros el papel de adivino con lo que pueda suceder.

De todas formas lo dicho tampoco será importante porque, en un estado que acumula 64 gobiernos en 70 años, el experimento probablemente no sea estable.

Días previos a las elecciones. Me sitúo en Nápoles, tercera ciudad de Italia, en un barrio popular como Materdei, de clase trabajadora, que padece los eternos problemas de la ciudad: falta de servicios públicos, tráfico infernal e inseguridad ciudadana.

Es difícil ver un cartel electoral. Tras un paseo consigo ver algunos de Potere al Popolo, formación de izquierdas con especial presencia en la región de Campania y por fin algunos del PD y su coalición justo frente a la sede de este partido en el barrio. Por cierto, una sede electoral en plena campaña y en la que solo hay un militante que más bien parece un conserje. Un poco más allá alguno de Forza Italia y unas pocas pegatinas en alguna farola.

Ni una sola imagen del Movimiento 5 Stelle (M5S), que sin embargo ganaría por goleada en todo el sur de Italia con porcentajes que llegaron a superar el 50% en algunas circunscripciones.

Este paseo podría resumir el interés de la población italiana en la política electoral: muy escaso.

El hastío es total y ni tan siquiera los partidos se molestan en hacer una campaña especialmente brillante.

Esto no quiere decir que no haya unos movimientos sociales activos, que han quedado en el limbo de lo extraparlamentario y a los que se escucha a nivel local. También hay centros sociales o medios de comunicación alternativos.

Un ejemplo napolitano es la lucha contra los biodigestores de basuras en el casco urbano de la ciudad, contaminada de por sí.

napoles

Otro paseo me lleva hasta el 4 de marzo, jornada electoral. Como hace buen día parece que los napolitanos están más interesados en dar un paseo por Pompeya –ese día la entrada era gratuita– o la costa o en tomar una cañita.

No hay filas en los colegios electorales y a las 19.00 horas la participación es en torno al 40%. Para evitar una abstención muy alta en Italia han recurrido a otra peculiaridad como es que se puede votar hasta las 23.00 horas.

Se ven militares vigilando zonas estratégicas de la ciudad y puntos turísticos, pero hace años que están, dentro de la campaña de prevención de atentados. Nada distinto a otras grandes ciudades de la península.

Por lo demás podría ser un domingo cualquiera, con un poco menos de tráfico, los comercios cerrados y la gente yendo a misa, pues la devoción religiosa es muy grande.

La tele anuncia programas especiales a partir del cierre de los colegios. El resultado es de lo más incierto en los matices, pero se intuye el batacazo socialdemócrata y la subida de los grillini, como se conoce popularmente a los miembros de M5S por su fundador, el cómico Beppe Grillo.

Son dos las eventuales coaliciones que se presume pueden formar gobierno con los 5 Estrellas: Por un lado izquierda moderada con excomunistas, socialistas y verdes. Por otro, derecha amplia que incluye desde conservadores a neofascistas. Son dos entes desdibujados donde hay prácticamente de todo y que atraen un voto muy disperso.

En el Sur votar a Lega Nord, indudables triunfadores en la otra parte del estado, es estúpido. El voto a este partido se basa en la consolidación de un discurso xenófobo que hunde sus raíces en una demagogia que raya el insulto hacia los habitantes de lugares como el propio Nápoles, no digamos ya de rincones como Calabria o Sicilia.

Pero este partido es, como poco, contradictorio. Un ejemplo: aún haciendo gala de su discurso anti-inmigración, ha colocado el primer senador negro de la historia italiana. Su líder Matteo Salvini no es menos peculiar, un milanés procedente nada menos que del movimiento okupa.

En Nápoles el discurso de la Lega es inasumible, pues plantea  la realidad del Norte industrial y próspero frente a los “otros” votantes: los del Sur, asolado por la economía sumergida, la precariedad y la presión permanente de clanes mafiosos. El Sur en que la candidata siciliana Piera Aiello, de M5S, no muestra su rostro por estar amenazada de muerte al haber testificado contra su familia mafiosa... y gana.

Sureños y sureñas que ven como una redención la promesa de M5S de establecer un salario social vinculado a la ciudadanía italiana y a realizar unas horas mensuales de formación y trabajo comunitario.

En este contexto es natural que este otro peculiar partido arrase prometiendo desmarcarse de todo lo que ha habido antes. Porque los partidos tradicionales han demostrado muy poco.

Forza Italia, partido del incombustible Berlusconi, tuvo en su poder las instituciones napolitanas varios años y fueron años de una gestión nefasta, en los que tuvo lugar, por ejemplo, la crisis de las basuras, que mantuvo la ciudad cubierta de porquería meses enteros.

Por ello Forza Italia ha terminado cayendo en picado, al margen de estar dirigido por un no elegible tras un rosario de condenas. Tristemente, su machismo e imagen campechana puntúa positivo en amplias capas de la sociedad. También ayuda el hecho de que siguiera siendo portada en muchos medios, aún después de obtener un 14% de votos.

Pero hablo de 5 Estrele y la verdad es que no termino de saber muy bien cómo definir este partido.

Antisistema y populista, esas etiquetas que últimamente se usan casi para todo, son los adjetivos que les cuelan, pero son muchas más cosas. De hecho son tantas que sus cinco estrellas –agua pública, conectividad, medio ambiente, transporte y desarrollo– se quedan cortas.

Por un lado mantienen un discurso euroescéptico, una tendencia que se ha hecho fuerte en las pasadas elecciones. Pero a menudo ese discurso se matiza y se modera. Otras veces los lleva a sentarse con la extrema derecha en el Parlamento Europeo.

También demuestran tener un discurso de frente amplio, que llega a los católicos aperturistas al tiempo que a los jóvenes colgados de internet, plataforma donde se mueven como pez en el agua.

Por otro lado tienen propuestas sociales muy estimulantes e incluso se acercan a planteamientos ambientales muy avanzados como el decrecimiento. Sinceramente: me desarman, no puedo entender tal cacao.

Pocas mujeres en la política. Llama la atención tanta ausencia. Llega el 8 de marzo y hay carteles en las calles. Me pregunto cómo será en esta ciudad tan beata.

Pero sigo de paseo. No hay celebraciones aparentes en las calles así que espero el día siguiente y en los medios no parece haber muchas novedades. Está claro que los 5 estrellas han arrasado en el sur, que en el Norte ha vencido de largo LN y que los partidos tradicionales pueden haber firmado su defunción definitiva.

Di Maio, líder del M5S, habla de un cambio de régimen, de una cuarta república. Renzi amaga con dimitir (luego lo haría), Salvini (LN) saca pecho con uno de sus discursos inflamados y los demás partidos guardan perfil bajo.

Todo el mundo está a lo suyo. El dueño del restaurante me dice que tiene un hijo cura y que todo seguirá igual, osea mal. Fabio se ríe y quiere que venga más turismo, vive de ello.

El bus llega tarde. Llueve y el tráfico se vuelve más infernal aún. Huele a gasolina.

No hace falta decir continuará. Es seguro.

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