Inauguración y conclusión de Microarte en Uesca

Un buen final viene bien a una buena obra, o a un estupendo proyecto como el que durante varios años se ha venido llevando a cabo en la capital oscense: Micro. Un festival de arte y cultura con una propuesta menguante.

Menguante porque en la primera edición se propusieron obras de 1x1 metro y en la que cierra ciclo en la sala del Centro Cultural Matadero, seis años después, la propuesta visual son 20+1 obras de arte de 12x12x12 cm. Además de la muestra Minimicro, una peculiar obra de arte elaborada por los niños y niñas de las ludotecas oscenses en forma de manifestación por los derechos de la infancia.

En paralelo a la propuesta de arte plástico se desarrollan danza y ciudad y Microfest y todo ello en un mes: del 5 de mayo al 4 de junio. Este fin de semana se estrenaba la danza con un homenaje a la danza de Nacho Duato y seguirá con diferentes estilos que tocarán de la performance al Lindy Hop.

Micro es la heredera, en una ciudad con inquietud cultural como Uesca, de propuestas como Okuparte o 1m2. La idea es demostrar que, al igual que en escritura se puede dar mucha calidad en un relato muy breve, en las artes plásticas se puede ofrecer una obra que exprese mucho en muy poco tamaños.

Así pues en la muestra hallamos piezas de artistas oscenses y zaragozanos entre las que encontramos algunas firmas veteranas del panorama altoaragonés como Alegría Lacoma, ex-comisaria del evento, o el conceptual David Latorre con una obra de su serie Signos de Frontera.

En todo el espacio visual predomina lo reivindicativo de una u otra manera. Hay una pequeña propuesta colectiva de la Asociación oscense pro salud mental (Asapme), un recuerdo a Aylan Kurdi, niño ahogado en las costas de Turquía cuya imagen nos impactó a todos, por Antonio Campo o el nido alambrado de María Luna que repasa dos derechos humanos.

Y tampoco faltan las obras que invitan a la reflexión como el cubo imitando hormigón con moscas de George Ward, Game of Life, o la obra para tocar y oler de Teresa Abad, que nos propone primero cerrar los ojos.

Todo ello en una sala como es la del Centro Cultural Matadero de Uesca, de un diseño atrevido con sus paredes en negro sobre las que las obras a veces se pierden un poco.

Y una pequeña crítica a las administraciones que apoyan el evento y que tan escasa publicidad hacen a una propuesta cultural tan estimulante. Una estupenda idea, en todo caso, acercarse y conocer de primera mano lo que Micro nos ofrece.

Termina micro, pero paciencia, seguro que la ciudad altoaragonesa nos dará nuevas y gratas sorpresas culturales.

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