En Marrakech, a 20 de abril de 2014.- Desde que empezamos esta brigada, teníamos claro qué queríamos hacer, romper el bloqueo mediático que se ha impuesto a todo lo que tenga que ver con el Sáhara, y más en los territorios ocupados. Tras nuestro intento fallido de llegar a El Aaiún y con las mismas ganas de hacer el trabajo programado que teníamos cuando empezamos, buscamos la mejor forma para poder hacerlo. Tras contactar con gente de Zaragoza y con Saharauis, vimos que la mejor opción era bajar hacia el Sur, a la ciudad de Tan-Tan, en territorio marroquí, porque allí podríamos recoger muchos testimonios de personas saharauis: de familiares de presos, activistas políticos, recoger experiencias, en definitiva, se trataba de poder hacer nuestra labor como brigada. Pensamos que era una buena opción, que no nos expulsarían al tratarse de una ciudad marroquí.
El viernes, 18 de abril, estuvimos en la casa de los saharauis de Agadir, no madrugamos mucho pero la noche anterior se hizo larga e intensa, debatiendo sobre nuestra labor y acabando la crónica para informaros. Comimos, nos conectamos a internet y sacamos el billete hacia Tan-Tan. A las 20 horas subimos al autobús contentas porque íbamos a poder continuar nuestro trabajo. En este viaje de autobús íbamos con una actitud mucho más tranquila, convencidas de que llegaríamos a nuestro destino, ya que al ser una ciudad marroquí pensamos que no tendríamos ningún problema. Íbamos pasando sin inconvenientes los sucesivos controles policiales, incluso en uno ni siquiera nos pidieron el pasaporte. Durante el viaje nos reímos, hablamos, dormimos e incluso soñamos.
A las tres menos cuarto de la mañana, paró el bus, subieron dos policías y nos pidieron que bajáramos con nuestras maletas. Bajamos. Estábamos dormidas, no sabíamos exactamente dónde nos encontrábamos. Al bajar, vimos que había mucha gente, un poco más alejado distinguimos un furgón azul de policía antidisturbios. El autobús cerró sus puertas y continúo su viaje sin que hubiésemos recibido explicación alguna. La policía que estaba abajo, la mayoría vestida de paisano, nos rodeó, mientras nos observaba de forma intimidatoria. Vimos que había un taxi parado al otro lado de la carretera, en dirección opuesta a la que llevábamos. Uno de los hombres que vestía de paisano nos habló en francés: vous êtes indésirables, nous savons qui vous êtes, vous êtes indésirables, (sois despreciables, sabemos quienes sois, sois despreciables) insistía mientras los demás iban rodeándonos con los brazos cruzados y rostros amenazantes. C’EST NOTRE PAYS, ne revenez jamais, sinon vous aurez des problemas, vous êtes indésirables! (es nuestro país, no volváis jamás, sino tendréis problemas, sois despreciables).
El taxi se acercó y metieron las maletas; mientras la policía nos rodeaba dejándonos solo espacio en dirección hacia el taxi, avanzando hacia nosotras y empujándonos hacia él. Otra vez habíamos sido expulsados de una ciudad, pero en este caso en territorio marroquí. Esta vez, aunque fue todo más rápido, nos afecto más, porque no nos lo esperábamos, era de noche, estaban esperándonos, no sabíamos dónde nos encontrábamos y fueron mucho más agresivos. Tras montar en el taxi pudimos ver que nos encontrábamos en la entrada a Tan-Tan y emprendimos el mismo viaje que acabábamos de realizar durante siete horas, en dirección contraria.
Nada más montarnos en el taxi decidimos llamar al teléfono de emergencias de la Embajada de Rabat para explicarles lo que nos estaba pasando. La primera respuesta fue recriminarnos el haber emprendido otro viaje hacia el sur, poniéndonos todavía más nerviosas y haciéndonos un juicio de valor, dándonos a entender que si éramos activistas la Embajada se desentendía. Además, nos recriminaba que no nos hubiésemos puesto en contacto con el consulado de Agadir, que es el que supuestamente tiene las competencias sobre la zona en la que nos encontrábamos. En vez de recibir ayuda, solo recibimos persistentes recriminaciones y juicios de valor de carácter político. Mientras tanto, nos encontrábamos pasando controles policiales de forma constante. La funcionaria se puso en contacto con el consulado de Agadir para que nos llamara y se hiciera cargo de nuestra situación. La única ayuda útil que nos prestó fue comunicarles a nuestras compañeras de Zaragoza lo que nos había ocurrido.
Seguidamente el cónsul contactó con nosotras y se molestó porque nuestra llamada fuese a horas “intempestivas”. Desesperados, tras marearnos, darnos largas y no decirnos nada en concreto, quedamos que continuaríamos la conversación por la mañana cuando llegáramos a Agadir. Fue una conversación repetitiva y sin ningún tipo de sensibilidad ni de comprensión humana hacia nosotras. Tanto la embajada como el consulado se han desentendido por completo ante las situaciones de emergencia política que hemos vivido, y aun estamos viviendo.
Al volver a Agadir, grabamos un video donde Irene y Laura se solidaridarizan con las mujeres saharauis. Un compañero saharaui nos lo pidió para juntarlo con mensajes del resto de mujeres activistas que habían intentado entrar estos días a El Aaiun y habían sido expulsadas. El video se ha visto hoy en la conferencia de mujeres en la capital saharaui.
Finalmente, sin dormir ni comer, hemos decidido marchar a Marrakech buscando la tranquilidad y nuevas pistas para continuar nuestro trabajo. Una vez allí nos hemos encontrado con otros estudiantes saharauis que nos han acogido en su casa. Aún con todo, la policía no nos ha perdido la pista, y sigue teniéndonos vigilados y presionando a los estudiantes para que les vayan informando de cuál es nuestra situación en cada momento.
Antes de marchar, la persona que nos acogió en Agadir ha venido a despedirse a la estación y tras darnos algún consejo nos ha dicho: “Habéis hecho un buen trabajo porque la policía os ha expulsado”. Aunque no hayamos podido encontrarnos con las activistas de las ciudades a las que no nos han dejado entrar y de las que nos han expulsado, valoramos positivamente la repercusión mediática que está teniendo la causa saharaui en el Estado español gracias a todo lo que está pasando estos días.
Por otra parte, creemos que el hecho de estar poniendo el cuerpo en este tipo de situaciones tan intensas de largos viajes, control por parte de la policía marroquí constante, amenazas y expulsiones, es una experiencia crucial para hacernos una pequeña idea de lo que viven y sienten las saharauis en su día a día. Nosotras nos iremos el día 23 pero ellas aquí se quedan, esperando y luchando por recuperar su territorio, porque su situación cambie a mejor. Hamdolilah!
Raúl Ramón, Laura Soteras, Diego Marín e Irene Bailo (Brigada Solidaria Aragón-Sahara) | Para AraInfo
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