Hacia un centro urbano sin motores

En la ciudad de Zaragoza hay unos de 350.000 vehículos a motor y, al mismo tiempo, en un lapso de 20 años la parte urbanizada casi ha duplicado su extensión aunque la población no ha crecido al mismo ritmo

Pese a esta apabullante realidad, cada vez que se plantea una nueva peatonalización o la construcción de carriles bici surgen protestas, a menudo incluso desde organizaciones vecinales, por la pérdida de aparcamientos o de espacio para la circulación motorizada.

Ahora bien, quienes plantean esas protestas, como está sucediendo ahora con la construcción del carril-bici en Pº Constitución, no se molestan en resolver la siguiente ecuación: Cómo metemos en el centro de la ciudad todos esos miles de vehículos a motor propiedad de personas que cada vez viven más hacia el extrarradio sin generar atascos monumentales, ruido y humos. Ya de paso también cómo les garantizamos aparcamiento, a ser posible gratuito y sitio de parada en la puerta de todos los colegios para dejar cómodamente al niño cual paquete de repartidor.

Porque, claro, a todo ese mogollón de motores de combustión (por desgracia los vehículos eléctricos son aún una rareza) hay que añadir los de las poblaciones del entorno de Zaragoza que han crecido exponencialmente y en las que existe una gran dependencia del vehículo privado. Poblaciones como Cuarte, Villanueva o la Muela siguen teniendo la capital como referente de ocio, compras o gestiones administrativas y, al mismo tiempo, son territorio de unifamiliares donde el coche es uno más de la familia.

Mientras tanto sigue sin existir una política decidida de restar espacios a los motorizados. Me sigue alucinando pasear por la Madalena, mi barrio, y ver coches circulando por calles como Dr. Palomar o Trinidad, mientras en las aceras las personas circulamos en fila india. O que calles del Gancho, de trazado medieval, sigan teniendo tráfico a motor y se usen como atajo o aparcamiento irregular por miles de coches al día, aún teniendo alternativas como Echegaray y Caballero.

Esto mismo se puede aplicar a toda la zona comercial del entorno del Pº Independencia o al mismo Coso zaragozano, en el que, al menos, se redujo el límite de velocidad. Una situación que se repite en el insufrible tráfico de san Vicente de Paúl o en la hilera de coches del entorno de Pza. de los Sitios o en Constitución. Eso sí, saturación de tráfico y a menudo excesos de velocidad y comportamientos intolerables por parte de los conductores son el pan nuestro de cada día.

Todo lo que estoy diciendo seguro que muchos les sonará a repetido. A buenos propósitos que ya se escuchaban en los 80 del siglo pasado. A lo mejor es que hay que empezar a quedarse con una idea bien simple: no caben más vehículos a motor en el centro de Zaragoza. El problema es común a muchas otras grandes ciudades, dado que se ha optado por modelos de extensión radiales, de ciudad muy dispersa cada vez más dependiente del vehículo privado. Pero debería ser hora de asumir que el volumen de tráfico que esto genera en la ciudad consolidada es un dolor de cabeza para quienes reivindicamos vivir en ella. Argumento repetido, sí, pero cada vez más real.

Qué ideas serían deseables y a la vez viables para la ciudad compacta. Por lo pronto la máxima restricción posible al uso del vehículo a motor. Todo el Casco Histórico debería ser peatonal hace años, excepción hecha de alguna arteria central como el Coso o Conde Aranda, planteando restricciones horarias. Hace tiempo se especuló con la posibilidad de buses lanzadera de pequeño tamaño que conectaran zonas estratégicas, turísticas, administrativas y comerciales con aparcamientos disuasorios. Parques disuasorios que han demostrado ser un fiasco, probablemente por su alto coste y su mala planificación.

En calles donde no quede otra que el paso de tráfico por garajes o carga y descarga que se opte por la peatonalización blanda. Esto quiere decir con un resalto a la entrada y una plataforma elevada a ras de acera en toda la calzada y que las calles peatonales lo sean realmente. En todo el centro de la ciudad el término peatonal es más bien relativo, siendo benévolo.

Todas estas ideas se han traído y llevado decenas de veces, pero no está de más el recordatorio, ahora queda que alguien se ponga a ello. De verdad, las soluciones son realmente poco costosas.

Ya es tiempo de que los conductores dejen de mirarse el ombligo y miren a las personas que vivimos en la zona central de la ciudad. Asumir que tendrán que dejar el coche y caminar, tomar transporte público o una bici del servicio municipal. Que un centro sin humos, ruidos, ni accidentes es más cómodo para todas.

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