Fuego, hipocresía y abandono

Venían a reforestar 200 hectáreas para vender créditos de carbono y han provocado un incendio que ha arrasado más de 14.000. Pueblos evacuados, campos de cultivo arrasados, proyectos de vida dados al traste... Este es el resultado de permitir que se realicen trabajos forestales en estas circunstancias, pero hay más, mucho más. Detrás está el abandono rural, el expolio, la hipocresía del “blanqueo verde” o la irresponsabilidad del gobierno, por citar alguno. No era la primera vez que ardía esta zona, ya pasó hace un mes. En la misma zona, por la misma empresa, por los mismos motivos. Plantan árboles …

Venían a reforestar 200 hectáreas para vender créditos de carbono y han provocado un incendio que ha arrasado más de 14.000. Pueblos evacuados, campos de cultivo arrasados, proyectos de vida dados al traste... Este es el resultado de permitir que se realicen trabajos forestales en estas circunstancias, pero hay más, mucho más. Detrás está el abandono rural, el expolio, la hipocresía del “blanqueo verde” o la irresponsabilidad del gobierno, por citar alguno.

No era la primera vez que ardía esta zona, ya pasó hace un mes. En la misma zona, por la misma empresa, por los mismos motivos.

Plantan árboles para generar créditos de carbono destinados a satisfacer el creciente mercado multinacional de compensación de emisiones. Incluso se ofrecen a las autoridades y gobiernos, como ha pasado en Aragón, para asumir el coste de la replantación con el requisito de quedarse con los derechos de captura de CO2.

Todo muy verde, muy sostenible, la ecuación perfecta nos dicen, el virtuosismo de la colaboración público-privada que tanto le gusta al gobierno de Aragón: actividad productiva en el medio rural, se repuebla el monte sin coste a las arcas públicas y se combate el cambio climático. ¡Tengo que contenerme para no citar a Labordeta!

Aquí lo que hay es mucha hipocresía, abandono y lavado de cara de multinacionales sin escrúpulos.

Hay que llamar a las cosas por su nombre y, en este caso, el incendio lo ha provocado la chispa de una máquina que trabajaba para otra empresa dedicada al mercado de las emisiones: Land Life Company. Una empresa que, por ejemplo, vende derechos de captura a BOSCH para que equilibre su balance neto de emisiones, empresa está última que, recordad, hace apenas 3 años era multada por colaborar con Volkswagen en el “diéselgate”.

Es decir, este tinglado, que cuenta con el beneplácito de gobiernos locales y autonómicos, sirve para blanquear la imagen y los balances ambientales de empresas contaminantes. El medio ambiente y la sostenibilidad es solo un nicho de oportunidad, una coartada para el negocio. Es pura hipocresía.

Dicho esto habrá que ver por qué se les permite trabajar en estas condiciones y esa responsabilidad apunta al Gobierno de Aragón. ¿Por qué el consejero, como ha pasado en otras Comunidades Autónomas, no ha prohibido determinadas actividades en el monte en esta situación?

También habrá que ver qué tipo de relación tenía el gobierno con la empresa en cuestión. Por todo ello, hemos preguntado y exigiremos las responsabilidades que hagan falta.

Pero la situación ha puesto de manifiesto más brechas. Ahora que tanto se llena la boca el gobierno con el medio rural, ley mediante vacía de contenido, ¿en qué situación están nuestros pueblos y montes para que ardan como una tea sin posibilidad de frenar la catástrofe?

Con serios problemas de viabilidad, nuestro medio rural se ve asediado por intereses económicos que encuentran en la despoblación y el abandono un negocio impúdico.

A ello ayudan aquellos poderes públicos cortoplacistas que son incapaces de coger la sartén por el mango para proponer oportunidades distintas o simplemente permitir o apoyar proyectos de futuro perdurables.

Dicen que no es tarea del poder público, que lo único que debemos hacer es generar oportunidades y atraer empresas. Por eso estamos como estamos. Da lo mismo que hablemos de renovables y mercado de energía, de repoblación y mercado de emisiones, de macroganadería y mercado de la agroindustria, de olimpiadas y mercado turístico.

El fuego de estos días ha mostrado la cara más dura y descarnada de un sistema que expolia, expulsa y arrasa el territorio con la excusa de la sostenibilidad y el desarrollo llegando al paroxismo de la esquizofrenia. Un sistema al que los gobiernos de turno ponen alfombra roja y ante el que se pliegan indolentes.

Ante tanta mirada corta necesitamos acompañar y garantizar una vida digna a quienes,a a día, mantienen nuestros pueblos, los conocen, cuidan y respetan manteniendo viva la comunidad rural aragonesa.

La agricultura social y familiar, la ganadería extensiva, la tecnología y artesanía alimentaria, los servicios públicos y los cuidados, la custodia del territorio y la sostenibilidad, el apoyo a una economía localizada y de cercanía o la planificación y el autoconsumo energético son algunos de los vectores por los que debe orientarse los esfuerzos con el apoyo y concurso público.

Son las gentes que hay tras esos vectores los protagonistas del cambio que tanto necesitamos. ¡Menos multinacionales y más paisanaje! Es con ellos con los que debemos construir alternativas que no dejen en manos de intereses económicos ajenos y sin escrúpulos la gestión del territorio y su futuro.

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