Expo 2008, un gran escenario para una gran deuda

Cuando se termina una función el escenario sin actores pierde su gracia. La mezcla de gran representación y sainete regional que fue la Expo 2008 no es un escenario vacío pero casi y quedó fuera de guion algo que, por otro lado, era de esperar como es una gran deuda pública

Eso sí, los decorados se han quedado y, de momento, a 8 años de su inauguración, nadie sabe qué hacer con buena parte de ellos.

A fecha de hoy hay que intentar ver lo positivo, pero lo más interesante de la Expo, curiosa paradoja, es lo que no está en el recinto de Ranillas, es decir fuera de escena. Quedaron unas riberas del Ebro, Huerva y Gállego con apaños discutibles pero restauradas y una mejora en el tráfico rodado a través del puente del Tercer Milenio. Ese gasto fue la parte del ratón y no hacía falta una Expo para llevarlo a cabo.

Pero también quedó todo un panorama desolador de edificios sin uso que costaron 213 millones y que, un año tras otro, me permito recordar: Pabellón Puente, Torre del Agua, Azud del Ebro, teleférico, aparcamiento Norte, Pabellones de Aragón y de España. Con que alguna pieza, como las que se caen del Pabellón de España, no mate a nadie parece que nos damos por contentos. Sacando cuentas y a propósito de nuestro endeudado Ayuntamiento es un poco menos de lo que cuesta una nueva línea de tranvía, ahora que tanta polémica hay con el tema.

De momento siguen vacíos y de los usos futuros todas las administraciones parecen haberse olvidado, así como la iniciativa privada como Ibercaja, responsable del Pabellón Puente y partícipe de Aramón que montó el teleférico a ninguna parte, pendiente de desmontar aunque hace años que se decidió que no valía para nada. 11 millones costó la bromita.

Porque ya parece muy tarde para pedir explicaciones. Todos los grandes adalides de la Expo dejaron sus responsabilidades políticas y los que cobraron cifras indecentes de dinero por la construcción y gestión del evento andan en otros negocios.

FCC, Acciona, OHL, Ferrovial o Sacyr hicieron caja y ahora la siguen haciendo a cuenta de las instituciones públicas.

Del lado de la gente queda la deuda. Deuda que acumulan tanto Ayto. de Zaragoza como DGA y que, lejos de disminuir, parece abocada a crecer.

Por un lado el consistorio aún tiene una deuda viva de 250 millones, que incluye créditos que se pagan con generosos intereses de hasta un 4,97%. A ello hay que sumar la reciente sentencia por la expropiación de los terrenos del llamado Tiro de Pichón que ha añadido 7,3 millones al precio pagado, más los millones que aún adeudan las concesionarias del parque del Agua, otros 2,4. Habrá que confiar en que no llegue otro revés que agrande el agujero.

La DGA, por otro lado, anda a vueltas con la sociedad Expo Zaragoza Empresarial que ha recuperado una ínfima parte de la inversión de 700 millones de euros en urbanización y construcción en el recinto Expo. Lo que se ha hecho, esencialmente, es empezar a mandar instituciones a Ranillas, aunque sea a costa de dejar otros edificios de propiedad pública vacíos. También se han terminado instalando oficinas de empresas muy vinculadas a la Administración, como la MAZ, o que trabajan para ella, como Hiberus, y esto tras varias bajadas de precios en una ciudad donde lo que sobran son espacios para empresas. Si alguien duda que se dé una vuelta por Empresarium y sus filas de naves vacías, también apoyadas con dinero público, por cierto.

Todo ello acontece tras sucesivas ampliaciones de capital, la última de 109 millones. Un verdadero palo para una institución como la DGA con cada vez menos liquidez y metida en un rosario de proyectos que parece sólo generan deuda.

Además la misma Expo Empresarial genera gastos a su vez. Sólo en personal  más de 4 millones al año. En intereses sólo en el primer trimestre del año ha invertido 1,17 millones en el crédito dispuesto por una deuda viva de casi 104 millones. Según sus informes económicos la sociedad tiene liquidez. Cómo no la va a tener si la avalamos entre todos y todas. Por otro lado parte de los alquileres que se abonan a la sociedad son de instituciones y sociedades públicas. Vamos, que a la postre el dinero sale del mismo bolsillo: el de todos.

¡No se mareen! Que ya paro con las cifras astronómicas.

Aún quedan los típicos mantras repetidos sobre la cantidad de cosas que la Expo trajo a Zaragoza. Llegan los aniversarios y la gente saca sus moñacos de Fluvi o visitan la Torre del Agua la veintena de días al año que la abren. Otro grupo mucho más numeroso jura en arameo cuando tiene que desplazarse a los edificios institucionales de Ranillas cuando no les queda otro remedio.

Y unos poquitos, soy realista, pensamos que, a lo mejor, algún día, alguien que conozca todas las cuentas y la realidad de lo que pasó nos las explica. Seguiremos pagando el pufo, pero que nos dejen algo claro, como el agua de la que se supone iba la Expo, siempre viene bien.

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