En busca de las raíces

El repertorio de Gilberto Gil en Pirineos Sur estuvo marcado por la celebración del 40º aniversario de su disco ‘Refavela’ (Warner Music, 1977), álbum que fue grabado en Lagos, Nigeria

Gilberto Gil. Foto: @FestPirineosSur

Lo cierto es que el recital que dio el pasado sábado en el Festival Internacional de las Culturas Pirineos Sur el músico brasileño Gilberto Gil tuvo muchas similitudes con el que llevó a cabo el también americano Rubén Blades el pasado 13 de julio. En el aspecto meteorológico ambos peligraron por la lluvia, sólo que éste último en su ‘bis’ en lugar de en su inicio, y en ambos los músicos, acostumbrados a climas tropicales, se mostraron sorprendidos por el frío que hacía para ser verano, lo que es ya casi un clásico del festival.

Pero la más importante coincidencia que se dio entre ambos artistas fue, obviamente, en el terreno musical que estuvo marcado por una búsqueda de las raíces. El repertorio de Gil estuvo marcado por la celebración del 40º aniversario de su disco ‘Refavela’ (Warner Music, 1977), álbum que fue grabado en Lagos, Nigeria.

Este peregrinaje trató de saciar la búsqueda de un músico sudamericano de raza negra, como es Gil, sobre cuáles eran sus orígenes culturales más remotos, los cuales se podían extrapolar, además, a gran parte de las expresiones musicales actuales de las distintas américas. El fruto de esta búsqueda fue la mezcla de la música popular brasileña, que era la base de la que partía Gil, con sonidos locales como el afrobeat o el juju y, además, añadir también otras expresiones contemporáneas afroamericanas como el funk o el reggae.

Ésta fue básicamente la receta sonora que se pudo disfrutar a lo largo del concierto, aunque hubo espacio de sobra en el repertorio para temas de fuera de ‘Refavela’ pero todos encajados dentro de esta revisión de las raíces desde los géneros negros americanos. Por el lado africano estuvo el uso de instrumentos tradicionales como el balafón, una especie de xilófono amplificado con calabazas que le da una peculiar sonoridad, o la interpretación de ‘Compasso Pilon’, una canción popular de Cabo Verde que Gil interpretó con la ayuda de su corista de esta nacionalidad Mayra Andrade. Y por el lado de los géneros negros surgidos en América estuvo la versión de la celebre ‘Three Little Birds’ del jamaicano Bob Marley.

Toda esta mezcla sonora fue ejecutada por una compenetrada banda que apenas necesitaba mirarse para saber dónde se encontraba cada uno y lo que venía a continuación, lo que les permitía dedicarse a bailar y disfrutar de sus propias canciones. Tanta seguridad tenía el propio Gil en su solvencia que les dejó a su aire durante la primera media hora del concierto hasta que salió él al escenario. Y esta confianza se explicó cuando en la presentación de los músicos enumeró que entre ellos se encontraban uno de sus hijos, su nuera, su nieta y otra de sus hijas. Un show casi en familia con músicos que habían ‘mamado’ su arte desde la cuna.

Una vez finalizada la actuación de Gilberto Gil llegó el turno de sus compatriotas Hermeto Pascoal e Grupo. Pascoal es un muy veterano, tiene 82 años, y peculiar, su apariencia está a mitad de camino entre Gandalf y Papa noel, músico que dirigía una banda que era puro virtuosismo. Este conjunto se movió en unos ambientes sonoros que rozaban la improvisación perpetua del free jazz, lo cuál puede estar muy bien pero que quizá no era lo más adecuado para después de la calidez de Gil y que dejó con la duda de qué criterio usa la organización del festival para elegir el orden de los músicos dejando al principal de la noche en primer puesto en lugar de que otros calienten la velada para él, como suele ser más habitual.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies