El rompecabezas de la CAI

Muchas preguntas quedan abiertas estos días a la vista de la presentación de las conclusiones sobre la gestión de la primero fusionada y luego absorbida Caja de Ahorros de la Inmaculada. Una gestión que precipitó el hundimiento de la caja desde el año 2000. Todo ello parece ser que al calor del ladrillo y la inversión suicida.

Ima­gen del Pan­ti­cosa Resort, uno de los nego­cios estrel­la­dos de la CAI.
Ima­gen del Pan­ti­cosa Resort, uno de los nego­cios estrel­la­dos de la CAI.
Ima­gen del Pan­ti­cosa Resort, uno de los nego­cios estrel­la­dos de la CAI.

Muchas preguntas quedan abiertas estos días a la vista de la presentación de las conclusiones sobre la gestión de la primero fusionada y luego absorbida Caja de Ahorros de la Inmaculada. Una gestión que precipitó el hundimiento de la caja desde el año 2000. Todo ello parece ser que al calor del ladrillo y la inversión suicida.

Este 6 de noviembre, la comisión de investigación de las Cortes Aragonesas sobre la gestión de la CAI terminaba su labor y, a la vista de las conclusiones, no ha hecho sino poner por escrito lo que era evidente, aunque queda la sensación de que faltan piezas por encajar.

Que la segunda caja aragonesa, que gozaba de plena solvencia, o eso nos contaban, y contaba hasta con la bendición celestial (no olvidemos que fue fundada por un patronato católico) pase a ser rescatada en 10 años y acumule un ingente patrimonio inmobiliario invendible es como poco chocante. A ojos de cualquier ciudadano debería resultar vergonzoso, porque detrás de una gestión catastrófica se esconde la miseria para muchas personas y el engaño generalizado.

De ahí mi perplejidad., producida no solo por los resultados de la comisión, más que esperados, sino por el relativo silencio mediático en torno a un tema como este, que bien pudiera ser el escándalo económico más grande de Aragón en décadas.

Por supuesto las culpas hay que repartirlas. No hubo un solo actor sino muchos. Desde las más altas instancias (presidentes y ejecutivos) hasta trabajadores/as que vendían humo a sabiendas de lo que estaban haciendo. Sí, humo y basura, aunque la palabra suene fea.

Porque pura bazofia eran los créditos concedidos a miles de personas que se vieron asfixiadas por la deuda o, aún peor, perdieron sus casas, muchas de las cuales terminaron en desahucio. Se concedieron créditos de riesgo hasta por encima del valor de compra a familias que han terminado endeudadas de por vida con unos criterios más parecidos a la usura que a otra cosa, gestionados a través de una suerte de caja en paralelo, la llamada CAI inmuebles.

Apestan también las relaciones envenenadas con toda suerte de aventureros de la especulación y el ladrillo, que llevaron a operaciones tan delirantes como urbanizaciones con campos de golf con cientos de viviendas, como las Margas Golf, en Sabiñánigo donde se han terminado tirando precios con tal de quitarse la ladrillada de encima. Todo ello de la mano de la familia Nozaleda y su empresa Nozar, que empezó como una de las empresas estrella de la Expo 2008 y terminó como estrellada.

Aunque no fueron las únicas promociones que se estrellaron. Aquí y allá uno se encuentra con viviendas nuevas y vacías de constructoras desaparecidas que fueron avaladas por la CAI. En el mismo Zaragoza sobre todo, pero también en su entorno (Cuarte, Zuera...), en Calatayud, Zuera, Huesca o el Pirineo.

Y la cortina de humo se ha descorrido ahora que se sabe que se prestaron nada menos que 3000 millones de euros en operaciones inmobiliarias. Una tercera parte de todo el volumen crediticio de la entidad fue a este tipo de promotores y no está claro cuanto de ese dinero se ha recuperado y cuanto se va a poder recuperar.

De camino aparecieron operaciones tan turbias como el lío del Balneario de Panticosa y el Panticosa Resort. Despidos, obras paradas durante años, quiebra técnica y todo ello tras una destroza importante en el entorno pirenaico. Si miramos hacia los socios en esta aventura, entre ellos Nova Caixa Galicia y Bankia, poco más hay que añadir.

Claro, ahora viene la comisión de investigación y nos dice que Caja Inmaculada tuvo mala praxis, ineficaz análisis de riesgos, que no había controles ni auditorías adecuadas y que la dirección tuvo un comportamiento codicioso que precipitó lo que muchos veían como inevitable. realmente se limita a poner en unas 240 páginas lo que muchos, igual demasiados, sabían. Por ello resulta extraño que protesten por las filtraciones a la prensa. Filtraciones de secretos a voces.

El asunto CAI, respecto al tema de las cajas de ahorro, tampoco es nada nuevo en el Estado Español, solo habría que cambiar el nombre: directivos puestos más por sus amistades que por sus conocimientos económicos, carencia de órganos de control reales, acumulación de poder en los cuadros directivos y, como guinda, jubilación y despidos de oro para los responsables del desastre, de los que se lleva la palma Tomás García Montes, que se embolsó en su paso por la entidad 4.200.000 euros.

Todo ello por supuesto con la imprescindible ineptitud del Banco de España, que avisó de los problemas cuando ya no tenían solución viable. Total 7 añitos de nada, aunque el riesgo crediticio multiplicaba por tres lo que se considera idóneo.

Pero algunas cosas sí que llaman la atención en el proceso. En primer lugar que la CAI no era un experimento reciente precisamente, sino una entidad que llevaba funcionando desde 1905. Nido de oligarcas, como todas, pero que era percibida como estable por miles de aragonesas que tuvieron durante años sus ahorros en la cuerda floja sin saberlo.

Pero, sobre todo, sorprende el relativo silencio mediático en torno a todo este lodazal económico. Igual tiene algo que ver con que el que se ha quedado el nada desdeñable pastel de ser la única caja aragonesa es el verdadero capo de esta tierra, sobre el que opera una tácita ley de silencio: Ibercaja.

Claro, la caja de cajas aragonesa es propietaria de una tercera parte de Heraldo de Aragón, gasta millones en publicidad en todos los medios y esos medios igual prefieren no mover mucho el cadáver, no vaya a ser que apeste.

Tampoco hay que olvidar que por los consejos de administración de la caja pasaron muchas personas, algunas bastante notables y parte del empresariado zaragozano que ha optado por el calladito estoy más guapo, visto que callaron cuando la caja emprendió una huida hacia adelante que seguramente no ignoraban.

El destino de la Caja ha quedado reducido a una Fundación con un 4,85% de participación, patrocinios deportivos y un informe remitido a fiscalía, que ya veremos en que se sustancia. Años después de la quiebra encubierta de momento en impunidad.

A la ciudadanía nos quedarán las preguntas y nos seguirán faltando muchas piezas del puzzle, pero da la sensación de que también faltará quien las encaje en su sitio. Como ya he dicho, el hundimiento de la CAI no fue cosa ni de cuatro personas, ni de cuatro días y lo que parece claro es que hubo muchos espectadores del proceso que eludieron resolver el rompecabezas.

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[Leo Vargas, movimiento vecinal de Zaragoza y colaborador de AraInfo]

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