El PP y Las Mártires

La llegada del Partido Popular al Gobierno en 2011 ha supuesto, entre otros enormes desastres, la desaparición de hecho de la conocida como Ley de la Memoria Histórica, instrumento legislativo diseñado por el PSOE al que, a pesar de su limitado alcance, no se le pudo negar cierta intencionalidad en la búsqueda de reconocimiento hacia las víctimas del franquismo.

Parque Mártires de Uesca. Foto: Círculo Republicano “Manolín Abad”
Parque Mártires de Uesca. Foto: Círculo Republicano “Manolín Abad”
Parque Mártires de Uesca. Foto: Círculo Republicano “Manolín Abad”

La llegada del Partido Popular al Gobierno en 2011 ha supuesto, entre otros enormes desastres, la desaparición de hecho de la conocida como Ley de la Memoria Histórica, instrumento legislativo diseñado por el PSOE al que, a pesar de su limitado alcance, no se le pudo negar cierta intencionalidad en la búsqueda de reconocimiento hacia las víctimas del franquismo. No obstante el tímido planteamiento, el PP enterró la ley, en Aragón con el concurso entusiasta del PAR. Pero no lo hizo derogándola, sino retirando cualquier financiación, dictando una pena de muerte por inanición. Cómo no iba a hacerlo el partido heredero del régimen, fundado, además, por un ministro del dictador. El PP, que recorta el derecho a la justicia universal y desoye a la ONU cuando exige que se acabe la impunidad judicial del franquismo, nunca ha condenado el golpe de Estado de julio de 1936 y sus consecuencias nefandas, ni lo hará, está en sus orígenes, inserto en su marcador genético. ¿Se puede llamar demócrata un partido que no repudia a un criminal de guerra y no abomina de una dictadura sangrienta?

El PP de Huesca tampoco ha renunciado al franquismo y aunque tiene una oportunidad histórica en la inauguración del Parque de Las Mártires para pronunciarse con inequívoca claridad, dejará pasar ese incómodo momento sin inmutarse. En realidad, para el PP de Huesca y su aliado instrumental en el Ayuntamiento, el proyecto del cerro de Las Mártires no tiene más que un contenido puramente urbanístico, de ordenación y adecentamiento en una zona degradada. La construcción del monolito que recoge los nombres de los fusilados en la ciudad entre 1936 y 1945, no constituye sino un tributo ornamental carente de significado político, simbólico o memorialista. Un daño colateral, podría decirse, un accidente menor en el desarrollo del conjunto. Con todo, supondrá un duro golpe en la línea de la dignidad del PSOE local, incapaz durante años de recordar con un mínimo gesto la memoria del más de medio millar de fusilados en el transcurso de la guerra y la posguerra, un PSOE refractario incluso a honrar a su propio impulsor en la ciudad, el socialista Martín Aínsa Pinal, cuya tumba se halla en ese cementerio desde su fusilamiento el 11 de octubre de 1936.

La calculada y descontextualizada actuación popular en Las Mártires es además acientífica y ahistórica. Una gran oportunidad perdida para restituir la memoria, no solo de los asesinados, también de centenares de ciudadanos oscenses que fueron enterrados en ese espacio y cuyos restos, amontonados, acabaron en el Valle de los Caídos sin autorización de sus familiares, ni identificación siquiera administrativa. La alcaldesa Ana Alós, parapetada tras una tan imposible como hueca imagen de conformidad con la evocación hacia los represaliados, ha seguido el magisterio del regidor Mariano Ponz Piedrafita, que limpió la loma y firmó las órdenes de traslado a Cuelgamuros. Alós, que un día dará nombre a una calle al igual que Ponz y otros alcaldes de la dictadura, no se ha querido complicar el corte de cinta inaugural recabando informes técnicos a quien podía facilitarlos, por ejemplo el Instituto de Estudios Altoaragoneses, con el fin de otorgar el necesario alcance argumental y de identidad colectiva al proyecto. No le ha interesado puesto que no albergaba ninguna intención pedagógica o historiográfica, ni siquiera de homenaje, sino exclusivamente de resolución de un problema estético.

En el recinto del cementerio fueron incineradas entre septiembre de 1936 y junio de 1937 al menos ochocientas cincuenta personas, casi ciento cincuenta de ellas fusiladas por el fascismo. Cuando este ámbito quedó saturado se habilitó como espacio provisional de enterramientos la loma del lado derecho en el camino de acceso a la ermita. En este terreno, propiedad de la familia del alcalde fusilado Mariano Carderera, quedaron inhumadas otras trescientas ochenta personas. Del total, aproximadamente mil doscientos treinta, los restos de más de ochocientos ciudadanos emprendieron el viaje al panteón del caudillo en sucesivos envíos en 1959, 1960 y 1964. Esta información no figura en ningún panel del flamante parque, así como tampoco se ha aprovechado la remoción de tierras para realizar catas arqueológicas en busca de posibles restos todavía enterrados en precario y mucho menos se ha encargado un estudio para que el Ayuntamiento de Huesca pueda informar a esos centenares de familias –también familias de fusilados– del lugar donde reposan sus deudos. Este era el momento de hacerlo, otra oportunidad interesadamente perdida.

En el viejo cementerio de Las Mártires no se ha ubicado una placa en la tapia donde se fusilaba. Tampoco se han colocado lápidas o una modesta estela siquiera, en las tumbas anónimas que albergan los restos de asesinados, ni en ellas se depositarán unas flores puesto que a la alcaldesa nadie sabrá decirle –ni se habrá molestado en preguntarlo– dónde se encuentran los quince, como mínimo, represaliados que todavía permanecen en este lugar, amén de un número indeterminado de combatientes republicanos alojados en una posible fosa común que ha quedado sin excavar. No menos relevante es el hecho de que teniendo noticia el Ayuntamiento de la conservación de lápidas donde ya no hay restos por haber sido trasladados a lo largo del tiempo, se mantengan las mismas.

Este era igualmente el momento de averiguar la suerte corrida por los fusilados enterrados en el cementerio municipal en agosto de 1936, no menos de doscientos cinco, y entre diciembre de 1938 y enero de 1945, otros ciento noventa y cinco. De los primeros, será muy difícil obtener información precisa, en cuanto al segundo grupo, los cuerpos quedaron dispersos, sobre todo en los cuadros 1, 2 y 16, pero sin realizar un trabajo arqueológico sobre el terreno, complementado con la investigación en archivos, nada podrá darse por resuelto. En el cementerio municipal deben figurar los nombres de los allí fusilados, además, es preciso organizar una ruta de la memoria partiendo de los osarios habilitados en el antiguo recinto civil.

En definitiva, tanto al PP, encarnado por la jovial alcaldesa, como al regionalismo rampante asociado, términos como justicia, reparación y verdad, se les dan una higa. Han rehabilitado Las Mártires desde una perspectiva funcional, verde y puramente superficial, cosmética. Una actuación que se pervierte y deviene en fallida y estéril si se pretende atribuir a la misma un carácter histórico y de enaltecimiento. A lo que se ve, la sombra del franquismo es demasiado alargada todavía.

Víctor Pardo Lancina | Para AraInfo

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