Como viene siendo habitual en Aragón los primeros avistamientos e indicios de presencia de oso pardo, tras la hibernación, suelen generan titulares en prensa, circunstancia, ésta, que es aprovechada para dar visibilidad a las reivindicaciones del sector primario local de las zonas con presencia acreditada de la especie.
La aparición de unas huellas de oso pardo en el valle de Chistau y el avistamiento de un ejemplar en Ansó han desencadenado una serie de declaraciones en prensa, algunas de ellas hacen referencia a la próxima convocatoria de subvenciones para la adaptación de la ganadería extensiva a los retos ambientales y desafíos socioterritoriales correspondientes al año 2021.
Joaquín Solanilla, secretario provincial de UAGA, considera insuficientes las ayudas para la adquisición de mastines e instalación de vallados y cercados eléctricos. Desde la Asociación Lobo Aragón coincidimos en valorar que las medidas subvencionadas son insuficientes, en lo que diferimos es en ciertos aspectos de las mejoras que propone ya que condiciona la adopción de medidas extraordinarias de vigilancia a la presencia puntual del oso en un determinado lugar, sugiriendo además una mejora de los accesos a los puertos donde permanece el ganado, para poder llegar con rapidez una vez detectada la presencia del oso.
Julio Bóscolo, veterinario de la ADS y secretario técnico de la Asociación de Criadores de Ovino Ansotano, apunta hacia una mejora de las condiciones de vida de los propietarios de ganado ovino en extensivo, alteradas por la presencia del oso, que no pueden verse obligados a estar tres meses durmiendo en los puertos donde pasta su ganado.
En Lobo Aragón vamos más allá, consideramos que las medidas extraordinarias de vigilancia deberían ser de carácter permanente, durante todo el tiempo de permanencia del ganado en los puertos, contratando un servicio de vigilancia 24 horas con pastores profesionales y alumnos en prácticas de la recién estrenada Escuela de Pastores de San Juan de Plan, que recientemente ha formalizado un convenio de colaboración con la Fundación Monte Mediterráneo con el objetivo de establecer un marco de trabajo conjunto.
Proponemos la restauración de infraestructuras que puedan alojar adecuadamente a los trabajadores desplazados a los puertos para realizar las labores de vigilancia, la incorporación de perros de vigilancia debidamente adiestrados y la incorporación de todos los elementos que sean necesarios para hacer posible la labor de los pastores contratados en unas condiciones dignas.

Sabemos que esto es posible porque ya se está haciendo en otros lugares del Pirineo.
Las comarcas del Valle de Arán y Pallars Sobirà han sido capaces de frenar el éxodo rural, incrementando su población y manteniendo, a su vez, una población estable de oso pardo que oscila entre los 25-30 ejemplares que comparten territorio con miles de cabezas de ganado menor y mayor. Se contrató un servicio de vigilancia 24 horas a cargo de pastores profesionales y se puso en marcha un programa de prácticas con Escuela de Pastores de Cataluña, se rehabilitaron cabañas de pastor en los puertos y se acondicionaron las que ya existían, poniendo todos los medios necesarios con el objetivo de reducir la conflictividad al mínimo, y se consiguió, creando a su vez empleo en el medio rural y restaurando parte del patrimonio cultural ligado a la ganadería.
Por otro lado, la experiencia y los conocimientos adquiridos en proyectos como el PirosLife, deberían ser de utilidad ante la diferentes casuísticas que se van a dar a medida que el oso pardo se recupere.
Poco a poco la pretensión de presentar al oso como una extravagancia zoológica que debe ser urgentemente subsanada mediante extradición, debería dejar paso a reivindicaciones razonables que se distancien de paradigmas demagógicos ajenos a la realidad ambiental y socio-económica en la que vivimos.
El balance anual de 2020 del Grupo de Seguimiento Transfronterizo del Oso Pardo en los Pirineos (GSTOP) ha publicado recientemente que la población de osos en esta cordillera ha alcanzado los 64 ejemplares (población mínima observada), probablemente la cifra más alta conocida en casi un siglo. El área geográfica con presencia de oso pardo es aproximadamente de 8200 km2.
Se espera que en el plazo aproximado de una década (>10 años) la población de oso pardo en el Pirineo alcance los 70-80 ejemplares, en una única población no fragmentada, sin áreas intermedias con ausencia de la especie, a lo largo del sistema montañoso.
Se pretende que los daños a la ganadería y la apicultura disminuyan hasta valores cercanos a cero en las explotaciones protegidas y que el número de explotaciones no protegidas se reduzca al mínimo, asociando la conservación de la especie y los ecosistemas que ocupa a una producción local con identidad propia cuya seña de identidad sea el oso pardo (en todo caso esta decisión queda en manos de los productores locales, solo ellos pueden dar el paso).
Aragón no puede ser el obstáculo que impida la recuperación de ésta y otras especies en la cordillera pirenaica, como ya hemos dicho en anteriores ocasiones no se pueden subordinar las políticas de conservación y desarrollo rural a los planteamientos erróneos de determinados grupos de presión que mantienen secuestrado el futuro tanto de los que disienten de sus consignas como de los que las aplauden.