El hambre se duplica en los 10 lugares más afectados por el cambio climático

Los beneficios de dos semanas de las empresas de hidrocarburos financiarían todos los llamamientos humanitarios de la ONU

unas manos cogiendo la cosecha hambre
Ismael Muhammad, en un intento desesperado por salvar su cosecha de la langosta, cosechó el sorgo demasiado pronto. La cosecha atrofiada solo puede servir como alimento para su ganado, pero evitará que sus vacas y camellos mueran de hambre. Jijiga (región somalí en Etiopía) | Foto: Merge Petterik Wiggers (Oxfam Intermón)

Los 10 Estados más afectados por el cambio climático han sufrido un incremento del 123% del hambre severa en los últimos seis años, según un informe publicado por Oxfam Intermón. Se trata de los lugares que han sumado un mayor número de llamamientos de emergencia de Naciones Unidas asociados a fenómenos meteorológicos extremos.

"El cambio climático ya no es una bomba de relojería: está explotando ante nuestros ojos”, dice Gabriela Bucher, directora ejecutiva de Oxfam Internacional. “Está provocando que los fenómenos meteorológicos extremos, como las sequías, los ciclones y las inundaciones – que se han multiplicado por cinco en los últimos cincuenta años – sean más frecuentes y letales.”

El informe Hambre y calentamiento global ha revelado que esos 10 puntos críticos – Somalia, Haití, Yibuti, Kenia, Níger, Afganistán, Guatemala, Madagascar, Burkina Faso y Zimbabue – han sufrido repetidamente los embates de los fenómenos meteorológicos extremos durante las últimas dos décadas. En la actualidad, 48 millones de personas se encuentran en situación de hambre severa en estos países, frente a los 21 millones de personas de 2016. De ellas, 18 millones están al borde de la hambruna.

"Para los millones de personas que ya han sido golpeadas por los continuos conflictos, el aumento de la desigualdad y las crisis económicas", explica Bucher, "la recurrencia de las crisis climáticas se está convirtiendo en el golpe de gracia. La oleada de desastres climáticos supera con creces la capacidad de las personas pobres para hacerles frente, sumiéndolas aún más en una situación de hambre extrema".

Refugiadas climáticas

Somalia se enfrenta a la peor sequía registrada, y se prevé que la hambruna se manifieste en dos de los distritos del Estado, Baidoa y Burhakaba. Un millón de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares debido a la sequía. El país ocupa el puesto 172 de 182 países clasificados según su preparación para hacer frente al cambio climático.

En Kenia, la actual sequía se ha cobrado la vida de casi 2,5 millones de cabezas de ganado y ha hecho que 2,4 millones de personas estén pasando hambre, entre ellas cientos de miles de niños y niñas en situación de desnutrición aguda.

En Níger, 2,6 millones de personas sufren hambre severa en este momento (lo cual supone un incremento del 767% respecto a 2016). La producción de cereales se ha desplomado en casi un 40%, ya que los fenómenos meteorológicos extremos, unidos a los incesantes conflictos, dificultan cada vez más las actividades agrícolas. Si el calentamiento global supera los 2°C, la producción de alimentos básicos como el mijo y el sorgo podría desplomarse hasta un 25% más.

Burkina Faso ha sufrido un alarmante incremento del hambre, que ha aumentado en un 1350% desde 2016, con más de 3,4 millones de personas en situación de hambre extrema en junio de 2022, a causa del conflicto armado y del agravamiento de la desertificación de las tierras de cultivo y pastoreo. Si el calentamiento global supera los 2ºC, la producción de cereales como el mijo y el sorgo podría reducirse entre un 15 % y un 25 %.

En Guatemala, una grave sequía ha contribuido a la pérdida de casi el 80% de la cosecha de maíz, y ha arrasado las plantaciones de café.

"Hemos pasado casi ocho días sin apenas comida", cuenta Mariana López, una madre que vive en la localidad de Naranjo, en el Corredor Seco de Guatemala. La sequía persistente la obligó a vender sus tierras.

Los más afectados, los menos responsables

El hambre derivada de los efectos del cambio climático es una clara muestra de la desigualdad mundial. Los lugares menos responsables de la crisis climática son no solo los que están sufriendo más sus efectos, sino los menos preparados para hacerles frente.

En conjunto, estos 10 puntos críticos del cambio climático generan tan solo el 0,13% de las emisiones mundiales de carbono, y todos ellos se encuentran entre el tercio de Estados menos preparados para hacer frente al cambio climático.

Por el contrario, los Estados industrializados y contaminantes como los del G20 - que controlan el 80% de la economía – son responsables, en conjunto, de más de tres cuartas partes de las emisiones mundiales de carbono.

Las y los dirigentes de estos Estados siguen apoyando a las riquísimas empresas contaminantes que, en muchos casos, proporcionan un importante apoyo a sus campañas electorales. El promedio diario de los beneficios obtenidos por las empresas de hidrocarburos en los últimos cincuenta años asciende a 2.800 millones de dólares estadounidenses.

Los beneficios obtenidos por estas empresas en menos de 18 días bastarían para financiar la totalidad de los llamamientos humanitarios de Naciones Unidas en 2022, cuyo coste asciende a 49.000 millones de dólares.

El hambre en la COP27

Son necesarios cambios significativos en las políticas a fin de hacer frente a la doble crisis del cambio climático y el hambre. Si no se adoptan medidas inmediatas y de alcance masivo, la creciente espiral de hambre no se detendrá.

En vísperas de las reuniones de la Asamblea General de las Naciones Unidas esta semana, y de la COP27 que se celebrará en noviembre, las y los líderes de los Estados ricos y contaminantes - especialmente - deben cumplir con sus compromisos de reducción de emisiones.

Deben financiar las medidas de adaptación y las pérdidas y daños en los países de renta baja, además de inyectar de manera inmediata los fondos necesarios para financiar el llamamiento de las Naciones Unidas, a fin de dar una respuesta absolutamente vital en los Estados más afectados.

"No podemos solucionar la crisis climática sin corregir las desigualdades estructurales de nuestros sistemas alimentario y energético. Aumentar los impuestos de los más contaminantes podría cubrir fácilmente los costes. Tan solo el 1 % del promedio de beneficios anuales de las empresas de hidrocarburos generaría 10.000 millones de dólares, una cantidad que bastaría para cubrir la mayor parte del déficit del llamamiento global de seguridad alimentaria lanzado por las Naciones Unidas", dice Butcher.

Asimismo, la cancelación de la deuda puede contribuir a que los Gobiernos liberen recursos para invertir en la mitigación del cambio climático.

"Los países más ricos y contaminantes tienen la responsabilidad moral de compensar a los países de renta baja más afectados por el cambio cambio climático. No es caridad: es una obligación ética", afirma Bucher.

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