Otra vez la corrupción, en España cada cierto tiempo vuelve la corrupción, es la manera de funcionar de un modelo de pelotazo y dinero rápido. Es la manera de repartirse el ingente trasvase de dinero público a manos privadas pilar fundamental de nuestro modelo capitalista español. El PP, el PSOE, y sus históricos socios como CIU del 3% han sido corresponsables de ello como representantes del poder político durante los últimos 40 años.
Pero la corrupción es el control del poder político mediante el soborno por parte de empresarios sobre los que no se pone el foco nunca, porque igual que compran políticos, compran medios de comunicación o jueces. Aquí todo se compra, el que tiene dinero tiene privilegios.
Pero esta vez afecta a un gobierno de coalición, donde junto al PSOE está Sumar. Un gobierno de coalición que nació de una moción de censura contra la corrupción, práctica también la corrupción. En mucha menor medida que el PP que desalojó, pero esto no es una cuestión de tamaño, es una cuestión de principios y ante los ojos de muchos votantes el gobierno de coalición ha traicionado su hito fundacional.
Pedro Sánchez siempre dijo estos siete años de gobierno de coalición que el lawfare y la corrupción se fueron por el desagüe de la moción de censura, hoy descubrimos que el desagüe estaba taponado y no se ha hecho nada por destaponarlo estos años. Aún con gobierno de coalición, el poder económico ha seguido operando como siempre mediante la corrupción, porque el modelo ha seguido siendo el del pelotazo y dinero rápido del trasvase de dinero público a manos privadas.
Que los dos últimos secretarios de organización del PSOE estén implicados da a entender que pueden ser más de tres sinvergüenzas y sitúa a Pedro Sánchez cuanto menos en culpa in vigilando pues él nombró a los dos secretarios de organización y al ministro de transportes. Pero sea como fuere, tres sinvergüenzas son ya muchos sinvergüenzas.
Demasiados para ser creíble cuando denuncias, con toda razón, al novio de Ayuso o al narco de Feijoo. Somos lo mismo para esos ciudadanos que escuchan con morbo y desprecio la telenovela de audios entre Koldo, Cerdán y Ábalos.
No pongo la mano en el fuego por nadie y no sabemos dónde acabará esto, pero por ahora es menos grave que todo lo del PP, pero para los ciudadanos estamos ya al mismo nivel. Es injusto, pero es así. Todos roban, todos son iguales, es una realidad en la cabeza de la gente.
Y contra esa realidad tenemos que batallar a partir de ahora, recuperar la credibilidad de que no somos lo mismo, porque desde luego no lo somos. Y para eso tiene que haber más que un perdón y un “no debimos de confiar”.
Entregar el acta y darse de baja no es suficiente. Cinco días de reflexión para no hacer nada tampoco. Esto no se soluciona con una simple reforma del Consejo de Ministros o de la ejecutiva del PSOE confiando que no existe mayoría alternativa o que el PP no tiene credibilidad en este tema. El descrédito de la izquierda es suficiente para que gane la derecha. El gobierno de coalición debe recuperar la credibilidad en este asunto. Porque es desde el gobierno de coalición donde se ha producido la corrupción.
Este lunes ya han pasado cuatro días y si el gobierno sigue así y no hace nada se equivoca, hay una guerra sucia para sacar al gobierno de coalición, pero todo lo ocurrido estos días, hará a partir de ahora más creíble esa guerra sucia. Es difícil denunciar que juegan sucio, cuando tú también lo haces.
El gobierno de coalición no puede seguir arrastrando los pies. Lleva apagado desde el apagón, limitándose a salir de entuertos. Lo más probable es que no de ese giro de 180 grados que hablaba Yolanda Diaz. Ni esto sea un punto de inflexión. Ya pasó cuando Pedro Sánchez se ausentó cinco días.
Lo más probable es que sigamos como estamos, que ya estábamos como estamos. Con rearme, sin solucionar lo de la vivienda y sin PGE ni agenda legislativa de conquistas sociales, porque no hay condiciones de gobernabilidad desde la izquierda. Más que nada porque PNV y Junts son de derechas.
Mientras la ultraderecha vuelve a manifestarse en Ferraz cantando el 'Cara al sol'. Todo lo que decía en esa guerra sucia ahora parece más creíble, aunque no lo sea, y eso le da alas. El mafia o democracia con el que PP salió a la calle el fin de semana pasado en Madrid tiene desde el jueves más sentido para mucha gente, aunque el PP sea un partido condenado por corrupción. Estamos en la política de consumo rápido y las cosas se olvidan. Que las manifestaciones contra la corrupción las lidere la ultraderecha es para hacérnoslo mirar. Pero claro, como vamos a salir a manifestarnos nosotros, la gente nos diría “antes de salir a manifestaros, saliros primero del gobierno que hace eso que criticáis”.
Y ahí está el problema, recuperar la credibilidad no es exigir a un gobierno del que formas parte, cosas que nunca hace. Y esto vale para el rearme, la vivienda y ahora la corrupción. Podría ser peor y no estar ni exigiéndolas e incluso justificándolas. Es cierto, pero no es suficiente para recuperar la credibilidad.
O se logra ese giro de 180 grados y ese punto de inflexión, o será un paso más en la boca del lobo. Ese giro pasa por medidas de regeneración donde caiga quien caiga, sea del partido que sea o haya participado desde fuera de los partidos. Que en la corrupción participa la política y la alta función pública por donde pasan expedientes mirando para otro lado o poniendo el cazo.
Pero sobre todo caiga quien caiga de los corruptores, esas empresas corruptas. La mejor manera de lograr proyectos políticos y gobiernos limpios de corrupción es teniendo proyectos políticos y gobiernos que estén en guerra abierta contra quienes corrompen. Contra esos poderes económicos que siempre han controlado el país con corrupción. Por lo tanto, ese giro de 180 grados pasa por la confrontación con empresas como Acciona que corrompe mientras el año pasado tuvo una facturación récord. Una labor de conflicto de intereses entre la defensa de lo público frente al negocio, pero también pedagógica, que señale la raíz de la corrupción.
Se debe exigir y estamos en condiciones de hacerlo, somos el socio de gobierno limpio de corrupción al que le afecta lo que su otro socio está haciendo. No, esto no es un problema del que nadie estamos exentos como dice Pedro Sánchez. El gobierno es de coalición y la otra parte no tenemos corrupción, ni en los cinco ministerios de Sumar, ni en los cinco de Unidas Podemos hubo amaño de contratos. Es más, somos los que hemos sufrido el lawfare injustamente, cuando ni siquiera se llamaba lawfare estuvo Antonio Torrijos o Manuel Fuentes. Tenemos autoridad en este tema no solo IU, también el resto de compañeros de Sumar y también Podemos, ERC o Bildu. Hay que poner medidas y calendario, y consecuencias si no se cumple. O logramos que el gobierno tome la iniciativa y destape el desagüe de la moción de censura caiga quien caiga, o seremos agua estancada en un desagüe taponado.