El Congreso español asiste a un debate estéril sobre la corrupción del Partido Popular

Durante los 50 minutos que han durado, en total, las tres intervenciones de Mariano Rajoy, ni en una sola ocasión la palabra Gürtel se ha deslizado por la boca del presidente del Gobierno español. Ni una sola referencia al respecto.

Foto: @Congreso_Es

Debate crispado y estéril, a partes iguales, el celebrado este miércoles en el Congreso español. El objetivo no era otro que instar al presidente Mariano Rajoy a dar explicaciones sobre la financiación ilegal del partido más corrupto de Europa. Aunque ha quedado claro que el Partido Popular, y más concretamente su presidente, se mueve como pez en el agua cuando llega el momento de hablar sobre corrupción. No olvidemos que les sobra experiencia en este ámbito.

Visto lo visto, cabría reconocer que el Congreso español tampoco es un buen lugar para someter a Rajoy a un interrogatorio. No lo fue la sala de la Audiencia Nacional el pasado mes de julio, así que el Parlamento todavía menos. Y para muestra, un botón. Durante los 50 minutos que han durado, en total, las tres intervenciones de Mariano Rajoy, ni en una sola ocasión la palabra Gürtel se ha deslizado por la boca del presidente del Gobierno español. Ni una sola referencia al respecto.

Claro, en este sentido, el debate ha sido llevado por los Populares por unos derroteros a los que la opinión pública ya está acostumbrada: Catalunya, Venezuela e Irán, y ahora mismo el terrorismo yihadista. Pero por lo que respecta a las responsabilidades políticas sobre la financiación irregular del Partido Popular, nada de nada. Eso ocurrirá en Venezuela, en Irán, en la Catalunya independentista, pero en un partido que tiene en sus filas a más de 850 personas imputadas –actualmente investigadas- por corrupción, en absoluto. No les consta.

Nada tiene que ver con Rajoy que su partido, el mismo que él lidera desde hace trece años y al que la Guardia Civil tildó en su día de organización criminal, se haya convertido en el primero de la historia de la democracia española en ser investigado –anteriormente imputado-. Por supuesto, tampoco tiene nada que ver el que Rajoy haya conseguido otro hito más dentro de la breve historia de la democracia parlamentaria: convertirse en el primer presidente del Gobierno español en acudir a declarar en calidad de testigo por un caso de corrupción ante el tribunal de la Gürtel. Pero diantres, ¿corrupción? ¿qué corrupción?

Así pues, el de este miércoles ha sido un debate tosco, bronco y con el síndrome post-vacacional flotando en el ambiente del hemiciclo. Una sesión extraordinaria que no ha servido absolutamente para nada. Lo único reseñable, quizá, ha sido la poca habilidad política con la que cuenta la hoy portavoz del Partido Socialista, Margarita Robles. Falta de experiencia, también, de la que ha hecho gala la jueza y que le ha llevado en alguna ocasión a pies de los caballos montados por los y las jinetes del Partido Popular, con el caso Lasa-Zabala como recordatorio de falta de ejemplaridad.

Por su parte, al Secretario General de Podemos, Pablo Iglesias, se le ha visto voluntarioso, tranquilo y con ganas en el debate, aunque las seis preguntas concretas realizadas a Mariano Rajoy se han quedado en ‘agua de borrajas’ y el de la formación morada se ha ido diluyendo como un azucarillo. Aún así, no le deberían de pillar por sorpresa a Iglesias la retahíla de argumentos que siempre esgrimen los populares a la hora de hablar de corrupción.

Y por lo que respecta a Albert Rivera, líder de Ciudadanos, éste se preguntaba cómo iba Rajoy a decir la verdad en su comparecencia ante el Congreso español, “si a lo mejor no dice la verdad en los tribunales [sic], ¿cómo la va a decir en un mitin?”, aseveraba Rivera. Quizá el de la formación naranja no recuerde que el presidente del Gobierno español, esa persona a la que acusa –a lo mejor- de mentir, ejerce como tal gracias al apoyo que su formación le brindó en su día para ser investido.

Cabría reconocer también, en favor de sus señorías, el poco tiempo con el que han contado para sus intervenciones las y los diferentes portavoces parlamentarios y donde la presidenta de la Cámara Baja, Ana Pastor, ha tenido mucho que ver.

Por lo demás, lo de siempre. Referencias a Catalunya y a su inminente referéndum del próximo 1 de octubre: ahora sí, “eso es lo importante”, subrayaba Rajoy. Pero en definitiva, una sesión extraordinaria que bien se podría resumir bajo el título de aquella película protagonizada por Gene Wilder y Richard Pryor, ‘No me chilles que no te veo’. O lo que es lo mismo, pregunta lo que quieras que yo te responderé lo que me venga en gana. Tal cual.

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