
El segundo sábado de mayo ha vuelto a ser la fecha elegida para la tradicional subida a la Peña Montañesa, de 2291 metros, que organiza el Club Atlético Sobrarbe (CAS). En esta ocasión, unas 70 personas culminaron la emblemática cumbre tras recorrer los habituales itinerarios de la vertiente del Monasterio de San Beturián y de la collada de Ceresa. Dos grupos más experimentados, sin embargo, se atrevieron con el trazado de la Canal Mayor y por la cresta que une las diferentes cimas de Sierra Ferrera.
Se cumplieron las buenas previsiones meteorológicas y horarias y a las 7:30 de la mañana todos los grupos se encontraban ya encarando los primeros tramos de la excursión. “Se trata de una ocasión perfecta para redescubrir caminos que hace tiempo que no había transitado y, además, compartiéndolo con otras personas en un buen ambiente”, nos contaba Roberto, incapaz de enumerar el número de veces que ha ascendido a la Peña Montañesa.
Andarines de la comarca, pero también los invitados Montañeros de Aragón de Balbastro, los amigos del vecino Club Nabaín o un grupo de excursionistas catalanes y valencianos se sumaron a la cita. “Hace ya años que, en un viaje al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, nos quedamos prendados de la belleza de esta montaña. Ahora, gracias a internet, hemos podido sumarnos a esta ascensión tradicional y conocer así a las fabulosas gentes de la zona”, nos explica un miembro del Grupo Excursionista de Argentona (Barcelona).
Tres horas y media más tarde y tras atravesar la amplia vaguada de Plans, unos, y a temible pedrera de la cara norte, otros, los grupos confluían en el vértice geodésico que culmina de la mole calcárea. Sólo quedaba bajar…
La Peña Montañesa, o picón d’o Libro en aragonés, es uno de los símbolos de la comarca. No en vano, sus prominentes tapias, pilares y canales despliegan su atractivo a casi cualquier punto del sur de Sobrarbe, desde donde puede observarse en sus diferentes tonalidades en función del momento del día y del año. Seguramente sea este el motivo de que, ya en el año 1976 –en el que se fundó el CAS-, se organizara la primera ascensión en grupo. “Aquel año una pequeña víbora mordió a un niño, por lo que tuvimos que bajar rápidamente al médico de Laspuña. Se le inflamó todo el brazo, pero todo se quedó en un susto”, recuerda el actual presidente José María Lafuerza. Tras algunos parones a finales de los 80 y principios de los 90, en 1999 se retomó la cita que se ha mantenido como uno de los días grandes del club hasta la fecha.
Aquellos que no quisieron exponerse a las duras pendientes de este emblemático risco, con un desnivel de 1200 metros en unos 10 kilómetros de recorrido, tuvieron la oportunidad de agregarse al itinerario alternativo. Unas 30 personas eligieron esta opción, con salida en Aínsa y final en el restaurante de El Plano. Allí todos los participantes dieron por terminada la jornada con una gran comida y la entrega del regalo conmemorativo. Tras el banquete, los organizadores de la marcha ya piensan en la próxima edición, en la que se cumplirá el 40 aniversario de la iniciativa. ¿Qué nos prepararán?