El gobierno español y el Partido Popular se han acostumbrado a ponerse de perfil. Se esconden, ridículamente, tras un tronco que no les cubre. Miran hacia otro lado y silban tonadillas recurrentes cuando, cada vez con más frecuencia se reclama su atención. No es exagerado, su presidente incluso llegó a esconderse dentro de un televisor.
Este domingo Catalunya organizaba una consulta en torno a su independencia, que pese a la ilegalidad que tibiamente se imponía desde Madrid y pese a los Ajuntaments que no permitieron que se votara, ha tenido una gran participación. Más del 30% del censo se ha acercado a votar en colegios que han sido gestionados voluntariamente, en un proceso que ha movilizado a más de dos millones de personas, y que arroja un resultado esclarecedor: el 80% de los votantes catalanes de este 9N desean ser independientes.
La respuesta del gobierno a la contundente propuesta catalana la oiremos si logra salir de su escondite. Si lo hace, fingirá sorprenderse, cuando le advirtamos que el árbol le descubre por ambos lados y simulará no haberse escondido. A lo mejor pasaba por allí. No se mostrarán avergonzados, no deben conocer el concepto, pero en lugar de afrontar el asunto, sin duda silbarán mirando a otro lado. Solo si la tonadilla silbada sigue sin convencer a nadie, terminará apuntando con su dedo al Tribunal de la del 78, esa que otrora fue infalible carta magna y hoy comienza a ser denostada.
Tras el 9N, cualquier gobierno no aficionado al escondite ni al camuflaje, optaría por salir a la palestra y, cuando menos, combatir dialécticamente la opción independentista.
Este, no lo va a hacer. Seguirá intentando no asomar, no moverse, no hacer ruido, para que nadie se percate de su presencia.
Salir a la palestra le puede acarrear algún error. La democracia pende de un hilo si no se escucha al pueblo. La gracia de esta forma de gobierno, se encuentra en la pluralidad de opiniones y en la convivencia de las mismas. Sin embargo, la democracia para el gobierno español es únicamente la que él proclama. Sin duda, y pese a las reticencias del estado español, la jornada de ayer es claramente democrática en Catalunya. ¿Cómo responder desde los postulados españolistas a esta consulta? Mejor seguir escondido, disimulando. Quizá en privado, sin la mirada atenta de tanto díscolo que les ha tocado gobernar, se atrevan a decir lo que piensan, que democracia, solo hay una, la que ellos imponen.