Edificio de Interés Histórico: tres palabras para romper un barrio y apuntalar un andamio

Los años dorados de la élite franquista, un ayuntamiento que permanece en silencio y un vecindario que ha visto su vida pasar a la sombra de un andamio componen el rompecabezas del conflicto que despertó el pasado viernes por el abandono del entorno de la calle Pignatelli

Andamio de la calle Pignatelli. Foto:Pablo Ibáñez.

En 1986 pasaron, al menos, dos acontecimientos en la familia Coca-Ambrós, uno cambiaría el destino de la familia de banqueros, arquitectos y arquitectas y otro el de un vecindario que envejecería a la sombra de un andamio. La tarde del 26 de junio, el heredero de un imperio que creció al abrigo del generalísimo se suicidaba en su palacete de Madrid tras endeudar más de 20.000 millones de pesetas. Ignacio Coca acabó con su vida después de ser condenado por fraude por la venta del banco familiar a Banesto y ocultar que la entidad se encontraba en bancarrota. Atrás quedaban los días en los que la familia rodeada de los Martínez-Bordiú y los Girón construía en la Costa del Sol el paraíso de la élite franquista: el gran Hotel Los Monteros de cinco estrellas, el club social, el campo de golf y varias residencias de lujo.

También en ese año pero en una ciudad más modesta, se aprobaba el Plan General de Ordenación Urbana de Zaragoza que catalogaba un edificio propiedad de la familia Ambrós como Edificio de Interés Histórico-Artístico con el grado de Interés Ambiental. Otra familia con solera que se uniría a la de los Coca gracias al matrimonio de María Luisa Ambrós Barrau con uno de los hermanos del banquero, Julián Coca. Su padre, Manuel Ambrós Escanellas, era un conocido arquitecto responsable de lugares tan emblemáticos como el Teatro Albéniz de Asturies, construido en 1947, o la Universidad Laboral de Zaragoza, inaugurada en 1967.

El edificio del número 78 de la calle Pignatelli, al igual que muchos otros de la zona, a pesar de contar con este distintivo y que una de sus dos fincas datase del siglo XVI, pasó por la familia sin pena ni gloria hasta que en 1998 se declaró en ruina. En la ciudad de Zaragoza hay unos 765 registros de edificios protegidos por “Interés ambiental” donde solo está permitido la rehabilitación y donde es obligatorio conservar la fachada y la caja de las escaleras, solo en la calle Ramón Pignatelli descansan unos 37 edificios de las mismas características.

Este bloque concreto de viviendas fue el resultado de reformar dos fincas en 1880 que pese a caer en el olvido, el informe histórico artístico aseguraba que contaba “con interesantes y poco frecuentes decoraciones en el mirador, unidas y reformadas dentro de la estética del eclecticismo finisecular”.

Actualmente, el edificio es propiedad de una de las hijas del arquitecto, Pilar Ambrós Barrau, y su sobrino, Julián Coca Ambrós que han tratado desde que se declaró en ruinas tumbar esta ordenanza y participar en el gran juego de la especulación inmobiliaria del centro de la capital aragonesa. Entre proyectos, recursos, alegaciones, licencias para demoler el edificio e intentos de descatalogación del edificio han pasado más de 20 años sin cuidar y sin recuperar esta pequeña parte del cada vez más deteriorado patrimonio histórico de la ciudad.

Andamio de la calle Pignatelli. Foto:Pablo Ibáñez.

La llegado del andamio

Pese a que han pasado ya dos décadas después del abandono del edificio, el vecindario se acuerda de todos los recursos presentados por la familia cada vez que pasan por el andamio que ocupa gran parte de la calle y que sostiene lo que queda del bloque de viviendas. En 2003 se colocó la primera estructura para sujetar la fachada y evitar el desprendimiento y posibles accidentes derivados de su mal estado y, como denuncian desde Calles Dignas, todavía sigue ahí. Pese a las numerosas peticiones y requerimientos de urbanismo para que se cambie la sujeción de la estructura al interior del edificio o se rehabilite la fachada, la familia propietaria sigue ocupando el espacio público.

La asociación patrimonialista Apudepa recuerda que para resolver este conflicto hay que empezar a mirar hacia arriba, “basta ya de que nadie eche la culpa al de abajo, ocultando la compleja realidad. Los ciudadanos no debemos caer en ese tópico-trampa”. Por ello, aseguran que a la hora de proteger estas calles “ha habido dejación de funciones de los técnicos responsables de diversos departamentos de la administración, especialmente desde el área del urbanismo: inspección urbanística, planeamiento urbano, vivienda y PICH (Plan Integral del Conjunto Urbano)”.

Antes de cumplir con los requerimientos, la familia propietaria aprovechó para derribar la parte del edificio que no está protegida e incluso poner el solar a la venta en Idealista. Aunque ya ha sido retirado de la web de la inmobiliaria hasta julio todavía se podía comprar por unos 448.000 euros, un anuncio que no advertía de la catalogación de la fachada como Edificio de Interés Histórico.

Además de mirar hacia las instituciones, desde Apudepa advierten de que no hay que perder de vista los pasos que dan los propietarios de los edificios de la zona que “a sabiendas las mantienen en condiciones inmundas, infrahumanas, imposible de aceptar por cualquier persona, o, inquilino en condiciones normales”.

La familia también ha hecho oídos sordos al informe de bomberos que en enero de este 2019 confirmaba que en caso de incendio en la calle o en el edificio de enfrente el andamio que ocupa gran parte de la calle impediría que el camión de bomberos accediera al edificio: “El andamio que mide 16 metro de longitud limita la operatividad de la escalera en las viviendas de los portales impares, al no poder emplazarla separada de la fachada”.

Andamio de la calle Pignatelli. Foto:Pablo Ibáñez.

El vecindario en pie de guerra

Tras estos años de bloqueo, el vecindario se ha unido en un frente común para exigir al Ayuntamiento de Zaragoza que tome cartas en el asunto y se ponga en marcha para recuperar la imagen de este y otros edificios de la zona. El pasado viernes más de 200 personas acompañadas de personas de varios partidos políticos como CHA y Zaragoza en Común y entidades sociales y de recuperación del patrimonio histórico como Apudepa o Calles Dignas se manifestaron frente al Ayuntamiento para exigir al alcalde, Jorge Azcón, que arranque el proyecto de mejoras de la zona de Pignatelli.

No obstante, tanto desde Calles Dignas como Apudepa, señalan que el abandono de estas calles es responsabilidad de todos “los partidos políticos que han ostentado las mayorías en el ayuntamiento zaragozano, años de no intervención que damos por perdidos”, apunta Apudepa en un comunicado: “Ha sido la propia administración con su inhibición durante muchos años la que ha ido alentando entre la población zaragozana un desarraigo sistemático hacia la rehabilitación de la vivienda antigua, es decir, la arquitectura histórica. Esta arquitectura no se valora, se vacía, se arruina y se especula con ella”.

Ya en abril de este 2019, se aprobó por unanimidad de los grupos municipales el Plan de Regeneración Urbana del Entorno de Pignatelli donde se contemplan más de 70 medidas de intervención social, urbanística y de limpieza para revitalizar la zona. Este plan surgió de una propuesta de resolución de Chunta Aragonesista Zaragoza con motivo del debate sobre “el estado de la ciudad” de 2018. En esta propuesta se incluía, entre otras medidas, impulsar vivienda pública de alquiler, zonas verdes, equipamientos y servicios.

Sin presupuesto y sin calendario

Por su parte, Zaragoza en Común recuerda que la redacción del informe se produjo tras un proceso participativo donde colectivos vecinales, el equipo técnico municipal y la Policía Local compartieron y aportaron iniciativas. “Entre los objetivos del proceso también se encuentra el de formalizar un mecanismo de actuación en los casos de detección de áreas vulnerables o con focos de exclusión así como propiciar la coordinación interna de los servicios municipales implicados en estas acciones”, recuerdan desde ZeC que preguntará en las Comisiones de Urbanismo y Derechos sociales por el calendario de aplicación y el presupuesto que se destinará a su ejecución.

Además, también ha trasladado una pregunta sobre el número 78 de la calle Ramón Pignatelli, donde este verano tuvieron que actuar los Bomberos para asegurar la zona por riesgo de desprendimientos. Este andamio es parte de la herencia de los años dorados del marbellismo, de la devoción por el ladrillo y de las políticas y los modelos de gestión municipal que no desaparecieron con la democracia.

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