Calanda, 27 de agosto del 2021
Calanda tiene fama mundial: por los tambores, por Buñuel y por su delicioso melocotón. Cuando nos planteamos la ruta de Teruel teníamos claro que no podía faltar la visita a una finca ecológica de melocotón de Calanda. Nuestra sorpresa vino cuando nos dijeron que solo había un productor en ecológico dentro de la denominación de origen: Javier Franco. “El melocotón de Calanda es conocido por su aroma y su sabor y eso se lo aportan tanto el terreno y el clima como el agua y, por supuesto, el lugar donde se produce” nos explicó.
“Yo me pasé a ecológico porque, después de toda la vida en convencional, añoraba cómo se producía antes, las explotaciones familiares y aquel melocotón que se criaba con mimo y exclusividad. Un día decidí intentarlo aun sabiendo que podía fracasar porque sabía lo difícil que es producir fruta en ecológico, y más el melocotón. Pero aun sabiéndolo, hacerlo todavía es más difícil” nos explicaba Javier.
Con orgullo y una sonrisa no dejaba de repetir: “se puede hacer melocotón de denominación de origen de Calanda en ecológico”. “La satisfacción de coger fruta sana es muy grande” decía María Francisca, su mujer. La bondad, coherencia y unión de esta familia nos encandiló. “Aquí todos vamos a una. Mi hermana María José y su marido Miguel Ángel también tienen algún campo y lo hacemos juntos”. María Francisca y su hermana son las encargadas de envasar los melocotones, o “hacer fruta” como ellos dicen. “Utilizamos el mismo papel del embolsado para proteger la fruta en la caja de madera. No queremos más plásticos”.

La fruticultura ha sufrido un cambio muy profundo en los últimos 50 años. El ejemplo de Calanda y su vega se repite en muchos lugares por toda España. “Antes, en época de cosecha, las calles de Calanda olían a melocotón” recordaba María Francisca. Había muchas fincas familiares que producían para casa y vendían los excedentes.
“Recuerdo cuando íbamos toda la familia al campo y venían los fruteros”. El melocotón de Calanda, de increíble calidad, empezó a ser muy conocido y venían pequeños tenderos desde Barcelona, Castellón, Valencia… a comprar las producciones. “Apenas había destrío. Se lo llevaban todo y luego en la tienda, como conocían a su clientela, podían ir sacando diferentes calibres, calidades en función de la persona” nos contaba María Francisca.
Antes de la mecanización, la vega de Calanda no era así. La mayor parte estaba ocupada por cultivo de forraje para alimentar a las caballerías. Con la llegada de los tractores, se dejaron de utilizar animales y esas tierras pasaron a ser plantaciones de frutales. “Fue como la fiebre del oro” nos dijo Javier. Cambió el mercado y cada vez era más exigente y se necesitaba más tierra para que el negocio fuera rentable.
El modelo pasó de ser familiar a empresarial centrado en la productividad. En esta época fue también cuando se crearon las cooperativas. El padre de Javier fue fundador de La Calandina. Javier trabajó de joven allí y a día de hoy sigue siendo socio.
“Gracias a que La Calandina me ha apoyado puedo hacerlo en ecológico. Cuando me decidí, hablé con el gerente, lo comunicaron y me dijo: sí tú te metes en ese lío, Javier, nosotros te lo comercializamos. Entonces fue cuando yo eché adelante para hacer una producción en ecológico”. Hacer fruta es muy difícil y el melocotón más, incluso en convencional. La fruta ecológica es producida sin abonos ni pesticidas de síntesis química (fungicidas, insecticidas o herbicidas).
“Los productos que utilizamos vienen de la naturaleza: minerales como el azufre, el cobre, extractos de plantas o productos biológicos” nos contaba Javier. Para la producción de frutales en ecológico es muy importante recuperar la fertilidad del suelo y la microbiología. El tema de las plagas es un punto crítico a tener en cuenta. “Se tiene que abordar, a mi entender, desde una visión integral. Lo primero es intentar tener la planta lo más fuerte posible. Una vez que está sana y fuerte le será mucho más fácil convivir con los hongos y los insectos sin ser plaga” explica Andreu Vila en una entrevista.

Incrementar la vegetación y la diversificación del agroecosistema utilizando bandas florales es también una herramienta muy útil. De esta forma, se consigue atraer a los polinizadores y también a enemigos naturales de las plagas. Las bandas florales proporcionan refugio y apoyo para mantenerse y desarrollarse a muchas especies de depredadores, parasitoides y de esta manera conseguir un control biológico de plagas en las fincas.
El agricultor ecológico debe integrar su finca con el entorno que también forma parte e influye en ella, creándose así una serie de relaciones (depredación, parasitismo, protección contra la erosión, fertilidad natural, etc.) que fortalecen al agroecosistema. En esta familia también tienen almendro y olivo, todo en ecológico. Y complementan los ingresos con servicios agrícolas a externos.
En la producción en ecológico es muy importante estar atentas a los árboles, cuidarlos, mimarlos. “Los días que estoy menos atento, los árboles lo sienten. La agricultura ecológica es una agricultura preventiva, has de ir por delante. Sin embargo, en convencional ves un problema y actúas en ese momento”, nos contaba. Javier es una persona despierta e inquieta. Aunque pronto dejó el sistema educativo nunca ha dejado de estudiar, formarse e innovar.
Fueron de los primeros en empezar con el riego por goteo y también con la malla antigranizo. “Me gusta leer e informarme. Una de las revistas que me ha despertado el interés por la agricultura ecológica ha sido La Fertilidad de la Tierra. Todo lo he aprendido a base de ensayo y error”. Visitamos una de sus fincas y comprobamos cómo María Francisca y Javier prestaban atención, uno a uno, a todos los árboles.
Parte esencial para la atracción de depredadores que controlen las plagas son las flores. Nos encantó ver la finca llena de: cosmos, petunias, capuchinas, caléndulas, borrajas… ¡Todo tipo de flores!
Javier era claro, hacer melocotón ecológico es muy difícil “el pulgón es el mayor enemigo. Me ha quitado muchas veces el sueño. Pero no solo para mí, todos están igual. En ecológico tienes que tratar al pulgón con medidas no agresivas porque se defiende y empieza a multiplicarse, tiene que ser algo poco a poco y estable” nos decía.
Antes casi no había plagas porque el ecosistema no estaba dañado, estaba en equilibrio. Con años de producción intensiva, uso de fitosanitarios y la reducción de la diversidad de cultivos, las plagas son cada vez peores. Javier nos decía que la selección de la variedad es fundamental y por ese motivo él ha decidido montar un vivero para hacerse la planta utilizando las variedades locales y de su familia que mejor le han funcionado.
Han sido muchos años de trabajo, de abrir camino y, en ocasiones, ha estado a punto de tirar la toalla. La transición de producción convencional a ecológica es un duro trance para los árboles. Javier ha contado con el asesoramiento de Andreu Vila cuando se ha encontrado con problemas graves. “Si de verdad queremos que la agricultura ecológica alimente a la población el apoyo ha de empezar desde arriba. Se podría hacer si todos estuviéramos coordinados: universidades, escuelas agrarias, técnicos y agricultores. Si queremos agricultura ecológica necesitamos gente formada. Se puede hacer, solo hace falta voluntad”.
Los estándares del mercado, especialmente en la fruta, centran la calidad del producto en la imagen. Con la llegada del autoservicio en los supermercados, y la desaparición del tendero, la única referencia que queda a quien consume es el aspecto de la fruta, y claro, siempre se busca grande y lustrosa. “Los melocotones no salen de un molde, cada árbol es diferente y cada melocotón también. Hay que concienciar, porque esté feo no pasa nada” Hablando con Javier le preguntamos sobre cómo ve la situación de la producción ecológica. Para él cada día la gente está más sensibilizada pero falta más conciencia.
“Es necesario un cambio de mentalidad, tanto entre productores como entre consumidores” en relación a los beneficios de la producción ecológica. “Porque no es verdad que los productos ecológicos son caros. Depende de dónde quieres destinar tú el dinero. A lo mejor el dinero no lo destinamos a una alimentación sana si no a otras cosas que nos satisfacen más. Hemos de saber colocar nuestras prioridades”.
Acertadas palabras que nos hacen reflexionar sobre la confusión que existe entre valor y precio. Después de escuchar a Javier y ver todo el trabajo y esfuerzo que hay detrás de un kilo de sus melocotones, ¿cómo podemos decir que son caros?
El tiempo que compartimos con esta familia fue una delicia, como sus melocotones. Nos abrieron las puertas de su casa con sencillez y generosidad, compartiendo reflexiones y divertidas historias familiares. Javier lo tiene claro, “se puede vivir en el mundo rural y hacer cosas diferentes. Si yo he llegado a hacerlo más gente puede”. Nos despedimos con unas palabras inspiradoras: “el motor de tu día a día son los principios que tienes. Hay que luchar por esos principios, y si tú crees en ellos ve a por ellos”.
Andorra, 29 de agosto del 2021
Para vincularnos directamente con los territorios, organizamos charlas y encuentros de tú a tú. La última tuvo lugar en Andorra y fue muy enriquecedora. La titulamos Mujeres y Ruralidades, e intercambiamos experiencias lideradas o integradas por mujeres en el entorno rural. Se realizó en el Centro de Estudios Ambientales-Ítaca Jose Luis Iranzo un edificio amplio, luminoso y acogedor, construído con materiales nobles y decorado de forma sencilla con elementos de la naturaleza.
Olga, su coordinadora, nos puso en contexto: “surgió como colaboración entre la Universidad de Zaragoza y el Gobierno de Aragón con la intención de crear un campus, donde se abordarían aspectos relacionados con el medio ambiente en busca de la reconversión de la minería”. Esta idea no se llevó a cabo y el centro quedó en manos del ayuntamiento de Andorra que decidió destinarlo a iniciativas ambientales.
Construido con técnicas de bioconstrucción y bioclimatismo, abrió sus puertas en 2008. Desde 2017 lleva el nombre de José Luis Iranzo, en homenaje a este joven ganadero y agricultor andorrano comprometido con el medio rural y especialmente con los agricultores y ganaderos, siempre dispuesto a luchar y trabajar, solidario y generoso que fue asesinado en el conocido como Mas del Saso.
El compromiso del centro ha sido siempre “promover el conocimiento y la sensibilidad hacia el medio ambiente generando propuestas que contribuyan a la transición ecológica de nuestra zona” nos explicaba Olga. Sus propuestas son interdisciplinares prinicipalmente centradas en la sensibilización y la educación medioambiental.

“Son muchas las actividades que hemos promovido. Se trabaja con los colegios de Andorra, con recursos naturales como los pinares, el sendero etnobotánico, los huertos ecológicos, las plantas medicinales, la lana de las ovejas, la bioconstrucción, la educación medioambiental, ruta de árboles singulares, campaña de reducción del uso plásticos, talleres de sensibilización sobre el cambio climático, cursos de la universidad de verano y arte-naturaleza, arte-reciclaje o el día del árbol, plantaciones.
También contribuimos con el Mercado Local y Agroecológico del norte de Teruel . Somos centro formador del INAEM en energías renovables con el objetivo de que personas vinculadas a la central térmica tengan la oportunidad de formarse y cambiar su perfil. Trabajamos con diferentes propuestas en colaboración con la Comarca Andorra- Sierra de Arcos, el grupo leader, ADIBAMA, CIRCE… Y también iniciativas privadas vinculadas al desarrollo sostenible como La Ojinegra o Chocolates Artesanos Isabel”, aclaraba Olga.
No hay espacio más adecuado para Mujeres y Ruralidades. Abrió la primera parte Carolina Llaquet, presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR) en Aragón. “En España el 80% del territorio es rural, y solo lo habita un 20% población.
El medio rural tiene 3 grandes problemas: despoblación, masculinización y envejecimiento. Se da el fenómeno de la huida ilustrada, especialmente en las mujeres salen a estudiar fuera y no vuelven. Para evitarlo es esencial que las mujeres sean titulares de la tierra y fomentar el autoempleo”.
Desde FADEMUR trabajan en programas para la inserción laboral y el emprendimiento: “a través de los fondos IRPF trabajamos en un programa de promoción de cooperativas rurales de servicios. Acompañamos a las participantes con formación, talleres, ferias y, lo más importante, creamos red”. En esta línea, está el programa Ruraltivity, en tres fases: semillero de ideas, germinación de ideas, floración y frutos. FADEMUR llega a todas las edades: “no queremos olvidarnos de las mujeres mayores. Cuidándonos para un futuro mejor es un programa de envejecimiento activo enfocado a las mujeres rurales de más de 65 años”.
Luchan también contra la violencia de género. En el 2021 han realizado un estudio sobre mujeres víctimas de violencia de género en el mundo rural: “para conocer la percepción de las mujeres rurales sobre el fenómeno, no es un estudio estadístico de datos”, contaba Carolina.
Datos ya tenemos y ponen los pelos de punta: en municipios de menos de 2.000 habitantes, el 72,9% de las víctimas no denuncia los malos tratos y el 60% de las mujeres asesinadas en 2021 son de municipios de menos de 20.000 habitantes. “Las mujeres rurales aguantan una media de 20 años viviendo con su maltratador por falta de independencia económica” explicó Carolina.

El estudio se realizó a nivel estatal en siete comunidades autónomas, elegidas por su ruralidad y dispersión como variables más influyentes en la representatividad y utilidad. “En el mundo rural el tema de la violencia de género se considera un tema privado, no una lacra social”. Algunas propuestas de FADEMUR para atajar la violencia de género han sido la sensibilización y el acompañamiento. Han lanzado un programa de sensibilización con un spot que lo dice alto y claro: En un pueblo todo se sabe o no y, a través de Cultivando igualdad, se ofrecen espacios seguros contra la violencia de género en el medio rural.
La siguiente intervención vino de la mano de Cristina Espada, dinamizadora de La Era Rural en el Bajo Aragón: “una red de proyectos, ideas, personas y organizaciones que, juntas, impulsamos el desarrollo de proyectos en el ámbito rural aragonés fomentando y apoyando la iniciativa, el liderazgo y el emprendimiento juvenil” nos explicó. Nació de Jóvenes Dinamizadores Rurales tras un proceso de reflexión.
“La Era Rural aporta herramientas, acceso a becas y formación gratuita además de una comunidad, un mapa interactivo y un espacio web propio para estar en contacto con otras iniciativas”. Realizan distintas acciones de dinamización como “las visitas de inspiración, presenciales y online, para conocer iniciativas que puedan servir de ejemplo y asesoramiento unas a otras”.
También “la pildoleta es un programa de formación con microconsejos para emprendedores. Se realiza un día a la semana online y trata temas como la digitalización, el posicionamiento en Google, las redes sociales...”. Cristina es una persona apasionada y amante de la creatividad. Nació en Alcorisa y estudió bellas artes, fotografía, diseño gráfico, liderazgo y crecimiento personal.
Después de vivir en Helsinki, Barcelona y Shanghai, volvió a su pueblo hace 9 años y ahora “no me imagino vivir en otro lugar”. Lleva su proyecto personal y profesional Dadu Mundo Creativo. Es una mujer que desborda alegría y dice que su vida se ha caracteriza por 3 constantes: los viajes, la inquietud por aprender y el ámbito de lo visual. Con Dadu ha conseguido crear una plataforma de dinamización rural donde conecta la creatividad con las personas, la comunidad y el territorio.
La tercera ponente fue Begoña Sierra que se definió como “una joven que lleva 22 años replantada en el medio rural. Y utilizó la palabra replantada con la acepción de volver a plantar donde antes ya había planta”. Moscardón, el pueblo donde vive, pasó de 350 habitantes en 1955 a 50 habitantes en el 2000.
En 1999, se asentaron allí un grupo de 5 jóvenes y montaron una empresa de turismo rural. “Llegamos de la ciudad con juventud e inconsciencia. No teníamos ni la visión idílica del mundo de Heidi ni la visión antagónica de que nos íbamos al fin del mundo”. Habló de la receta para que todo fuese bien: “mucho trabajo, ilusión, y contar con el apoyo de la gente de Moscardón”.
Siempre ha estado vinculada al asociacionismo. La empresa que montaron tenía ese componente de trabajo en equipo y otros valores del asociacionismo como la confianza, el apoyo mutuo o el papel de transformación y mejora del entorno y el crecimiento de las personas que forman las asociaciones. “Una asociación es una herramienta para crear algo que no existe”.
En 2005 nació la Asociación de Mujeres Caranjaina. Para cubrir las necesidades de las familias montaron una Casa Canguro de 0 a 3 años. Con objetivo socializar, crearon ludoteca una vez al mes: “el rincón de l@s muchich@s”. Y el tercer objetivo fue “la vía reivindicativa: sacar a las mujeres rurales de lo doméstico a lo público. Recuperamos el 8M como acto reivindicativo y no solo festivo”.
Begoña siguió trabajando por el asociacionismo y en 2007 surgió la Asociación de Empresarios Turísticos de la Sierra de Albarracín de la que es gerente. “Lo que hasta entonces había sido activismo se convirtió en un trabajo. Es una forma de autoempleo distinta. Puedo explicar y aplicar mi experiencia desde el otro lado”. La función de esta asociación es cohesionar un sector disperso.

“Intentamos ir a una, no vernos como competencia sino como colaboración” nos explicó. Y claro, como Begoña es una mujer muy activa, una vez que de su ocio había hecho su profesión… “Y ahora, ¿a qué dedico mi tiempo libre? Pues a salvaguardar el destino de la Sierra Albarracín y trabajar para que se conserve como lo tenemos”.
Es una de las piezas clave de la Plataforma a favor de los paisajes de Teruel. Nos quedamos con tres ideas : “ la mujer rural es diversa y alberga muchas formas de vivir esa ruralidad; el asociacionismo es clave para evolucionar como sociedad; amemos nuestro territorio y seamos activos en su defensa”.
La última ponente, Pilar, tomó la palabra y comenzó diciendo “es necesario trabajar de forma activa para que no nos impongan algo que no queremos. La agricultura y la ganadería extensiva ya están poco apoyadas y con las macrocentrales la amenaza es peor. Para la toma de decisiones han de contar con la gente del territorio”. La historia de Pilar, de Bañón, ya la conocemos.
Nos confesó su sensación cuando llegó a vivir al pueblo: “sentía que era un bicho raro pero luego descubres que hay muchos bichos raros en otros lugares de Teruel”. Llegar a Bañón fue la necesidad de conectar con sus raíces y cuando se incorporó “me encontré desarrollándome como agricultora, ganadera y también como mujer porque todo esto no está reñido. Una de las cosas que más me ayudó a dar el paso de coger la explotación familiar fue el apoyo y cariño recibido”.
Es una defensora de la combinación de agricultura y ganadería extensiva “es un modelo perfecto”. Nos habló de las dificultades, de los precios irrisorios, y de la venta directa: “es lamentable que tengamos que vivir de las ayudas. Me gustaría vender mis corderos directamente. Me da mucha rabia porque sabes que tu producto es de calidad y no sabes quién lo consume”. Con el cierre de los mataderos en los pueblos, el sacrificio de los animales se concentra en unos pocos núcleos urbanos.
La segunda parte de la jornada empezó con una mesa redonda. La primera en intervenir fue Raquel Burillo de Alacón que con tan solo 20 años se ha incorporado como ganadera y agricultora. “No tienes que ser mujer ni hombre te tiene que gustar lo que haces” reflexionó.
Quería quedarse en su pueblo y continuar con las ovejas de su familia. Es una muestra de la fuerza y compromiso de las nuevas generacioens de mujeres rurales. Como Julia que, con 28 años, empezó a interesarse por la procedencia de los alimentos.
“Desde que llegué a Alloza he trabajado muchísimo, he hecho y aprendido cosas que nunca me había planteado. Estoy cansada y contenta a partes iguales”. Julia y su pareja Raúl están trabajando en la rehabilitación de un corral que será un espacio interdisciplinar donde se encontrará su taller de cerámica El noveno corral.
Compartimos entre todas las participantes. ¿Qué aporta la mujer en el medio rural? Creatividad, cuidados, ganas de colaborar, innovación, asociacionismo no reglado, redes desde el intercambio, una visión integradora…. Como explicaba Lucía de mallata.com en una entrevista: “las mujeres no solo generamos vida, sino que nuestra forma de trabajar en red crea ese tejido vital que hace que los pueblos funcionen”.
Había también mujeres implicadas en política como Marta Sancho Blasco, presidenta de la comarca Andorra-Sierra de Arcos y concejala del ayuntamiento de Alloza. “De los 24 consejeros comarcales solo somo 4 mujeres y en el ayuntamiento Alloza, de los 7 concejales, soy la única mujer. Yo creo que aporto juventud y una mirada femenina que se echa de menos en política”.
También Margarita Santos Blasco, concejala de Educación, Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Andorra reflexionó “las mujeres en política somos tan exóticas como las ganaderas. La que sobrevive es porque es tozuda” y remarcó la importancia de la mujer en el medio rural porque “lo que fija población en un pueblo no es el empleo masculino sino el femenino”.
Otras voces añadieron que somos el motor en el asociacionismo y voluntariado y que es importante estar presentes en política. Para cerrar la jornada dimos la palabra a Encarna que nos dijo “busca lo que te una, no lo que te separe y sigue trabajando con ilusión”. Mujeres referentes enraizadas en la tierra que nos nutren con su savia para seguir con las últimas pedaladas de nuestro camino. A todas, ¡gracias!