Desenlace previsto de un macroevento

Las expos, como las Olimpiadas, campeonatos del Mundo y afines generan urbanismo de emergencia. Como todo es por el bien común, ese es el discurso que se vende, el cuestionamiento del evento ni se plantea. Se genera una idea de adhesión inquebrantable. Son los macroeventos: mismo guion y resultados similares. Mucho cemento, grandes obras y mucho dinero público que se transfiere a la iniciativa privada. Un auténtico fiestón efímero y un aluvión de noticias que se acaban con la clausura. A 10 años de la Exposición Internacional de Zaragoza en 2008 los mitos sobre el desarrollo que traería a la …

Manifestación contra la Expo de Zaragoza, junio de 2008. Foto: Primo Romero

Las expos, como las Olimpiadas, campeonatos del Mundo y afines generan urbanismo de emergencia. Como todo es por el bien común, ese es el discurso que se vende, el cuestionamiento del evento ni se plantea. Se genera una idea de adhesión inquebrantable.

Son los macroeventos: mismo guion y resultados similares. Mucho cemento, grandes obras y mucho dinero público que se transfiere a la iniciativa privada.

Un auténtico fiestón efímero y un aluvión de noticias que se acaban con la clausura.

A 10 años de la Exposición Internacional de Zaragoza en 2008 los mitos sobre el desarrollo que traería a la ciudad se han desmontado. Como mucho queda algo de nostalgia de los días del sarao y un silencio incómodo sobre el destino definitivo de buena parte del recinto.

Su símbolo más claro el skyline de los llamados edificios emblemáticos que una década después siguen cerrados y sin un uso claro.

Justo es decir que trajo sus cosas positivas, pero, la gran paradoja, es que ninguna estaba en la Expo en sí, sino que fueron obras que tenían que ver con la infraestructura de la ciudad y que se aceleraron. Al fin y al cabo el discurso de sostenibilidad (de eso iba la muestra en teoría) terminó siendo una oda al hormigón.

Y la Expo se fue, pero se quedó la deuda. Solo el consistorio tiene créditos pendientes hasta 2040 y el parque institucional sigue generando gasto.

Sus adalides ya están a otras cosas y la celebración institucional será de perfil bajo. Los que pagamos la fiesta seguiremos haciéndolo unas décadas más.

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