Del 15M al 10N

Entonces, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada del capitalismo que lo origina? (B. Brecht) Han pasado menos de diez años entre la reacción social al Gran Saqueo de la década que acaba y el anticipo fascistizado al Gran Saqueo de la década que viene – que es el mismo pero más agrio. El 15M de 2011 surgió como un borbotón social en el marco de un colapso político y un saqueo económico que perduran hoy, un acontecimiento rápidamente espectacularizado, retratado por las malas (mediáticas-policiales-represivas) y deglutido por las buenas …

Acampada del 15M en Zaragoza, mayo de 2011. Foto: Primo Romero

Entonces, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada del capitalismo que lo origina?

(B. Brecht)

Han pasado menos de diez años entre la reacción social al Gran Saqueo de la década que acaba y el anticipo fascistizado al Gran Saqueo de la década que viene – que es el mismo pero más agrio.

El 15M de 2011 surgió como un borbotón social en el marco de un colapso político y un saqueo económico que perduran hoy, un acontecimiento rápidamente espectacularizado, retratado por las malas (mediáticas-policiales-represivas) y deglutido por las buenas (parlamentarias-electorales), todo a la vez.

Desde entonces hasta hoy, el orden económico ha mantenido intactos sus fines y sus medios. Por su parte, el control político ha mantenido la sacrosanta “estabilidad”, a duras penas y recurriendo a alimentar la España caníbal que siempre ha latido bajo las consignas demócratas.

El 15M quiso decir: “se supone que esto no debería funcionar así”. El 10N ha venido para dejarnos bien clarito que “así es como funciona esto”.

El 15M no tenía clara la receta. El 10N nos trae la más clásica y española de todas.

El saqueo no se sostiene ya con poesía. El capitalismo de peluche sirvió solo para hacer un paréntesis. Por eso el orden y su control están dispuestos a desatar la guerra entre iguales y aplastar cualquier discusión sobre política. No se tolerará ningún intento de poner en primer plano las causas de un conflicto social que es, más que patrio, mundial.

El 15M brotó contra la juerga parlamentaria. Quiso apartarse del teatro electoral. Pedía “más democracia”, u “otra democracia”, o algo, algo otro. Algo más. Algo. Luego, el mes 11 del año 11, anticipando las undécimas elecciones y con alta participación, el resultado fue una sobredosis de mayoría absoluta. Empezaba la fase más dura de un ciclo ya de por sí horrendo. Reforma penal múltiple. Daño social, drama social, asesinato social. Porras, urnas. Ilusión, esperanza. Alternativa enlatada. Ciudadanismo. “Sí se puede”, pero no. Y la calle se vaciaba a ritmo de tertulia televisiva.

El 10N ha brotado desde, por y para el teatro electoral. No pide nada, solo señala desde arriba. Señala al enemigo con herramientas y discursos construidos en democracia. Grita más, pero sin innovar. El fascismo posmoderno no nació ayer, por eso se encarniza hoy en su versión más añeja. No ha inventado el racismo, ni el machismo, ni el clasismo, ni la mentira sistemática.

Cumplida su función eventual, el ruido naranja cede el paso a los gritos verdes. Bienvenidoas al falangismo parlamentario. Como antes, y antes de antes, da igual quién gane las elecciones. Siempre gobierna una España.

Como versión española de ese ejercicio democratizador de la violencia de estado-mercado, el 10N de 2019 es un 15M facha.

Ambos capítulos acontecen en dos fases sucesivas del mismo ciclo necropolítico. Son los dos primeros capítulos de un fin de ciclo que se anuncia largo y doloroso.

El 10N es, precisamente y en casi todo, un acontecimiento diametralmente opuesto al 15M. Ese casi es importante. Son opuestos en casi todo porque lo básico se mantiene. Mafalda tiene razón: es el continuose de lo que antes empezose.

La necropolítica es, a la vez, política de muerte y muerte de la política. El poder crea el vacío, vacía la vida de política, hace guerra. El capital necesita todo el poder y ese poder total solo se sostiene sobre la guerra permanente.

La guerra permanente no se sirve solo de bombas y uniformes: necesita borrar, emborronar, disolver, destrozar toda idea de igualdad, justicia o clase social. Necesita deshacer lo político y convertir nuestras vidas en mera existencia biológica. A veces con urnas, a veces a hostias. En ambos casos, “los políticos” desaparecen la política.

SÍNTOMAS, ANUNCIOS

El 10N es síntoma de un sistema que colapsa sostenidamente, como lo fue el 15M.

El 10N demuestra que la economía mata y la política esconde, como quiso decir el 15M.

Un candidato electoral cita a Ramiro Ledesma en pleno debate televisado. Todos los demás callan, otorgan o le imitan. Habla de falangismo, racismo, machismo, amor a la muerte (del otro). Los que le escuchan aceptan, toleran o rebaten con moderada debilidad. Al fin y al cabo, la cuestión es el orden, orden por encima de todo: Corrección, talante, muera quien muera sin hogar, sin comida o sin atención médica.

La idea de orden tiembla por las demandas de justicia social, no por las amenazas fascistas. Las demandas reales de justicia real no tienen respuesta en el catálogo de políticas posibles, pero la amenaza fascista apuntala el orden democrático a costa de una oportuna sobredosis de dolor. “Lo llaman democracia y”... ¿si resulta que lo es?

El 10N, como el 15M, demuestra que la injusticia mata y la política justifica esa muerte. El 10N, como el 15M, es síntoma de un régimen podrido que solo puede poner orden a hostias. Ahora un intento de “coalición de izquierda” dice responder a ese colapso. Aguantad la carcajada, que bastante se ríen ya el Banco Central Europeo, la ministra española de economía y todos sus antecesores y amigos. Vosotros y vosotras, a votar. Todo el rato. Votar en la era de las elecciones permanentes es rezar un rosario eterno en el funeral de la política.

El rosario de las elecciones permanentes es – también - el último favor parlamentario al giro fascistizante del Sur europeo. El teatro sin políticas de hoy se anuncia como el remate falangista de mañana, pero nadie escucha. Lo de menos es el número de escaños ocupados por ultras. La cuestión es que las reglas del juego ya eran reglas ultras. Déficit sagrado, inflación dinamitada, el acreedor manda y mata, la idea de lo público muere y las funciones del estado se disecan. Votos mojados y balas de goma.

Lo peor está por venir. No es franquismo sin más. Es mucho peor. Es la España que necesita el siglo XXI financiarizado. ¡Vamos, ciudadanos! ¡Al matadero!

VOLUNTADES, ILUSIONES

El 15M pensaba que éramos el 99%. Quería ser una expresión horizontal. ¿Demasiado?

El 10N justifica que ese 99% se pudra para que una mano recoja el beneficio. Su táctica es vertical.

En el plano del verdadero poder, nuestros gobiernos gestionan ‘estados-provincia’ que apalean a quien grite – por cabreo o por dolor, no por un gol de la selección - y bombardean confeti simbólico inflamable cada día, minuto y segundo. Por tierra, mar y aire, prensa, radiotelevisión e internet. Son aparatos de gestión del daño social que solo calculan el grado de dolor con el que podemos convivir.

La duración de cada episodio depende del aguante del rebaño. El aguante del rebaño determina la cantidad de sangre de cada episodio. Su destrucción somos nosotros, nosotras, solo si estamos dispuestas a ir ‘hasta el final’.

El 15M decía ir despacio pero – porque - lejos. Su utopía era modesta pero imposible por decreto. El objetivo del 10N es convertir el peligroso episodio actual en una utopía violenta de “paz social”.

El 15M protestó contra la injusticia, la violación de derechos, el empobrecimiento de ese mito en extinción llamado “clase media”, la privatización y el mercadeo con nuestros recursos básicos, el abandono de las responsabilidades del estado o el robo masivo en nombre del mercado.

El 10N es muy útil para sostener la injusticia y la violación de derechos, recluta votos y voluntades guerreras entre la “clase media empobrecida” (siempre más pobre que media), permite seguir comprando y vendiendo los recursos de todos, aplaude la intemperie creada por el estado y celebra el saqueo en nombre del mercado.

A por ellos es el hijo emprendedor de Que se jodan.

COLORES

El 15M fue fagocitado, neutralizado, desactivado y vaciado por un proyecto político que invocaba sus principios y reclamaciones en vano. La parte menos desorientada de aquella masa asustada e indignada deseaba un cambio de élites. Y vaya si lo tuvo.

El 10N ha sido promovido, alimentado y apoyado por todos los partidos políticos que comparten los principios fundamentales del régimen de 1978, que en el fondo incluyen los de 1958, que a su vez incluyen los de 1933, que se resumen en uno: España, el espíritu, el destino, lo universal.

La fama cuesta. Si queréis fama, vais a pagar con sudor. Sobre todo con el de los demás.

El partido post-15M sentó a una masa de gente que ya se había puesto en pie, aunque desorientada, dispuesta a confiar. Una masa de corderos sedientos de esperanza. Una mayoría ruidosa que acabó “volviendo a su sitio”. Le llamaron “nueva política”. Cantaban “sí se puede”. Hablaban de esperanza, ilusión y revolución ciudadana. Ahora hablan de “la patria” y pactan un gobierno de secuestro económico y atrezo social.

El partido del 10N ha levantado a una masa de gente que siempre había estado ahí, dispuesta a odiar como lobos. La mayoría silenciosa al ataque. A por ellos, que somos todos, todas, las demás.

El proyecto post-15M metió en las urnas una expresión incolora. El proyecto pre-10N ha lobotomizado de rojigualda todo razonamiento. Pero la clave no está en la bandera.

El 15M no quería banderas. Entonces el capitalismo prometía reformarse. El 10N es la consolidación de un crimen estructural después de muchos años de trabajo bien hecho.

No hubo brecha de por medio, solo la pausa necesaria. Ni siquiera fue una tregua. Bastó con un par de gestos hipócritas, un breve respiro para coger aire y atacar con más violencia. Es el mercado, amigo… Es España, enemigo… A ver si va a ser verdad lo de los cinco siglos de existencia. ¿Habéis visto el capítulo sexto de La Peste?

VOCES

El tiempo del 15M lo vivían “perroflautas” que no se lavan. Plazas ocupadas había que limpiarlas. Eran antisistemas. Rodeaban parlamentos.

El tiempo del 10N lo habitan “ciudadanos españoles y constitucionalistas”. Sus banderas (con o sin águila) y tonadillas (con o sin brazos en alto) limpian e iluminan los balcones. Son demócratas. Todo al mismo tiempo.

El 15M invocaba una lista larga de derechos. Una larga lista, por lo tanto, de artículos de la inmaculada Constitución. Su reclamo gritaba Sí, se puede.

El 10N lo convoca un solo artículo, heredado de tiempos lejanos y convertido en único derecho – que ni siquiera lo es. Sus defensores gritan A por ellos.

Una nota previa, hace cinco años, aquí.

El 15M empezó siendo denostado por los medios de comunicación. El 10N nace blanqueado, patrocinado y promocionado por los mismos medios de comunicación. La audiencia ciudadana de consumidores patriotas se lo traga todo.

‘Somos un pueblo’, ‘nuestros valores’, ‘defiende a tu patria’. ‘Cuánta violencia’, ‘no a la violencia’, ‘condena la violencia’, nos dicen desde arriba, desde lejos, desde el parlamento, la tarima de un mitin, una rueda de prensa, un comité de empresa, una comisaría, un juzgado o un plató. Y un eco miserable resuena de boca en boca. Algunas de esas bocas no pueden pagar al dentista.

PASTORES Y CAZADORES

El 15M fue rebaño descarriado que quería juntarse. Fue atacado por cazadores y disuelto por pastores.

El 10N es jauría que quiere salir de caza.

Arriba, el poder soberano asoma sus garras cuando necesita ‘poner orden’, esa curiosa forma de orden que caracteriza la idea viva de España como proyecto de guerra – imperio sin ultramar, furia imperial que solo puede volcar su violencia hacia dentro.

Debajo, no hay nada más legítimo y poderoso para cambiar la realidad que una protesta dolorida, sufriente, sonriente, dolorosa y destituyente, en la calle y en todas partes. Una protesta dispuesta a verle la garganta a ese monstruo totalitario, llegar hasta el final de su esófago y matarlo por atragantamiento. No es sadomasoquismo, es que su democracia no contempla otra vía. Esa protesta está por venir. Por volver.

En nuestro parque natural, la estaca sigue clavada en el Noreste de esta península eurosureña y norteafricana. Empecemos a menear las estacas en nuestras ciudades en vez de observar lo que ocurre en otras con ínfulas de analista telescópico.

No olvidemos cuánto dolor implica pelear con y contra el dolor. Ninguna ley de amnesia debería borrarnos una memoria tan española. Máximo respeto a quien grite basta, ya no nos engañáis más. Donde sea.

No hay palabra, ley, poesía o canción tan poderosa como una protesta en la calle que quiera ir “hasta el final”. Violento no es quien acaba participando ahí. Violento es cada gobierno que pastorea a “su pueblo” o lo manda de caza invocando en vano el peligro de ese “final” desde una silla con respaldo. Violencia eres tú.

Esñapa

La idea de España no quiere tener final. Todas las personas que residen, viven, malviven y sobreviven en el territorio jurisdiccional del reino de España tienen algo en común, Zaragoza bien incluida. No es precisamente nuestro árbol genealógico, sino todo lo contrario.

Ninguna alusión a la historia, la sangre, la patria o cualquier otra referencia de ese tipo nos es común. Solo nos une lo que a cualquier otro ser humano del planeta: que, felizmente, no formamos parte de ninguna “unidad de destino”. El argumento más absurdo jamás inventado para agrupar a un colectivo humano es su presunta condición nacional, siempre basada en hechos biológicos o culturales.

Toda nación es un mito creado para gestionar a la población y sus dolores, pastorearla o dispararle, mantenerla dócil purgando a sus ovejas enfermas o sujetarla con miedo – o con odio, si cabe la distinción - cazando a sus ovejas negras.

La miseria de los “enemigos interiores”... Populismo nacionalista eres tú.

Con tanques o con urnas. Con porras o telemaratones. Con balas o caramelos. La sangre y la raza son dos guindas de un mismo pastel llamado “estado-nación”. Ambas ideas siguen triunfando, aunque todo es ya simbólico menos las balas – goma o plomo -, los desahucios, los locutorios carcelarios y las cuchillas de las vallas.

En España, el vacío absoluto generado por la política de los partidos se llena con lo que queda: emociones rojas y gualdas.

Unos apelan al monopolio de la fuerza, otros cultivan zanahorias de retórica inútil. Unos buscan votos y otros también. Todos anestesian, clientelizan, desmovilizan, amordazan, esterilizan, ejercen violencia por control remoto.

Su discurso más viejo apela a la mayoría silenciosa, ese concepto neofascista. El más nuevo minoriza, domestica, silencia y aplatana lo que antes fue protesta. Que se vayan todos. No lo harán solos. No pueden, pobres guardianes al servicio del dueño. Hay que “ayudarles”. El problema de la cabeza, la parálisis de los cuerpos, siempre.

Todo gestor ve peligrar su cargo cuando el objeto gestionado se rompe, descontrola, desmonta o alborota. Los dueños del mundo-mercado exigen eso de sus gestores provinciales: pacificación.

Guerra, higiene total. Lo que interrumpe su orden llama a su guerra, y cada guerra provocada es solo la expresión aguda de una guerra permanente. Por las buenas el saqueo y por las malas la represión. Crisis inducida o disturbios apaleados.

En cada uno de esos episodios, el poder siente siempre la necesidad de reaccionar. Violencia eres tú, poder soberano, cazador nato que matas y dejas morir.

Naciones

En el camino entre el 15M y el 10N, el barrio de los cazadores se ha alborotado. Algunos se vistieron de pastores y otros les respondieron cazando. Error de sistema. Fuego amigo que convierte en enemigo. El cazador solo sabe disparar.

La idea procesista de Catalunya invoca en vano un final que no desea. Por todo lo dicho, el supuesto “problema de Catalunya” solo es un problema real para los tan-tan-ricos de España, de Catalunya y de todas partes.

La economía capitalista es un crimen global porque su saqueo lo abarca todo. El libre mercado es libre porque tiene esclavos en todas partes. Lo democrático defiende ese crimen y cautiva a esos esclavos. Cautivar y cautiverio. Las virtudes ciudadanas toleran ese crimen.

Los no-ricos españoles, espalanes o catañoles que se sientan interpelados por el supuesto problema nacional se descubrirán como fieles e inconscientes hijos de ese fraude. Tarde o temprano se caerán del caballo nacional. Debajo espera un pozo de precariedad global. Miles de caídas se amontonan desde la última “crisis” inducida. Al caer comprobarán que su hermoso caballo era solo un poni dopado. Tragarán miseria.

Miran hacia arriba, como el perro espera las sobras que caen de la mesa. Les dicen que sus vidas no son precarias ni pobres, que solo están pasando un mal momento pero todo irá a mejor, que la culpa es de… Y descargan su rabia contra todo lo que señale el dedo de quien se sienta a la mesa.

Así se explica lo global como colapso sostenido. Lo global es imperial y su democracia es neoliberal. “¿Tienes una idea? Crea una empresa”. “¿Tienes autoestima? Crea un partido”. Defiende lo que quieres ser. Protege lo que quieres tener. Ama lo que te mata.

¡Pierde, pierde, pierde! Baila la derrota. Su poder – el de los tan, tan ricos en España, en Catalunya y en cualquier parte - sigue creciendo.

Nuestro malestar solo puede sostenerse con más bandera, más inflamación, más propaganda mediática y más basura simbólica. Más y más, cuanto mayor sea esa acumulación de riqueza, poder e impunidad. Más democrática, más pacificada, más ciudadana, más imperial. Virtud, espíritu y pasión. Un malestar que quiere ser novio de la muerte para huir de ella.

Los aparatos de orden causan más y más dolor a su propia población porque no pueden cultivar orgullos más allá de la nostalgia inventada. Por nuestro bien, y así sucesivamente, cantando ‘a por ellos’ porque ‘yo soy español’.

El pastor es ahora un cazador en acción.

Por ahora, los violentos gestores de la paz siguen en sus puestos y muchos de sus súbditos siguen esperando las sobras del banquete. Habrá que empezar el camino para poder recorrerlo hasta el final. El aparato criminal no dimitirá nunca. Los gestores del daño nunca se destituirán solos. El mercado no cede nunca, no tiene alma. Los gestores del estado se adaptan a la situación para saciar ese espíritu desalmado.

La buena noticia es que capital y poder viven cada vez más juntitos, concentrados y recogidos. La mala es que están cada vez más lejos y escondidos, pero su conjuro lo contamina todo. Y el resto, como siempre, no dejaremos de vernos las caras en cada calle, cada portal y cada esquina. Respirando ese conjuro sucio. Vecino, vecina, eres tú.

Estamos re-aprendiendo que ese camino que lleva del miserable patetismo inicial hacia la digna rabia final solo podemos recorrerlo juntos. Juntas. No en bloque sino como frente. No homogéneo sino múltiple, infinitamente múltiple, sin cabezas ni liderazgos, acéfalo y sin número. No dirigido sino desde tan abajo como sea posible, Indirigible, sin pastor. Sin nación. Nos está costando verlo, pero empieza cerca.

GRIETAS

El 15M quiso decir basta ya frente a tanto olor a podrido. Solo imaginó. No supo cómo ni qué, o no pudo, o ni siquiera quería.

El 10N quiere aplastar la vida con una enorme bola de mierda. Recuerda cómo hacerlo y cree que puede repetirlo.

Las banderas ondeantes son a la audiencia ciudadana de consumidores-votantes lo que las bolas de mierda a las moscas.

Las banderas tapan grietas, pero debajo no hay nada. El consenso de una emoción que ataca sobre la nada es justo lo contrario a la cohesión que defiende todo rellenando la grieta. Seguridad es lo segundo. Lo primero es solo guerra.

Nos toca decidir: rascar y rascar, a poquito pero todo, o seguir empujando la bola. Empezar a abrir ventanas o empujar bolas de mierda que nos pasarán por encima. Actuar como amables ratas saboteadoras o pudrirnos en un terror de amargura.

Lo primero, rascar y rascar, solo se hace en colectivo y contra ese proyecto de guerra. Las ratas orgullosas viven tocándose y actúan sin mando. No necesitan decir consenso porque la cohesión se hace. Su violencia es existir.

Lo segundo, comprar un lema electoral y pudrirse en la amargura, es lo que convoca a las moscas: moscas pegadas a las vitrinas del consumo que nunca pueden entrar en ellas ni acceder a lo que contienen, pero que tolerarán todo con tal de que nadie venga a romperlas. Su violencia es la misma que las mata.

Violento es el dueño de la vitrina. Terrorista es el guardián de la vitrina. Las moscas admiran al dueño y votan al guardián.

El dueño quiere orden a toda costa. El guardián asegura el orden, con terror cuando hace falta. Terror de estado para el orden de mercado. Las moscas amargadas votan orden pensando que así se librarán del terror. Las ratas odian ese orden porque se alimenta de terror.

ELECCIÓN, LIBERTAD

El 15M fue un producto de las circunstancias no deseado por el estado. El estado es el aparato que controla. Controlar: asegurar el orden.

El 10N es el producto de las circunstancias que necesita el estado. El estado necesita controlar. La política es la guerra por otros medios. Reprimir es controlar castigando. A veces no basta con la policía. A veces hace falta armar a los fieles. A por ellos.

Y cuando un recuento de votos descoloca el sistema de “libre competencia” de partidos en el mercadillo electoral, miramos al dedo que señala a la luna. El meollo del drama no es qué marca ha vendido más en el supermercado, sino la supervivencia impoluta del supermercado. El meollo es qué forma de control ha de asegurar el orden. Se llama diversificación de producto:

Votos a la “derecha” (PP) en 2011: 10.8 millones.

Votos a la “derecha” (PP + Cs) en 2015: 10.7 millones.

Votos a la “derecha” (PP + Cs + Vox) el 10-N de 2019: 10.2 millones.

Votos a la “izquierda” en cada fiesta democrática: los necesarios para asegurar el orden.

La socialdemocracia, verdadero pilar de la hispanidad, es el guardián que mejor ha silenciado jamás a los protagonistas de abajo abriendo el camino a la metamorfosis fascista mientras cosecha los votos “que más se parecen a España”.

Y cuando el pilar se tambalea, la mano invisible del libre mercado lo recupera. La “estabilidad institucional” es imprescindible. “El normal funcionamiento de las instituciones”, decía la Ley de Orden Público franquista y repite la España Global. Tan necesario como las prohibiciones que impone quien, “para que no haya problemas”, prefiere apuntar hacia abajo para no enfrentar la coacción desde arriba. Fascista también eres tú, antídoto de abrazos que prometes ‘combatir el odio’.

La mitad de votantes no vota, pero el drama no está ahí. El drama no es qué gestor ha de asegurar el orden en cada momento, sino cómo sostener el orden mismo.

Sostenibilidad: ellos acumulan y nuestras vidas (y muertes) lo sostienen.

Estabilidad: ellos se sientan y nosotros nos arrodillamos.

Arrodillarse duele, pero hemos aprendido a arrodillarnos con tal de tener a alguien más débil debajo.

Fascismo posmoderno: mentira de paz que defiende un capitalismo senil y rabioso.

Una sociedad que se sostiene sobre el crimen estructural es una comunidad terrible.

Libertad como ausencia de esclavitud. Libertad como capacidad para usar tus propiedades à volonté. Libertad como el placer de saber que hay alguien más miserable que tú a quien atacar. Libertad como el placer de participar en ese sacrificio agitando un trapo de colores.

Libertad como eufemismo ciudadano del crimen. Fascismo posmoderno.

Libertad solamente cuando no haya víctima. La muchedumbre indecisa del 15M no pudo siquiera llegar a esa conclusión, que es la más peligrosa para el orden-mercado. El control-estado no puede tolerar ese grito. El 10N debe asesinarlo a toda costa, caiga quien caiga. Estado y mercado funcionan en indiscernible simbiosis. Ir a por ellos significa ir a por nosotros, a por nosotras, a por las ratas, que no quieren ser víctima.

Se pueden esconder donde quieran, porque les vamos a encontrar. Ya sea en una cueva o en una cloaca, que es donde se esconden las ratas, o en una asamblea, que no representa a nadie, o detrás de una silla de una universidad (D. Piqué, comisario general de Mossos d’Esquadra)

Las ratas muerden, dan asco, sabotean las cloacas del vientre de la bestia (Santiago López Petit)


Artículo publicado originalmente en el blog unenormecampo.wordpress.com

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