De taxis y paradojas

Veo un taxista con su teléfono móvil. Me da por elucubrar. Lo mismo está comprando en Amazon, reservando una habitación en Airbnb o buscando un chollo por eBay. No sé si será consciente, pero con esa actividad inocente está convirtiéndose en parte del problema que acabará con su sector. Podemos pensar de muchas maneras, pero, salvo un segmento de la población de más edad, prácticamente todo el mundo consumimos on line. Un uso de las redes que se ha ido extendiendo y haciendo desaparecer una serie de negocios o reduciéndolos hasta límites que, más pronto que tarde, los hará extinguirse. …

Un taxi en el aeropuerto de Zaragoza.

Veo un taxista con su teléfono móvil. Me da por elucubrar. Lo mismo está comprando en Amazon, reservando una habitación en Airbnb o buscando un chollo por eBay. No sé si será consciente, pero con esa actividad inocente está convirtiéndose en parte del problema que acabará con su sector.

Podemos pensar de muchas maneras, pero, salvo un segmento de la población de más edad, prácticamente todo el mundo consumimos on line. Un uso de las redes que se ha ido extendiendo y haciendo desaparecer una serie de negocios o reduciéndolos hasta límites que, más pronto que tarde, los hará extinguirse. Desde las librerías a las agencias de viaje, puede que en unos años estas tiendas nos parezcan tan antiguas como una diligencia.

En estos días que el sector del taxi está en huelga en Madrid y Barcelona varias dudas me asaltan ¿Llamarlo huelga? No estoy tan seguro puesto que no se trata de asalariados, sino de empresarios autónomos con un sistema de licencias cerrado y sometido a especulación.

También es inevitable caer en el topicazo del peseto. De esa persona muy conservadora... Topicazo, vamos. O a lo mejor no tanto.

Pero el tema es serio, porque, por muy crítico que se quiera ser con los taxistas, a quienes tienen enfrente, y que tienen todas las de ganar, es a multinacionales del comercio on line prácticamente imbatibles. Corporaciones tan poderosas que se lo montan para estar incluso por encima de la legislación de los países en que trabajan.

No, Uber o Cabify no molan, sobre todo cuando llegan a hacer desaparecer toda competencia como ha llegado a suceder en ciudades de EEUU. Son parte de una estructura de oligopolios que se ha extendido con las nuevas formas de comercio a todos los niveles. Empresas contra las que la competencia es casi imposible.

Tampoco sirve la excusa de presuntos mejores salarios. Estas 'start ups' no se responsabilizan del cuidado del vehículo ni de seguros o cotizaciones sociales. Son un negocio redondo para sus accionistas y mucho menos para sus conductores.

Aunque esta estructura de casi monopolio comprende nombres que todos conocemos, como la citada Amazon, airbnb, el gigante Google o plataformas de entretenimiento como Netflix. El negocio de los medios de comunicación aún tiene pequeños resquicios, pero también se está produciendo un proceso de acumulación en muy pocas manos, mediatizado además desde canales como Facebook.

La paradoja viene cuando, a la hora de la verdad, todos y todas somos usuarias de estas plataformas. Hasta el extremo de que hasta los perjudicados por las mismas las usan.

No me veo yo a un librero comprando libros en Amazon o a un taxista cogiendo un coche de Uber en otra ciudad. Pero es perfectamente factible que el taxista compre en el gigante comercial de Bezos y el librero coja un VTC cuando salga de turismo.

Rara vez cojo un taxi, pero la próxima vez que lo haga, como tendré un ratito a destino, tengo ganas de contarle al taxista esta historia.

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