Cuentas que no cantan

"Quizás las cosas cambien, el problema es que la deuda permanece y buena parte de los que la generan y los que la gestionan, también"

La realidad aragonesa no deja de depararme sorpresas

La última, la semana pasada  a raíz de una comparecencia en Cortes de Aragón a propósito de los fondos FITE que, sobre el papel, intentan aliviar la dura situación de despoblación e infradotaciones de Teruel, me entero que solo hay un acta de la comisión mixta de cuentas en 23 años.

Irritante es enterarse que el FITE, cientos de millones de euros desde 1992, se reparten con la mayor discrecionalidad. No existen actas de la comisión mixta, no se auditan las cuentas y los fondos se usan a conveniencia de la deuda o nómina que haya que pagar.

Con el FITE se ha hecho de todo, desde pabellones deportivos en pueblos con media de edad de más de 70 años a redondeos de deudas digamos dudosas de las comarcas o municipios.

Alcañiz como una moto

Recapacitando un poco, pese a ser un ávido lector de noticias, suelo echar en falta algunas cifras por las que frecuentemente me pregunto y que rara vez, o ninguna, veo reflejadas en los medios.

Cuentas que no cantan, que rara vez se actualizan, o que, vete a saber por qué intereses, suelen ocupar espacios de segunda pese a que deberían ser noticias de primer orden.

Hablo de las cuentas, de los números que incumben a inversiones, o más bien gasto que no es lo mismo, de dinero público en esos pozos donde termina vertiéndose mucho del erario y que se oculta o se trata con desgana. Pero no solo de los gastos en sí, sino de los responsables del mismo, a menudo empresas públicas opacas o instituciones que mantienen un prudente silencio sobre algunos asuntos.

Tirando del hilo se saca el ovillo y un ejemplo cercano y de gasto desenfrenado, ya que empezaba con Teruel, es Motorland. Un gasto que parecía incuestionable hasta hace poco y en que se han derrochado millones de euros. Por lo pronto a la promotora Dorna se le soltaron casi 50 millones de euros, pues se consideró prioritario regalarle una morterada de dinero a la pseudo-mafia que monta las carreritas de motos. Eso sin contar que el circuito ya salió por 70 millones, tras un desfase de un 40% sobre el presupuesto.

Siempre se habla del retorno económico y se usan unas cifras absolutamente increíbles. Pues visto el beneficio, igual salía más cuenta pagarle un sueldo a cada alcañizano.

Aramón cuesta abajo

Pero no quiero cebarme con Teruel, así que podemos saltar hasta el Norte buscando otro ejemplo y hablar de otro negocio peregrino como es Aramón. Empresa semi-pública en que la mitad de la pasta la pone la DGA. Se habla de los eventuales beneficios de asentar población en el Pirineo, pero la realidad es que lo único que se genera es una inmensa red de urbanizaciones de temporada, despropósito ecológico que apoyamos entre todos a mayor gloria del pelotazo urbanístico del que saca generosos réditos la otra parte de la empresa: la todopoderosa Ibercaja.

No importa que haya pérdidas, no importa que no nieve, el caso es que la industria del ladrillo no pare. Pero claro, la cosa pinchó hace unos años y la fiesta la pagamos todos.

Desde la empresa afirman estar muy contentos pues “sólo” acumulan unas pérdidas en torno a los 60 millones de euros. Los pijos esquiadores, mayormente de fuera de Aragón, seguro estarán muy contentos.

¿Y de la CAI?

Y aunque no sea dinero público tampoco estaría de más que se hablara del inmenso pufo de la CAI y dónde se evaporó. Son, tirando por lo bajo, 1400 millones de euros y, a revueltas del asunto, suenan empresas que tienen numerosos contactos con la administración. Sobre el silencio hecho a propósito del tema, no parece ajena Ibercaja. Qué casualidad ¿no?

Otra de las estrellas del pufo la tenemos en la misma Zaragoza. Hubo una Expo y de repente sobraron un montón de edificios. Los llamados emblemáticos se quedaron en emblemática ruina y cerrados siguen el Pabellón Puente, la Torre del Agua y los pabellones de España o Aragón. Solo costaron en total 200 millones. Una bagatela, vamos. Mejor tenerlos cerrados, no vaya a ser que se desgasten.

Pero ya que hablamos de ello no estaría de más que se dijera por cuánto nos ha salido la reconversión de los metros cuadrados que se han transformado en oficinas institucionales. O cuanta deuda se arrastra aún del evento. De hecho, este mismo enero DGA y Ayuntamiento de Zaragoza han tenido que soltar 21 millones para pagar deudas de Expo Empresarial, otra sociedad pública, todo un fiasco al que se ha pretendido lavar la cara a base de meter instituciones en el recinto de Ranillas, dejando otros lugares vacíos en la ciudad consolidada.

Y otro agujero

Porque ese es otro agujero del que no estaría de más hablar y que ahora suena. Tenemos en el centro de Zaragoza 25.000 metros vacíos en el edificio de los antiguos juzgados. Pero cuando se trasladaron este y otros edificios oficiales no se tuvo en cuenta que en pleno centro de la ciudad languidecen propiedades públicas como el palacio Fuenclara o la Imprenta Blasco. De titularidad pública, abandonados, como tantos edificios, algunos de ellos patrimonio muy notable.

La solución pasa por más gasto del erario, pues puede que se traslade allí una empresa que se sostiene con fondos de la Universidad, Zaragoza Logistic Center, instalada en otro de los vertederos de dinero público: Plaza, perfecto ejemplo de gestión irresponsable y metida en una retahíla de procesos judiciales.

El queso

Aunque si nos ponemos a hablar de las aventuras de las empresas públicas nos adentramos en otro territorio que daría para un artículo en sí. Empresas como Sarga, heredera de otras reinas de la dolce vita Sirasa o Sodemasa, en las que directivos puestos a dedo cobraban salarios más altos que Lambán. O dinero tirado en inversiones tan estrambóticas como patrocinio de campos de golf, en montar un costoso stand en la Expo de Milán o en ese cajón de sastre que es la cultura, donde cabe desde lo más excelso al puro despilfarro como sucede con el infrautilizado Museo Pablo Serrano.

Y esto dejándome en el tintero instituiones como el Instituto Aragonés de Fomento, Suma Teruel o las gestoras de distintos polígonos de gestión municipal, con gestiones completamente opacas y puestas en manos de personas muy vinculadas a determinados partidos. Ni qué decir tiene que hablar de Teruel e instituciones es sumar las siglas PAR a la ecuación de forma inevitable.

Son unos pocos ejemplos, pero pueden ilustrar el problema. Pueden servir para que cuando se nos presente el deficit público como una suerte de umbral imposible de traspasar sepamos qué ladrillos han construido ese umbral.

Quizás las cosas cambien, el problema es que la deuda permanece y buena parte de los que la generan y los que la gestionan, también.

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