Cuatro indios en pelotas

Haber sido escolarizado en la Transición trajo perlas como las que me dijo uno de mis maestros de la EGB: “favor hicimos los españoles con la conquista de América. Allí sólo había cuatro indios en pelotas y les trajimos la civilización.” Esta y otras anécdotas, como los bofetones de vez en cuando o el último discurso de Franco en clase en un cartel pensaba que habían quedado para mi memoria poética y a veces creo que imaginada. Pero no, oye. Escucho a algunos de los políticos españoles y muy españoles que, por lo visto, siguen pensando que lo que había …

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Haber sido escolarizado en la Transición trajo perlas como las que me dijo uno de mis maestros de la EGB: “favor hicimos los españoles con la conquista de América. Allí sólo había cuatro indios en pelotas y les trajimos la civilización.”

Esta y otras anécdotas, como los bofetones de vez en cuando o el último discurso de Franco en clase en un cartel pensaba que habían quedado para mi memoria poética y a veces creo que imaginada.

Pero no, oye. Escucho a algunos de los políticos españoles y muy españoles que, por lo visto, siguen pensando que lo que había en lo que hoy llamamos América antes de 1492 no eran más que salvajes desarrapados.

Soy poco dado a mirar la historia del siglo XV o XVI con la mirada del XXI porque es inevitable terminar diciendo estupideces. Menos aún de entrar en comparaciones morales sobre si era más o menos malo Hernán Cortés o Moctezuma. En ese sentido algunas declaraciones del actual presidente de México, López Obrador, me parece que rozan el absurdo.

Pero lo escuchado en estos días en boca de algunos de los monigotes que adornan nuestra escena política (decir que hacen política me parecería demasiado para ellos) me siembra más de alarma que el indisimulado franquismo de la nueva extrema derecha y la de siempre, que básicamente estaba en el PP.

Porque hablamos de algo que está más allá de la simple declaración política, estamos escuchando revisionismo histórico de la peor especie. De aquel que reescribe la Historia en nombre del nacionalismo más obtuso, del españolismo zopenco que niega la realidad.

Así pues en estos días hemos oído reivindicar la Reconquista contra el moro por parte de los españoles y la batalla de Covadonga. Una batalla que no existió y librada por una España que tampoco existía. Por otro lado unos hechos mucho menos épicos de la epopeya que se construyó durante el Franquismo.

Los voceros derechoides claman por las amenazas contra la lengua española. Aunque, sinceramente, no sé si se puede considerar amenazado un idioma con 530 millones de hablantes.

Todo ello porque otros españoles de DNI se empeñan en hablar su propio idioma (qué gente tan rara) y, por fin, el Asturiano empieza a encontrar un espacio para su oficialidad.

Para rematar, por si no diera suficiente grima todo este tufillo revisionista histórico, ahora a Nacho Cano, convenientemente subvencionado por la Comunidad de Madrid, le ha dado por parir un musical sobre los amoríos de Cortés y la nahua Malinche. Una guinda como para vomitar.

Miro al pasado reciente de nuevo. Me acuerdo del libro de Historia de España de mi madre, aquel pastiche de mitos que hablaban de la Unidad de Destino en lo Universal y que empezaba nada menos que con Adán y Eva.

Vuelvo al presente y a los cadáveres de republicanos, anarquistas, sindicalistas, maestras... las fosas comunes que van apareciendo aquí y allá mientras otros practican la desmemoria.

La desmemoria está más vigente que nunca. La necesidad de olvido. Y cuando la realidad suena más lejana lo que toca es el revisionismo histórico de la mano del negacionismo, una de las herramientas más viejas del pensamiento autoritario.

Habrá quien se lo crea a pies juntillas, eso es preocupante. Pero más preocupante me resulta que representantes políticos crean, entre otras cosas, que los pueblos de América Latina eran (y para muchos lo son) cuatro indios en pelotas.

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