Cuatro años de plástico

Escribe Eliezer Yudkowsky que “eres personalmente responsable de ser más ético que la sociedad en la que creciste”. Para que así sea, las ciudades que habitamos deben avanzar en mejoras sociales, ser más integradoras, más igualitarias, más respetuosas con su entorno. Si echo la vista atrás, exactamente cuatro años atrás, y sitúo Zaragoza bajo las políticas municipales perpetradas por el equipo de extrema derecha del PP, me encuentro con que esa sociedad más ética de la que habla Yudkowsky ha retrocedido, ha caído a un foso, se ha convertido en la ceniza de un bosque, árido y triste como el …

Escribe Eliezer Yudkowsky que “eres personalmente responsable de ser más ético que la sociedad en la que creciste”. Para que así sea, las ciudades que habitamos deben avanzar en mejoras sociales, ser más integradoras, más igualitarias, más respetuosas con su entorno.

Si echo la vista atrás, exactamente cuatro años atrás, y sitúo Zaragoza bajo las políticas municipales perpetradas por el equipo de extrema derecha del PP, me encuentro con que esa sociedad más ética de la que habla Yudkowsky ha retrocedido, ha caído a un foso, se ha convertido en la ceniza de un bosque, árido y triste como el bosque de los zaragozanos esculpido a base de desatinos en las afueras de la ciudad.

¿Cómo recopilar esta marcha hacia atrás sin que salga un artículo de cien páginas? Lo voy a intentar, pero es difícil. Hemos tenido mil cuatrocientos sesenta días de política de plástico y cicatrices.

Ocho millones de toneladas de residuos plásticos se vierten cada año en los océanos. Más de 200 países se han comprometido a reducir su uso de aquí a 2030. Mientras el mundo mira hacia una drástica reducción de este material tan contaminante, en Zaragoza el equipo municipal del PP ha engrosado esas islas de plástico que emergen en los océanos. ¿Qué sentido tiene en estos tiempos eliminar los árboles de verdad de nuestras plazas y malgastar 250.000 euros en plantas de plástico? El plástico y las cicatrices como metáfora de las políticas municipales del PP en Zaragoza. Y ahora no pienso solo en las plantas, sino en toda su política destructiva de estos últimos años. En la naturaleza está la preservación del mundo, decía Henry David Thoreau. Sin duda el PP lo ha entendido al revés, porque parece que el plástico y el cemento son la preservación de su mundo.

Más marcha hacia atrás: El concejal y ahora candidato Ángel Lorén ha practicado el desprecio hacia quienes va dirigida la acción social de la que es responsable. Si el plástico no deja respirar a aquello que envuelve, las políticas de Lorén tampoco. Solo un pequeño ejemplo de los muchos que se podrían enumerar: este edil del PP ha dejado sin utilizar buena parte de su presupuesto, siendo una de sus consecuencias la supresión de más de 270.000 horas de ayuda a domicilio a personas mayores. Lorén ha actuado como un sepulturero de la acción social. La inclusión se convierte en exclusión en manos del PP cuando se cierran o menoscaban la Oficina de Empleo Joven o el Servicio de Orientación Laboral para Mujeres.

Protección animal, otro paso atrás. El gobierno del PP ha realizado una desastrosa gestión. Mientras Natalia Chueca vende una ciudad petfrendly, condena a los perros del CMPA a seguir encerrados la mayor parte del tiempo, sin los paseos que ayudan a la sociabilidad necesaria para poder ser adoptados. Y, por supuesto, una vez más sin escuchar a las voluntarias. Al concejal Javier Rodrigo (uno de los pocos náufragos de CS no rescatados por el PP, por algo será) se le va a recordar por varias fechorías: eliminar colonias felinas, burlarse de las sanciones que la DGA le impone por negarse a crear un núcleo zoológico en El Guano, cerrar el Centro Social Luis Buñuel y despreciar la participación ciudadana.

La Plaza Salamero es un ejemplo del peor urbanismo que se puede poner en práctica en una situación de emergencia climática como la que vivimos. Todo en esa plaza es puro caos. Estoy segura de que se estudiará como modelo de desastre de ecosistema urbano en las universidades del futuro. El PP ha cambiado un pulmón de oxígeno en el centro de la ciudad por un lugar inhóspito. La Plaza Salamero es política de plástico y cemento, y una cicatriz en el corazón de Zaragoza.

Hay tantos ejemplos, y todos nos recuerdan que como ciudadanos somos responsables de ser más éticos que la sociedad en la crecimos. Si nos importan la gente, los ecosistemas urbanos, la vida en general, somos responsables de que Zaragoza tenga un gobierno municipal más ético que el que hemos tenido estos últimos cuatro años.

Zaragoza debe decir adiós a esta política de plástico y cemento que ha dejado cicatrices en todos los barrios. Esta ciudad debe volver a recuperar su riqueza. Porque somos comunidad, feminismo, barrios, fiestas populares, acción social, cooperación, respeto, cultura, solidaridad, vida y futuro. Zaragoza es todo lo que decidas tú.

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