Contrapartida

Las casas de apuestas se han instalado como caballo de Troya, atacando de forma directa y desde dentro a los barrios más humildes de las ciudades. El juego patológico comienza a controlar la vida de las personas, es más: las despersonaliza, las aísla y las sitúa en un plano secundario.

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Foto: Michał Parzuchowski (Unsplash).

Las casas de apuestas pueden producir a sus visitantes un breve sorbo de esperanza, de aliciente a los problemas, de dosis irreal que resuelve las incertidumbres económicas de la vida cotidiana… pero realmente son efímeras, las ganancias que pueden otorgar siempre son menores a las aportaciones previas y aunque lo emocional parece que puede solucionarse con pequeñas inversiones, la salida no se encuentra en un lugar inundado de luces y sonidos estimulantes para el cerebro. La invitación al consumismo desmedido no finalizará nunca en arreglar un desasosiego por el paso de los días, ni suprimirá los sentimientos más depresivos ni tampoco los aminorará. Al contrario, podemos afirmar que la ludopatía, la adicción al juego, causa grandes estragos sociales. En nuestro país, 500.00 adolescentes apostaron en el último año tanto en locales como a través de internet y alrededor de 350.000 personas son afectadas por esta lacra, podemos hablar pues de un problema de salud pública.

Las casas de apuestas se han instalado como caballo de Troya, atacando de forma directa y desde dentro a los barrios más humildes de las ciudades. Ante la necesidad, la posibilidad de lograr dinero de forma rápida hace que la ansiedad se dispare entre nuestros vecinos, en gran parte de las ocasiones entre las y los jóvenes dándose casos en los que la adicción viene de la mano de otras por consumo de sustancias como puede ser el alcohol u otras drogas o puede desencadenar en enfermedades como la depresión.

El juego patológico comienza a controlar la vida de las personas, es más: las despersonaliza, las aísla y las sitúa en un plano secundario. El aislamiento social, la falta de comunicación ligada a otros problemas de salud, puede desembocar en situaciones más alarmantes como puede ser el suicidio. Y es aquí cuando nos topamos con dos problemáticas que han sido escondidas, que han sido banalizadas y que suponen una gran problemática en nuestra sociedad. La urgencia de su abordaje requiere establecer políticas preventivas, situarlas en la primera línea del debate, del tratamiento y solo así impedir que las cifras continúen aumentando.

La primera causa de muerte no natural en España en los jóvenes es el suicidio, por delante de los accidentes de tráfico. Se conocen datos de que un 90% de los jugadores patológicos presentan ideación suicida, y de este porcentaje, cerca del 20% de las personas que consumen juego han desarrollado intentos autolíticos. La tasa de suicidio entre las personas con ludopatía es seis veces mayor que la del resto de la población. Sin embargo, a diferencia de otras adicciones, la ludopatía no está incluida en protocolos preventivos de suicidio como factor de riesgo.

El hecho de que, con anterioridad a la nueva etapa política, la escasa regulación se haya enfocado desde un punto de vista meramente económico, ha provocado que la influencia de ideas neoliberales enfaticen en la responsabilidad individual de las elecciones que afectan a la salud, centrando la atención política en la promoción de juego de azar responsable y autocontrol. Mensajes e iniciativas institucionales que focalizan el problema en el individuo, alineándose con la industria y negocio del azar. Acciones que desvían la atención regulatoria de una actividad de negocio que afecta a la salud, de medidas políticas que restrinjan y regulen su agresiva oferta.

Otro factor influyente es el recurrente argumento del pago de impuestos por parte del sector empresarial, que la administración ha venido avalando y admitiendo con suficiencia para la inversión privatizada de lo que ha considerado el problema de unas y unos pocos. Argumento fácilmente rebatible cuando enfrentamos el afán recaudatorio al coste social y sanitario que esta lacra provoca.

A falta de informes en el estado español, acudimos a estudios realizados en Reino Unido y Australia, cuyos datos revelan que por cada persona que tiene problemas con las apuestas, entre cinco y diez sufren daños a su alrededor y que el coste social de esta problemática oscila entre 230 y 1.400 millones de euros.

No podemos dejar que el equilibrio de la balanza dependa de la mano de intereses económicos que afectan a la salud de tantos y tantas. Destapemos la venda de los ojos de quien, desde lo público, debe velar por el bienestar de una sociedad que alza la voz en sus barrios, en los que el capitalismo del azar está causando estragos, llevando a personas al borde de un oscuro abismo que, en ocasiones, muestra su única salida en el suicidio como forma de saldar sus deudas y acabar con el sufrimiento. Sí, apostar también mata.

Demos el paso firme de abordar como requiere el problema de salud pública que es la ludopatía. Desde las instituciones, estableciendo mecanismos en forma de Ley que pongan freno a la expansión depredadora de esta actividad de riesgo, no de ocio, eliminándola de lo cotidiano, a la vez que se dota a los servicios sanitarios públicos de herramientas que permitan atender adecuadamente a quien cae en las redes de la enfermedad. En el ámbito educativo, ofreciendo a las y los adolescentes y jóvenes, información sobre las consecuencias y realidad de una actividad de negocio especulativo, en la que unos pocos se lucran a costa de la economía y salud de muchas y muchos. En las calles, trabajando en construir un tejido social que nos permita desde lo común, cuidar del bienestar de nuestras vecinas y vecinos, mediante la organización de alternativas de ocio digno, iniciativas socioculturales y espacios de autogestión, donde compartamos un modelo de vida más social y solidaria.

Apostemos, esta vez sí, por nuestros barrios, por la salud, por un giro que ponga a las personas por delante de intereses y poderes económicos; porque los avances sean hacia un futuro mejor, que venga acompañado de luces que eliminen las sombras de la adicción y nos lleven a una sociedad libre del consumo de las casas de apuestas con modelos alternativos de ocio y esto, es tan posible como necesario.

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