Hace un par de meses, y tras conocer la noticia de que el Ayuntamiento de Zaragoza pretendía desalojar para su traslado a los 80 gatos que habitan en la colonia felina de Pignatelli, decidí acercarme por la zona para conocer de primera de mano, a través del personal voluntario, cuál era la situación en la que se encontraban los felinos antes de comenzar las obras de las 65 viviendas libres que se van a construir en los antiguos Depósitos de Pignatelli.
La sorpresa no pudo ser más grata. A través de una “visita guiada” por la colonia acompañado por una de sus voluntarias, pude comprobar que, ciertamente, el “paraíso terrenal” de los gatos existe y se encuentra allí.
Y ya no solo en cuanto a superficie, sino en lo que a instalaciones se refiere. Todas ellas acondicionadas por los propios voluntarios y voluntarias con dinero de su bolsillo. Estancias separadas para los gatos enfermos; espacios para que los animales jueguen entre ellos; dispensadores de comida y bebida repartidos por toda la colonia; y lugares, como no, también para el descanso. Todo ello aderezado con el ingrediente principal, los cuidados.
Sin embargo, esta situación de bienestar y tranquilidad para los felinos tenía visos de llegar a su fin por culpa de la construcción de 65 viviendas libres en la zona. Parafraseando al “mejor ministro de Economía de la democracia” –y también un delincuente-: “Es el mercado, amigo”. Y ya se sabe, si para ello hay que desalojar a 80 gatos y trasladarlos a un paraje escalofriante, adelante con los faroles.
De esta forma, el Gobierno de Partido Popular y Ciudadanos en la capital aragonesa ordenó la pasada semana, mediante una polémica decisión, comenzar la captura de todos los felinos que forman parte de la mayor colonia felina de Zaragoza para su traslado a una zona denominada El Guano, situada en los Pinares de Venecia.
Esta decisión, tomada por el consejero de Participación y Relación con los Ciudadanos, Javier Rodrigo, cayó como un jarro de agua fría para todas las personas que de forma voluntaria se han hecho cargo de los cuidados de los felinos de la colonia de Pignatelli a lo largo de doce años. Sin ir más lejos, este viernes alrededor de un centenar de personas se concentraban a las puertas de la colonia para protestar por las formas, y sobre todo por el fondo, en las que el Ayuntamiento de Zaragoza había ordenado el traslado de los felinos.
El pasado lunes, técnicos municipales de la Oficina de Protección Animal entraron en este espacio y prohibieron la entrada a los voluntarios y voluntarias, dejando además las instalaciones bajo la vigilancia de una empresa de seguridad. Este hecho conlleva que, a día de hoy, algunos de estos gatos podrían haber muerto por la falta de medicación, ya que era el propio personal voluntario el que se encargaba hasta la fecha de administrar los medicamentos a los felinos con mayor edad y que tenían alguna enfermedad.
“Nos parece absolutamente intolerable, injusta e ilegal, además de inmoral, entrando a la fuerza, rompiendo las puertas y candados, prohibiéndoles la entrada a voluntarios que llevan gestionando este recinto durante más de 12 años, voluntarios (entregados y amorosos de esos animales), que desde ese día no han podido alimentar, sin poder administrar la medicación a los enfermos y a los cuidados especiales a los gatos mayores”, replicaban en un comunicado.
Desde la Consejería de Participación y Relación con los Ciudadanos, gestionada por la formación naranja, aseguran que esta decisión se ha tomado “dada la imposibilidad de la convivencia entre los trabajos que allí van a desarrollarse y la colonia felina ubicada en la zona”. Unos argumentos que no convencen en absoluto al personal voluntario que se ocupa del cuidado de los gatos.
Como solución más beneficiosa para los animales pedían –a través de una iniciativa en Change.org mediante la cual ya se han recogido más de 12.000 firmas- que se vallara una zona en el propio Parque Pignatelli -el Área 33- que no va a verse afectada por las obras, “para que los gatos estén a salvo y en su hábitat natural, o sea, su casa”.
En su opinión, además de no ser necesario este traslado, la nueva reubicación en El Guano abocará a los 80 gatos a una “muerte segura”. Y es que solo hace falta darse un paseo por esta parcela de los Pinares de Venecia -casi un kilómetro andando desde la última parada del autobús urbano- para darse cuenta de que los gatos que allí traslade el Ayuntamiento de Zaragoza tardarán muy poquito tiempo en dejar de ser seres vivos.
El Guano: un lugar insalubre y sin equipamiento alguno
Situada entre el cementerio de Torrero y el circuito de BMX, El Guano es una zona de 6.818 metros cuadrados de extensión, de los cuales el Ayuntamiento de Zaragoza ha vallado 5.100 y donde –según el Ejecutivo municipal- “se contará con distintos recursos para el agua, la alimentación y el refugio, pero también con puntos de agua y recogida de residuos domésticos, la colocación de elementos contra las posibles condiciones meteorológicas adversas, así como elementos de juego”.

Estas quizá sean las pretensiones que tiene el Gobierno municipal. Pero lo cierto es que allí, y hasta este pasado viernes, tan solo se encontraba instalada la valla, y no toda, y una toma de agua. Cabe recordar que desde el Ejecutivo se había dado la semana anterior como plazo para la conclusión de las obras. Así que mal comienzo, ya que las prisas no suelen ser nunca buenas consejeras, más aún cuando se trata de garantizar el bienestar animal.
Siguiendo con este recorrido, hay que mencionar la presencia de multitud de conejos y liebres en esta zona, además de diversos cadáveres en estado de descomposición de dichos animales y multitud de madrigueras. Con lo que se da por hecho que los gatos que allí sean trasladados no van a estar solos y tendrán muchas posibilidades de contraer enfermedades. La zona también se convertirá en un coto “vallado” para que los cazadores que por allí merodean hagan sus prácticas de tiro al blanco sin posibilidad de escapatoria para los animales.
En definitiva, todos estos gatos van a pasar del “paraíso terrenal” conocido en el Pignatelli al “infierno” de El Guano. Y puedo asegurar fehacientemente que no es ninguna exageración. Si no, al tiempo. Las imágenes del lugar hablan por sí solas.
Otra solución es posible
Desde los colectivos que muestran su rechazo al traslado se preguntan por qué este no se ha realizado al Centro de Protección Animal (CMPA) en lugar de a El Guano, donde se cuenta con 18.000 metros cuadrados de extensión y grandes instalaciones, además de personal veterinario y vigilancia para el cuidado de los gatos. Cuestiones de las que se adolece en esta zona de los Montes de Torrero.
“Está claro que pretenden exterminarlos”, afirma Ana de los Arcos, miembro de una asociación que vela por el cuidado y bienestar de los animales y anterior coordinadora de voluntarios y voluntarias del Proyecto CES (Captura, Esterilización y Suelta) Aragón.
Según defiende, el Consistorio “está haciendo un vallado ilegal para llevar a los gatos allí sin cumplir la ley”. “Es un servicio de recogida de animales hecho por el Ayuntamiento de Zaragoza”, recalca, y “necesita licencia de núcleo zoológico y licencia de actividad sí o sí, pero sin embargo van a efectuar una instalación provisional que responde a una necesidad puntual cuyo objetivo a medio plazo es su desaparición”.
Y es que, recuerda, el traslado de los felinos a El Guano es únicamente una medida que para el Consistorio es a medio plazo, ya que la memoria descriptiva del proyecto así lo prevé. Por lo que se pregunta: “¿Serán seis meses, un año, año y medio…? Y luego, ¿qué?, ¿soltarán por los Pinares de Venecia a los pocos gatos que queden vivos?”.
En este caso, tanto la Oficina de Protección Animal como la Consejería de Participación y Relación con los Ciudadanos, en manos de Javier Rodrigo, deberían de ofrecer respuestas sin ambages, y llevar a cabo una gestión en la que se prime por encima de todo el bienestar animal. De no ser así, Zaragoza dejará de ser ciudad amiga de los animales.