Cinco pueblos aragoneses, y su capital, dedican calles al ‘núcleo duro’ del franquismo

Apenas quedan cien días en la cuenta atrás para que los conspiradores Mola y Sanjurjo y destacados sublevados y represores como Muñoz Grandes, García Valiño, Varela y Carrero Blanco dejen de figurar en los callejeros de Zaragoza, Cantavieja, Tabuenca, Trasmoz, Velilla de Jiloca y Villar de Salz

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El almirante Luis Carrero Blanco jura uno de sus cargos en presencia de Franco. Foto: Wikimedia

Tic, tac, tic, tac: la cuenta atrás para que las instituciones aragonesas limpien el país de vestigios del franquismo y la sublevación militar contra la Segunda República sigue adelante con apenas un centenar de días de margen, los restantes hasta que el 22 de agosto se cumpla el mandato de la Ley de Memoria Democrática para eliminar los “elementos o menciones realizados en conmemoración, exaltación o enaltecimiento individual o colectivo del golpe de Estado de 1936 y del franquismo, de sus dirigentes o de las organizaciones que sustentaron al régimen dictatorial”.

El programa de limpieza incluye las “placas, escudos, insignias, inscripciones, anagramas y otros elementos sobre edificios públicos o situados en la vía pública” y las “denominaciones de calles, vías o lugares públicos que rindan homenaje a militares o políticos afectos al golpe de estado o al régimen franquista” o ensalcen a “los participantes, instigadores o legitimadores de la sublevación militar de 1936 y de la dictadura franquista”, así como , las “alusiones que desmerezcan a la legalidad republicana y a sus defensores”.

Eso obligará a media docena de ayuntamientos, entre ellos el de Zaragoza, a eliminar, además de las referencias al propio dictador, las placas que dedican calles y plazas a los miembros de su ‘núcleo duro’, cuya existencia ha certificado el Ministerio de Asuntos Económicos al responder a una solicitud de información del senador de Compromís, Carles Mulet.

“Se aprecia una gran limpieza después de la campaña iniciada por la coalición desde la cámara alta” para fomentar la retirada del callejero del general Franco y sus conmilitones, explica el senador, que ha reactivado “la campaña de requerimientos a los ayuntamientos para que cumplan con la legislación actual que prohíbe este tipo de denominaciones en vías públicas”.

Los datos de Asuntos Económicos proceden de la explotación de las bases de datos del INE (Instituto Nacional de Estadística), que, aunque con alguna excepción, suelen estar actualizados con los callejeros vigentes en los cascos urbanos del Estado español.

Con la primera fase, “desde 2017 se ha conseguido retirar cerca de 2,000 calles y símbolos en más de 500 municipios de todo el Estado”, señala. Así ocurrió, como adelantó AraInfo, con los ayuntamientos de Ardisa, Brea de Aragón, Cervera de la Cañada, Munébrega, Navardún, Novallas, Tauste, Villalengua y Alcalá de Ebro en Zaragoza, con los turolenses de Santa Eulalia del Campo, San Agustín y Villar de Salz y con los oscenses de Siétamo y Lupiñén-Ortilla.

Mola y Sanjurjo en Trasmoz, Tabuenca y Cantavieja

Otros dieciocho han respondido positivamente a los requerimientos del anterior presidente del Senado, Pío García Escudero (PP), que les instó uno a uno y a propuesta del senador a cumplir la Ley de Memoria Histórica estatal de 2007. Su sucesora, la jueza Pilar Llop (PSOE), está haciendo lo propio estos días con una remesa de nuevas cartas que, tras haber avalado la iniciativa la mesa de la cámara alta la semana pasada, llegarán en los próximos días a los consistorios aragoneses de Zaragoza, Cantavieja, Tabuenca, Trasmoz, Velilla de Jiloca y Villar de Salz, todos los cuales mantienen en sus callejeros a miembros del ‘núcleo duro’ de Franco en alguna de las fases de su dictadura o en la sublevación golpista que desató para llegar al poder.

Cantavieja recibirá dos, una por el general Emilio Mola, que también tiene calle en Tabuenca y Trasmoz, y otra por Rafael García Valiño. El primero, cuya muerte nunca esclarecida en un accidente aéreo dejó a Franco sin rivales para capitalizar la guerra, fue quien planificó el golpe militar y quien diseñó la brutal y sistemática represión de todo aquel que hubiera tenido alguna relación con la legalidad republicana y con su defensa. El segundo, que había participado en las campañas del norte y en los frentes de Aragón, el Ebro y Levante, dirigió a finales de los años 40 el Estado Mayor del ejército de la dictadura.

Tabuenca y Trasmoz también recibirán una segunda carta, en ambos casos por mantener en su callejero al general José Sanjurjo, el golpista al que un indulto de la propia Segunda República le permitió eludir la pena de muerte que los tribunales le impusieron por la asonada de agosto de 1932, ‘la sanjurjada’, y que aprovechó su exilio en Portugal para seguir conspirando contra ella. De hecho, se le considera como uno de los principales diseñadores del golpe de 1936. Como Mola, murió en un accidente aéreo el 20 de julio de ese año, entre Estoril y Cascais, nada más despegar hacia Burgos.

La mano derecha de Franco y el jefe de la División Azul

Otro de los requerimientos llegará a la localidad turolense de Villar de Salz, donde sigue teniendo calle Carrero Blanco, la mano derecha y principal ‘fontanero’ del dictador desde que, a mediados de 1940, redactó un informe en el que se inclinaba por que España no participara, al menos oficialmente y en términos militares, en la segunda guerra mundial. Subsecretario de la Presidencia durante 32 años y vicepresidente del Consejo de Ministros durante seis, sucedió como presidente del Gobierno a Franco cuando este decidió dejar el cargo en junio de 1973.

Moría a los seis meses en la ‘operación Ogro’, un atentado sobre el que siempre planeó la sombra de la intervención de servicios secretos de países occidentales y sobre el que nunca hubo una versión oficial: los sospechosos, que también lo eran de formar parte de ETA, no llegaron a ser juzgados porque, sin haber sido condenados, quedaron libres con la amnistía de 1977.

También el Ayuntamiento de Zaragoza, que con el cambio de color del pasado verano ha abandonado las políticas memorialistas de los últimos tres lustros, que la situación en los mandados de Juan Alberto Belloch (PSOE) y Pedro Santisteve (ZeC) como una de las ciudades más avanzadas de España en esta materia, tiene reservada una carta, en este caso por seguir homenajeando en una pequeña plaza situada en la zona de transición entre San José Alto y Torrero al general Agustín Muñoz Grandes, el militar que se convirtió en el paradigma de la falacia que, en realidad, era la neutralidad del franquismo en la segunda guerra mundial, cuya teorización había aupado a Carrero.

Muñoz Grandes, que llegó a ser condecorado por el propio Hitler, dirigió la División Azul, un cuerpo militar de 50.000 soldados que en 1941 se integró en el ejército de la Alemania nazi y que combatió (con uniforme de la Wehrmacht) durante dos años en el frente ruso.

Antes, tras pasarse a las líneas enemigas después ser que la Segunda República lo indultara al comienzo de la guerra de una pena de nueve años tras interceder varios generales leales, había dirigido las operaciones de los sublevados en el Frente de Aragón y la batalla del Ebro. Después sería ministro del Ejército entre 1951 y principios de 1957 para, poco después, pasar doce años como máximo responsable de las fuerzas armadas de la dictadora y, después, entre los veranos de 1962 y 1967, ocupar la vicepresidencia del Consejo de Ministros.

¿De qué Calvo Sotelo y de qué Primo de Rivera hablamos?

Cierran la lista de destinatarios de las cartas Velilla de Jiloca, donde tiene calle el general José Enrique Varela, ministro del Ejército en los tres primeros años de la posguerra de una contienda en cuyas conspiraciones y preparativos había reorganizado el Requeté navarro poco después de salir de la cárcel por su implicación en la ‘Sanjurjada’ de 1932, y Tauste, donde sigue habiendo una plaza con el nombre de “Caudillo” y una calle del Capitán Cortés, al que la versión franquista de la historia encumbró póstumamente por haber participado en julio de 1936 en la sublevación de los guardias civiles acuartelados en un santuario de Sierra Morena.

La iniciativa de Carles Mulet no ha incluido finalmente a otro grupo de municipios entre los que se encuentran algunos de los anteriores, como Cantavieja y Trasmoz, y otros como los turolenses de Santa Eulalia y Valbona y los zaragozanos de Pozuelo de Aragón, San Mateo de Gállego, Tabuenca, Utebo, Velilla de Jiloca y Villanueva de Gállego.

En todos ellos, salvo en Valbona, donde se dan las dos opciones, hay una calle o una plaza dedicada a Calvo Sotelo, por lo que antes del requerimiento sería necesario aclarar si se trata de Leopoldo, el expresidente democrático con UCD, o de José, ministro de Hacienda del dictador Primo de Rivera y diputado monárquico asesinado cinco días antes del golpe de 1936 por miembros de una milicia socialista.

En el caso de “Calvo Sotelo”, explica el senador de Compromís, “no se discrimina en este listado entre el expresidente del Gobierno o el político venerador por el franquismo y elevado a mártir”, por lo que finalmente ha optado por no incluirlos en la iniciativa.

Ocurre algo similar con la calle y la plaza dedicadas en Caspe y Calatayud, respectivamente, a Primo de Rivera, aunque al menos una las dos figuras a las que puede hacer referencia quedaría, en principio, fuera del ámbito de aplicación de la Ley de Memoria Democrática: Miguel, el dictador, había fallecido seis años antes de la guerra, y su hijo José Antonio, el fundador de Falange, no llegó a participar en el golpe por estar preso en Alicante, aunque lo alentó.

Por último, el trabajo parlamentario de Mulet ha posibilitado que otros 18 ayuntamientos aragoneses inicien los trámites para retirar de sus callejeros los vestigios del franquismo o reclamen esa medida a otras instituciones como las parroquias y/o obispados. Se trata de Zaidín, Sariñena y Fonz en Huesca; Huesa del Común, Alcorisa, Villafranca, Valbona, Arcos de Salinas, Caminreal, Beceite y la capital en Teruel y, en Zaragoza, Plasencia de Jalón, Villanueva de Gállego, Muel, Lécera, Figueruelas, Calatorao, Morata de Jalón y Codo.

Se añaden a los quince que ya lo hicieron hace unos meses: Zaragoza: Ardisa, Brea de Aragón, Cervera de la Cañada, Munébrega, Navardún, Novallas, Tauste, Villalengua, Alcalá de Ebro, Santa Eulalia del Campo, San Agustín, Villar de Salz, Siètamo y Lupiñén-Ortilla

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