Junto al cauce del río Ara, se encuentra Chanovas. Una localidad que en estos momentos intenta reconstruir su pasado. Un pasado devorado por la injusticia. Ahora, gracias al esfuerzo y sacrificio de sus vecinos y vecinas, Chanovas comienza a recuperar la vitalidad. Nada más y nada menos que 55 años después.
Esta pequeña localidad del Pirineo llegó a tener una población de 400 habitantes. El pueblo rebosaba vida. Pero en 1961, Iberduero (actualmente Iberdrola) y la dictadura de Franco deciden que este era lugar perfecto para continuar con su política en la construcción de pantanos. Un negocio que enriquecía a las compañías hidroeléctricas y estas a su vez, como clientes, a los bancos. Esta unión perfecta e indisoluble llegó a denominarse como oligarquía electro-bancaria.
Las empresas hidroeléctricas eran las encargadas de diseñar la política energética de Franco. Esto implicaba que los intereses de estas empresas privadas estuviera por encima de los intereses de los pequeños pueblos. Gracias a ello, la expansión de las empresas hidroeléctricas fue absoluta, ya que en momentos de escasez se encontraron con la necesidad de una gran demanda. Negocio redondo.
Con la decisión tomada, por parte de Iberduero, de llevar a cabo en Chanovas la construcción de un pantano, se les entregó a las familias que allí vivían diversos expedientes de expropiación forzosa, uno por cada casa del pueblo. Es decir, a cambio de “cuatro perras”, todos los vecinos y vecinas debían abandonar sus casas y marcharse de allí en favor de un supuesto interés general. Algo que al final se ha reconocido no ser verdad.
Los informes de impacto medioambiental emitidos por los técnicos del ministerio de Medio Ambiente desaconsejaban fehacientemente la construcción de dicho pantano. No obstante, también existieron diversas maniobras políticas, llevadas a cabo por el gobierno de turno para la manipulación de esos informes.
Mientras tanto, Chanovas ha ido envejeciendo, y sus casas, muchas de ellas todavía en ruinas, contemplan como los vecinos y vecinas del pueblo luchan para volver a levantar esas viviendas que un día formaban parte de la belleza del valle. La diferencia es, que ahora aquellos vecinos y vecinas que quieren recuperar sus casas –en ruinas-, deben hacerlo pagando hasta siete veces lo que en su día se pagó. En vez, de cómo sería lógico, recibir una indemnización por parte del Estado o de Iberdrola. Todos estos esfuerzos forman parte un objetivo, culminar el proceso de reversión de sus propiedades y así poder efectuar la reconstrucción.
Pero llegado este momento, Chanovas continúa más vivo que nunca. Este próximo sábado 24 de septiembre, los vecinos y vecinas de esta pequeña localidad del Valle del Ara vuelven a celebrar las fiestas en honor a su patrón, San Miguel. “Este año también se ha constituido la Fundación San Miguel de Chanovas, la cual se ha creado para unificar esfuerzos en la recuperación del pueblo, esperamos que sean muchas los organismos y personas que se unan a la causa, puesto que cuantos más seamos más conseguiremos y estaremos cada vez más cerca de ver a Chanovas vivo, que es por y para lo que trabajamos muchas personas”, afirman los y las vecinas de la localidad altoaragonesa.
Aunque si bien es cierto, reconocen que no está siendo nada fácil, ya que siguen luchando solos “contra la administración”, la cual continúa poniendo dificultades para que los anteriores propietarios puedan volver a sus casas. Pero por otro lado, este es un año más "donde la gente de Chanovas hemos seguido yendo a nuestro pueblo a rehabilitarlo poco a poco, éste año podemos decir que ya están en marcha dos de las antiguas casas del pueblo y eso es un signo de recuperación y de ilusión por volver a nuestras raíces”, reconocen con orgullo.
Por otro lado, “este año –explican- contamos con la inestimable ayuda de la Fundación José Antonio Labordeta, la cual va a poner a disposición de la gente que ese día se acerque a vernos, la posibilidad de ver el museo itinerante de Labordeta, una ocasión única, para ver unidos en un día, al pueblo de Chanovas y José Antonio Labordeta y familia, que tanto apoyaron y apoyan esta lucha por recuperar nuestras raíces”.
De hecho, los vecinos y vecinas admiten que sus “ilusiones, esfuerzos y esperanzas no han hecho mas que incrementarse”. Y ahora más que nunca “Chanovas no rebla, no lo ha hecho nunca y no lo hará ahora, aun con el silencio de la administración”, advierten con entusiasmo. Así pues, Chanovas no rebla, Chanovas Vivo.