¿Quién quiere ver el primer muerto en las calles?

En un ejemplo más de su falta de miras políticas, Pedro Sánchez, con una mano traslada el Consejo de Ministros a Barcelona, y con la otra se dedica a incendiar el independentismo

Foto: La Directa

Cuando en Catalunya se habla del próximo 21 de diciembre lo siguiente que se escucha es un resoplido. Nadie sabe exactamente qué sucederá en el aniversario de las elecciones ilegitimas que Rajoy impuso a la ciudadanía catalana ahora hace un año.

La tormenta perfecta está servida: aniversario más un Consejo de Ministros que Pedro Sánchez en un gesto de difícil comprensión, por la cercanía al juicio de los y las presas independentistas está cada vez más cerca, ha decidido trasladar a la Llotja de Barcelona.

El “gesto” después no vacilar demasiado, el martes 12 en el Congreso, al comparar el independentismo –al que de momento no se ha sumado ningún partido de extrema derecha- con el Brexit –movimiento que tiene en su ADN al UKIP, una formación de conocida ideología-. Y de paso, hablar de sus años mozos en los Balcanes para desacreditar los comentarios –desafortunados- de Quim Torra.

En lo práctico

Los CDR paralizaron de nuevo el país el domingo 9 de diciembre levantando los peajes de las carreteras catalanas y cortando el tráfico de algunas vías de Catalunya. Esos mismos CDR han actuado desde hace más de un año con numerosos actos de protesta que no han dejado apenas heridos.

¿Por qué el levantamiento de barreras supone un hito remarcable para volver a reactivar la retórica del 155? ¿Por qué cuando los Mossos d’Esquadra actuaron a bajo estricto protocolo ante la acción de protesta se escuchan tantas voces unionistas que abogan por suprimir la autonomía?

Los CDR han actuado –en un puente- sobre el poder económico, sobre unas autopistas propiedad de Abertis –del IBEX 35- y en el Estado español no hay nada más sagrado que los intereses de ese club formado por 35 empresas.

Como si fuera el día de la marmota –expresión que se ha repetido miles de veces desde que el proceso independentista empezó sus andaduras- la jornada del domingo ha hecho que el 155 sobrevuele de nuevo la Generalitat de Catalunya. Se demuestra de este modo que la derecha española, a la que ahora se suma Vox, ha encontrado la receta perfecta para alcanzar sus aspiraciones. Ante una actividad que no guste, sacar a pasear el articulado de la Constitución. Receta que no parece desagradar a algunas figuras preeminentes del PSOE, de la ala de derechas del PSOE.

Con todo este escenario de amenaza y de relato de la tensión bien engrasado, Pedro Sánchez, pese a que los Mossos consideran que la Llotja de la capital catalana es una ratonera en materia de seguridad, ha decidido trasladar su Consejo de Ministros a la Ciudad Condal. Podría parecer un acto de acercamiento, pero en realidad es una provocación y una demostración más de la visión que tienen los partidos nacionalistas españoles del territorio catalán. Una visión casi colonial, “virreniática”·, en la que la sola presencia del líder en los territorios de “ultramar” vale para que llegue la calma.

Sea como sea, lo cierto es que la ANC y los CDR ya han convocado manifestaciones que seguramente terminaran con detenidos e imágenes que luego PP, Ciudadanos y Vox rentabilizaran en grado sumo.

En lo simbólico

Los señorías que con tanto ahínco se echan las manos a la cabeza por la comparación de Quim Torra entre Catalunya y Eslovenia –con sus pocas más de 200 personas muertas- son los mismos que el día 6 de diciembre ensalzaban junto a Felipe VI una transición que dejó 178 muertos a manos de las fuerzas de seguridad del Estado, 67 de la extrema derecha, 376 de ETA y 75 de grupos como el GRAPO. Así lo recordaba el que fue cabeza de lista de la CUP, David Fernàndez, en un espacio en la radio pública catalana donde se dedica a reflexionar sobre el presente.

Más allá de la absoluta utilización torticera de las palabras del president de la Generalitat, lo cierto es que la gestión de Torra se está definiendo por su inconcreción y su lógica simbólica nada realista. Ciertamente, el president ha cruzado una línea roja hasta la fecha inviolable por el independentismo: siempre comparar el proceso de autodeterminación con el Quebec y Escocia; nunca hacerlo con los Balcanes.

Pero no es el único error del mandatario puesto a dedo por Carles Puigdemont. Torra, en lo que para muchas personas ha sido otro acto vergonzante, anunció que llevaría a cabo una ayuno en solidaridad con los presos políticos catalanes que han empezado una huelga de hambre. No es la primera vez que un o una política actúa de este modo, sin embargo, con su gesto Torra está quitando sentido al que sus compañeros han iniciado en la cárcel y dando motivos al unionismo para ridiculizar la figura del president.

A siete días del otro 21-D

Por burda, la expresión “tormenta perfecta” cuando se habla de política ha perdido peso analítico. Sin embargo, los partidos políticos unionistas y la derecha catalana parecen tener ganas de hacer que la expresión sea la mejor forma de anlizar nuestro momento.

A siete días del aniversario de “las ilegítimas”, todo parece indicar que existen muchas personas que quieren ver el primer muerto en las calles. Vox, que duda cabe, el PP de Casado que duda cabe, Ciudadanos que duda cabe y el PSOE que duda empieza a no caber. Es responsabilidad popular quitarle el gusto a esa clase política que vive de caldear el ambiente.

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