Buscando (jóvenes) culpables y no soluciones

Apenas recuperados del confinamiento, nos encontramos con los rebrotes, y ¡parece que estos meses no han servido de mucho a nuestros representantes políticos!, que lejos de reaccionar a tiempo, nos ofrecen cada día una nueva galería de culpables, incapaces de evolucionar de la judeocristiana culpa a la más laica y sana, responsabilidad. Así, obviando que "el foco de contagio está en el mercado de trabajo precario, las condiciones de vida y la pobreza estructural" como bien señala el Colegio Profesional de Trabajo Social de Aragón en un reciente comunicado, el presidente Lambán prefiere referirse a los jóvenes llegando a afirmar …

Foto: Bellmon1 (CC)

Apenas recuperados del confinamiento, nos encontramos con los rebrotes, y ¡parece que estos meses no han servido de mucho a nuestros representantes políticos!, que lejos de reaccionar a tiempo, nos ofrecen cada día una nueva galería de culpables, incapaces de evolucionar de la judeocristiana culpa a la más laica y sana, responsabilidad.

Así, obviando que "el foco de contagio está en el mercado de trabajo precario, las condiciones de vida y la pobreza estructural" como bien señala el Colegio Profesional de Trabajo Social de Aragón en un reciente comunicado, el presidente Lambán prefiere referirse a los jóvenes llegando a afirmar que “esos jóvenes asintomáticos no mueran ellos, pero acaben contagiando y matando a sus padres o a sus abuelos”, habilitando al alcalde Azcón para una cruzada contra el botellón. Mientras, ambos nos muestran sin reparo las acogedoras instalaciones dispuestas para quienes debiendo realizar una cuarentena no tengan cómo o dónde hacerlo. Al fin y al cabo, ¿a quién le importan conceptos como la dignidad, la intimidad, la comodidad o el respeto, cuando el único objetivo es aislar al apestado contagioso, que ya volverá luego a sus infrahumanas condiciones de vida, como hemos visto recientemente en Albalate? Pues eso.

Pero volvamos a Azcón y el botellón del que dice: “No se puede permitir, cualquier persona que tenga sentido común lo entenderá”. Creo que podemos asumir el consenso de que el botellón tiene dos derivadas negativas; la excesiva e insana ingesta de alcohol, el modelo de ocio que éste conlleva y las condiciones deplorables en las que queda el espacio público después.

Sobre ambos aspectos se ha intentado actuar, con relativo éxito, mediante campañas de ocio alternativo, puesta a disposición de instalaciones deportivas, campañas de concienciación sobre los riesgos del alcohol y medidas de limpieza y desinfección de espacios, (que no han contado con refuerzo alguno por parte del Gobierno de PP-Cs para facilitar un ocio seguro a los jóvenes de Zaragoza, más allá del consumo en terrazas). Sin duda es un proceso lento y estamos lejos de alcanzar el adecuado equilibrio entre el uso y disfrute del espacio público y el respeto al uso de los demás, pero no deja de ser sorprendente que la misma ingesta alcohólica o acumulación de personas sea vista con alegría cuando se realiza mediante el pago en un establecimiento y como una lacra cuando no media lucro.

La convivencia con el virus es complicada y sin duda la responsabilidad personal tiene un importante papel que jugar, pero debemos mantenernos alerta para que no oculte o difumine la responsabilidad pública de quienes han sido elegidos para el gobierno, demasiado dispuestos a mirar a otro lado para no perjudicar los intereses económicos y a señalar chivos expiatorios, y sobre todo para que las medidas de protección no nos hurten otros debates como el uso libre y respetuoso del espacio público.

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