Brigada Aragón-Sahara: "Aprender del pasado para construir futuro"

"Llegamos al hotel. Ya han pasado cuatro días desde nuestra llegada al Sáhara Occidental y la empatía que tenemos con este pueblo es muy grande. Cada vez más dentro, cada vez más fuertes, cada vez más saharauis", apunta la Brigada Aragón-Sahara en el cuarto capítulo de su diario de viaje.

La Brigada sigue en el Sahara.
La Brigada sigue en el Sahara.
La Brigada sigue en el Sahara.

Diario de viaje de la Brigada Aragón-Sahara. El Aaiun, 1 de abril de 2015.- Llegamos al hotel. Ya han pasado cuatro días desde nuestra llegada al Sáhara Occidental y la empatía que tenemos con este pueblo es muy grande. Cada vez más dentro, cada vez más fuertes, cada vez más saharauis.

La noche del 21 de noviembre del 2010, Said Dambar veía un partido de futbol con sus amigos. Llamó a su hermana para que le guardara algo de cena. Ella no sabía que sería la última vez que hablaría con él. Después del desalojo de Gdeim Izik, El Aaiun se había convertido en una ciudad sitiada y la policía recorría las casas en busca de jóvenes que habían participado en el campamento. Esa noche llamaron a la casa de Said, pero el joven no estaba. El hermano mayor Mohamed se trasladó a la delegación de gobierno, donde le comunicaron que Said estaba herido en el hospital por atacar a la policía.

Hasta las 11.00 de la mañana no supieron cómo se encontraba Said. Permitieron a sus padres entrar a verlo, pero a través de un cristal. No era normal. Mattu, su hermana mayor, conocía a un enfermero al que le preguntó qué estaba ocurriendo. Él le dijo que su hermano tenía unas vendas en el pecho y una bala entre los ojos. Pidió verlo. Con la ayuda del enfermero consiguió entrar y hacer una foto. Said estaba muerto. Aun así, los médicos del hospital le decían que seguía vivo y no permitían a la familia acercarse al cuerpo. Hasta el día 23 los médicos no certificaron su muerte.

La familia se negó a enterrarlo hasta que se revelara lo que realmente había ocurrido. Said pasó 17 meses y 13 días en la morgue. Finalmente, la policía se deshizo del cuerpo. A día de hoy la familia sigue pidiendo que se haga una investigación independiente, la autopsia que nunca se hizo para revelar cómo fue su muerte y que se diga dónde está el cuerpo de Said. La impunidad de Marruecos tiene que acabar.

A ese mensaje se unen los ex-presos políticos Cheikh Amidam y Jali Bouhala con los que hemos mantenido también un encuentro. Tras una primera detención por participar en la intifada de 2005 cuando contaba con 20 años de edad, Cheikh Amidam fue acusado en 2009 de sabotear la empresa de fosfatos Fosbucra, en la que se quemó la cinta transportadora que lleva los productos hasta el puerto, provocando a la empresa pérdidas millonarias. Jali Bouhala fue detenido por participar en las manifestaciones tras el asesinato de Said Dambar, siendo condenado a tres años en la cárcel negra de El Aaiun.

Ambos nos relatan lo difícil que es el día a día en la prisión y el trabajo político que se puede hacer dentro de los muros por la liberación del pueblo saharaui. Las celdas saturadas, la falta de higiene y de atención médica (una médica por cada 4000 presos), la ausencia de contacto con otros presos políticos, la falta de comunicación con las familias, prohibiciones tan absurdas como no comer dátiles, no usar colonias o incienso. Una de sus maneras de responder ante esta situación de vulneración de los derechos de cualquier preso son las huelgas de hambre, aunque con ello pongan en riesgo su salud.

Los jóvenes nos demuestran que las presas políticas son un ejemplo en la resistencia saharaui y una herramienta fundamental para llamar la atención internacional. “Pueden condenarnos a 100 años pero no podrán parar la liberación saharaui”.

El pueblo saharaui, a lo largo de los años, además de generar resistencia se ha esforzado por construir futuro. Y no existe futuro para un pueblo que no es consciente de sus orígenes y no conserva su cultura. Nos reunimos con la Asociación por la Cultura y el Patrimonio del Sáhara Occidental, creada en abril del 2012, para fomentar y proteger los valores y la identidad del pueblo saharaui.

Mantener tu cultura puede ser un acto revolucionario cuando se vive bajo la ocupación de un  estado que pretende eliminar tu derecho a ser pueblo. Hablar y escribir hassanía, vestir melfas y darra, levantar haimas y vivir según los valores saharauis son algunas de las actividades promovidas por esta asociación ante los ataques de Marruecos. Quieren revivir la cultura entre los jóvenes, celebrar sus días nacionales y en definitiva, dignificar su forma de ser y estar. En este proceso, juega un papel fundamental la expresión oral y artística aunque además las nuevas tecnologías han permitido apoyar esta transmisión intergeneracional.

Nos recuerdan que tanto mujeres y como hombres trasmiten la cultura de igual manera porque en todas ellas está como seña de identidad; y que lo más amargo para Marruecos son las haimas y el grito de la mujer (atsaghrita). El pueblo saharaui adora la libertad de los espacios abiertos, del desierto, sin límites ni obstáculos. La comunidad y la solidaridad son valores fundamentales en su cultura, principios que serán pilares básicos en un Sáhara libre.

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