Artsaj bajo asedio

El 12 de diciembre un grupo de azerbaiyanos cerró la única carretera que conecta el enclave de Nagorno Karabaj con el resto del mundo. 120.000 personas, entre ellas 30.000 niños y niñas, sufren las consecuencias, privadas de alimentos básicos y medicinas. "Azerbaiyán está llevando a cabo un genocidio continuado contra nuestro pueblo. La comunidad internacional debería tomárselo en serio", afirman los habitantes de esta República.

Lusine Hayriyan con sus hijas y su hermano, Gevorg Balayan | Foto: Siranush Sargsyan

Incluso con poca comida, medicinas y ningún otro bien necesario, aguantaremos mientras abran la carretera y no estalle otra guerra". Son las crudas palabras de Lusine Hayriyan, madre de cinco hijas que espera la sexta, en reacción al cierre decretado por Azerbaiyán, hace ya cuatro largas semanas, de la única carretera que conecta la República de Artsaj, como se denomina el enclave de Nagorno Karabaj, con Armenia y el resto del mundo.

El bloqueo comenzó el 12 de diciembre de 2022, cuando un grupo de azerbaiyanos vestidos de civiles, bajo el pretexto de una acción medioambiental, cerró el corredor de Lachin -un paso de montaña- privando a los 120.000 habitantes de Artsaj, de mayoría armenia, entre ellos 30.000 niños y niñas, de la libre circulación, del camino a la vida.

Lusine es una mujer desplazada del pueblo de Tagaser, ocupado por Azerbaiyán durante la guerra de los 44 días de 2020. Vive con su familia en un albergue de Stepanakert, la capital de Artsaj. Desde el cierre de la carretera, su marido, soldado contratado, lleva semanas sin volver a casa y su hermano, Gevorg Balayan, la ayuda con las tareas domésticas y el cuidado de las niñas. Gevorg perdió una pierna durante la guerra y vive con la familia de su hermana.

Cada día se importan a Artsaj desde Armenia unas 400 toneladas de alimentos básicos, como cereales, harina, frutas y verduras, lo que significa que en los últimos 24 días se ha impedido la entrada en el país de unas 10.000 toneladas de estos productos de primera necesidad. Como consecuencia, la familia de Lusine, al igual que muchas otras familias que residen en Nagorno Karabaj, no sólo sufre la escasez de alimentos, sino también de artículos domésticos, como detergente en polvo, que le resulta difícil conseguir en tiendas casi vacías.

Mostradores vacíos en una de las tiendas de comestibles de Stepanakert | Foto: Siranush Sargsyan

Como consecuencia del bloqueo azerí, unas 1.100 personas, entre ellas 270 menores, no pueden regresar de Armenia a Artsaj. Gegham Stepanyan, defensor de los derechos humanos de la República de Artsaj, es uno de esos ciudadanos. "Mi familia está en Artsaj y no he podido volver a casa desde hace cuatro semanas", dijo durante una conversación telefónica. Stepanyan considera absurda esta situación, en la que el defensor de los derechos humanos no puede estar junto a las personas que le dieron el mandato de proteger sus derechos. Refiriéndose al Estatuto de Roma, recuerda que "matar deliberadamente de hambre a una población civil privándola de suministros vitales se considera un crimen de guerra". Según él, Azerbaiyán está llevando a cabo un genocidio continuado contra el pueblo de Artsaj, una de cuyas pruebas es el bloqueo actual.

Metakse Hakobyan, miembro de la facción "Justicia" de la Asamblea Nacional de Artsaj, también ha sido separada de su familia. Sus hijos, incluido el pequeño de 13 años, participaron en un acto cultural en Ereván, la capital armenia, y no han podido regresar a casa. "Muchas familias armenias fueron separadas ya en 2020, durante la guerra, cuando los niños fueron enviados a Ereván para escapar de los frecuentes bombardeos. La situación actual es un tipo diferente de guerra, cuando te privan de la capacidad de cuidar de tu hijo", alerta Hakobyan que desearía que sus hijos no se vieran obligados a madurar a una edad tan temprana, pero está orgullosa de ellos por querer volver a casa a pesar de los peligros. Como política, teme la pérdida de la condición de Estado y piensa que la sociedad civil no debe depender de las autoridades, sino organizarse para encontrar soluciones.

Shushan Nazaretyan en la farmacia en la que trabaja | Foto: Siranush Sargsyan

Shushan Nazaretyan, farmacéutica, habla de los medicamentos necesarios, de los que sienten carencia y no consiguen encontrar. Faltan antibióticos, antipiréticos, medicamentos para lactantes, alimentos infantiles, pañales y medicamentos para enfermedades crónicas, alerta. "La República de Armenia, la comunidad internacional y el mundo entero deberían tomarse en serio esta cuestión", añade Nazaretyan.

Según el Ministerio de Sanidad de Artsaj, 350 pacientes no han podido recibir tratamiento en Armenia, 12 niños se encuentran en la unidad de cuidados intensivos neonatales, cinco de ellos en estado crítico. Diez ciudadanos artsajos y cuatro extranjeros que necesitaban atención médica urgente fueron trasladados a Armenia sólo gracias a la mediación de la Cruz Roja, mientras que un paciente en estado crítico murió sin tener acceso a una atención médica adecuada.

Concentración del 25 de diciembre en la Plaza del Renacimiento de Stepanakert | Foto: Siranush Sargsyan

Esta critica situación condujo a una concentración masiva el pasado 25 de diciembre, cuando decenas de miles de personas se reunieron en la Plaza del Renacimiento de Stepanakert, haciendo un llamamiento al mundo. El llamamiento dice literalmente: "El funcionamiento ininterrumpido del enlace terrestre entre Artsaj y Armenia no puede ser objeto de ninguna negociación o regateo. El corredor que conecta Artsaj con el mundo exterior debe restablecerse sin condiciones previas y de inmediato, y deben crearse las condiciones que garanticen su funcionamiento ininterrumpido".

Cientos de manifestantes marchan hacia el emplazamiento del contingente ruso | Foto: Siranush Sargsyan

El 27 de diciembre, cientos de ciudadanos y ciudadanas recorrieron a pie los más de 11 kilómetros que unen Stepanakert con Ivanyan, al norte de la capital, donde se estaciona el contingente de fuerzas rusas de mantenimiento de la paz, por el acuerdo de alto el fuego de 2020. Las personas participantes en la marcha, con carteles en las manos en los que se leía "Confiamos en ti" y "Putin, cumple tu palabra", intentaron reunirse con el jefe del contingente ruso, Andrei Volkov, pero éste se negó a recibirlos.

Mujeres hornean jingalov en el Mercado Central de Stepanakert | Foto: Siranush Sargsyan

Lo único que no ha cambiado en el Mercado Central de Stepanakert es el olor de los sombreros jingalov, un pan tradicional relleno de hierbas locales. Encurtidos, frutos secos, vodka casero y vino, eso es todo lo que se puede encontrar en el antaño colorido mercado. La falta de verduras y frutas frescas es especialmente inquietante.

La vendedora Irina Minasyan en su puesto | Foto: Siranush Sargsyan

Irina Minasyan vende ropa en el Mercado Central. Dice que el negocio también se ve afectado. La gente no compra productos nuevos, ahorra dinero con la esperanza de encontrar bienes de primera necesidad. Pero Irina lo tiene claro: "Tenemos que aguantar, porque después de nosotras muchas de nuestras generaciones vivirán en esta tierra. Cada día doy gracias por dar la bienvenida al amanecer en Artsaj".

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