He preferido dejar enfriarse un tanto la polémica por los muchos árboles que han caído en las últimas dos semanas en Zaragoza y separar lo que es una más de las campañas mediáticas para darle candela a ZeC de un hecho innegable.
Innegable es que en Zaragoza los árboles, algunos monumentales, se caen. Ha coincidido que han caído varios en muy poco tiempo pero es un proceso que lleva, me atrevo a decir, décadas produciéndose y que para algunas zonas verdes ha sido nefasto.
El equipo municipal y el personal de FCC parecen coincidir en poner el foco en la mala gestión por parte de la contrata y es algo que el sentido común indica a quienes llevamos un tiempo contemplando el trabajo realizado en las zonas verdes, aunque los problemas son diversos.
Por lo pronto la partida destinada a poda es muy baja, habida cuenta del censo de árboles zaragozano. 54.000 euros anuales solo para la poda de árboles grandes no parece mucho dinero y eso lleva a que solo se cubra la poda de unos pocos cientos al año.
Es cierto que, como todo ser vivo, los árboles terminan su ciclo vital o bien son afectados por diversas enfermedades, como sucedió con la grafiosis que terminó con miles de olmos.
Pero también podemos partir de documentación sólida y observación constante que nos da otra cara del asunto. En la Madalena varias organizaciones vecinales elaboramos informes y llevamos a cabo jornadas reivindicativas a propósito del maltrecho parque Bruil. Una obra en 2010 en la que se dilapidó un millón de euros fue todo un ejemplo de gestión absurda de nuestras zonas verdes.
Por lo pronto la obra no respondía a ninguna petición vecinal y parece que fue una decisión unilateral del consistorio de Belloch de mano de la jefatura de Parques y Jardines. Vimos con consternación como no se resolvieron los problemas de riego de la zona verde, que se sigue encharcando en partes y en otras permanece seca. Se optó por una solución con mucho adoquín y cemento y poco verde. Se siguieron muriendo árboles y algunos cayendo. Hemos visto caer desde los años 90 la mitad de los árboles que tenía este histórico parque, el más antiguo de la ciudad.
Para terminar se ha seguido gastando dinero a posteriori para intentar remendar algunos chandríos de la obra y parte de la reposición de arbolado ha sido realizada y costeada por los propios vecinos, ejemplares que se ven en la foto que ilustra este artículo. Como no, citar aquí a Ismael con su labor repobladora de años.
Pero un paseo por todo el Casco Histórico de nuestra ciudad revela árboles en mal estado, alcorques vacíos, otros inundados. Y no sólo en el Parque Bruil se han perdido árboles. Un pequeño paseo muestra claramente los huecos dejados por los ejemplares caídos al igual que otros ejemplares que lucen ramas de gran tamaño que demandan una poda urgente.
La cosa tiene su lógica. El personal de FCC es mínimo. Cualquiera puede ver con sus propios ojos a veces a solo dos personas afanándose como pueden en el cuidado del parque Bruil, que ni tan siquiera tiene un mantenimiento real diario. Otros espacios cercanos como el Antiguo Canódromo o la zona verde junto al Ebro padecen el mismo problema.
Siendo benévolo se puede afirmar que la gestión de Parques y Jardines y la de las contratas a su cargo lleva tiempo siendo muy deficiente. Siendo realista me atrevería a afirmar que no es un proceso que dure los dos años que lleva ZeC en el consistorio.
El asunto lleva tiempo coleando y apunta a factores que van desde la elección equivocada de algunas especies, lo que tiene un fácil remedio de cara a futuro. Otros problemas se pueden resolver con buena voluntad como son las deficiencias de riego y drenaje, ya sea por exceso o por defecto. O a lo mejor teniendo ojos en la cara ¿O nadie se ha dado cuenta de los alcorques vacíos en el entorno de la plaza de la Magdalena que llevan años enteros inundados de agua malsana? Para muestra un botón dicen.
En todo caso lo que parece evidente es que hay que cambiar de planteamiento y no esperar a que sucedan lamentables accidentes como el que le costó la vida a una mujer en 2006 por la caída de una rama en el parque Tío Jorge. Igual que entonces se diseñó un protocolo para cerrar los parques cuando el cierzo fuera especialmente fuerte se pueden repensar las cosas.
Puede que no sea barato. A lo mejor hay que soltar a FCC de la teta pública de la que lleva mamando millones un buen puñado de años y contar con personal municipal y mejor gestión. Quizás haya que pedir cuentas a los funcionarios responsables de Parques y Jardines que deben monitorizar el trabajo.
En cualquier caso sería recomendable no actuar apresuradamente o limitarse a actuaciones espectaculares. Nuestras zonas verdes, pulmón de todos y todas, merecen dedicarles tiempo. Mucho más que una legislatura.