Arabia Saudí, la tierra de la paz y la armonía

Entre el año 2013 y 2016 el Estado español vendió armas por valor de 1.361,42 millones de euros al territorio saudita. Mientras, las mujeres siguen bajo tutela masculina y cientos de personas son condenadas a muerte por manifestarse públicamente en contra de esta monarquía absolutista

Pancarta en la manifestación contra el terrorismo. Foto: Berta Jiménez

Arabia Saudí, la tierra de la paz y la armonía. Estas son las palabras con las que se presenta este reino absolutista en su página web. En este contradictorio Estado viven unos y unas 25 millones de habitantes y además de sus cultivos de dátiles y los y las 13 millones de visitantes a La Meca, lo que hace única e inmensamente poderosa a esta tierra de paz son sus reservas de petróleo, unos diez millones de barriles al día.

Por supuesto, ese llamativo eslogan puede resultar desconcertante pero lo cierto es que esta monarquía absoluta ha firmado muchos de los tratados internacionales en favor de los derechos humanos, concretamente, todos estos:

  • Convenio Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación racial
  • Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer
  • Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanas o degradanteConvención sobre los Derechos del niño (y de la niña)
  • Convención Internacional sobre los derechos de las personas con discapacidad
  • Miembro de la Comisión de Derechos de las Mujeres de la ONU
  • Miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU

Sin duda con este currículum cualquiera se atreve a decir que en esta tierra ni reina la paz ni se respira armonía entre sus habitantes, pero algunas organizaciones como Amnistía Internacional o la Asociación Saudí de Derechos Civiles y Políticos denuncian la sistemática y cotidiana vulneración de los Derechos Humanos por parte de su gobierno y de las instituciones políticas.

Pero no es por estas “pequeñas” contradicciones por las que Arabia Saudí ha saltado a la palestra. Al parecer, este pacífico reino podría estar financiando a grupos terroristas. Aunque, según palabras del embajador británico en Riad entre 2006 y 2010, William Patey, no es del todo cierto, ¿o sí?: “No están financiando el terrorismo. Están financiando otra cosa que puede hacer que los individuos se radicalicen y se conviertan en carne de cañón del terrorismo". El fundador de WikiLeaks, Julian Assange fue un poco más atrevido y en una entrevista aseguró que la propia Hillary Clinton envió un correo electrónico al jefe de su campaña electoral en el que aseguraba que el ISIS estaba “financiado por los Gobiernos de Arabia Saudita y Qatar”.

"Felipe VI, cómplice del comercio de armas"

Hace unos días se pudo ver una gran pancarta durante la manifestación contra el terrorismo en la que incidía en uno de los temas tabú de Occidente, la venta de armas: “Felipe VI, Gobierno de España cómplice del comercio de armas”. Y es que este, nuestro rey, tiene muy buena relación con el rey de Arabia Saudí Salmán bin Abdulaziz. Su hermano y anterior rey Abdalá calificaba de una “profunda y duradera amistad” con la monarquía española, según InfoLibre.

Concretamente, esta amistad se puede cuantificar en unos 1.361,42 millones de euros en armas “made in Estado español” entre 2013 y 2016. En enero de 2017, unas 24 empresas españolas (cuatro de ellas del Ibex), dos asociaciones empresariales y el Consejo de Seguridad Nacional acompañaron a Felipe VI en su visita a Arabia Saudí.

El uso del antiterrorismo como violencia de Estado

Pero quizás, haya que hablar más de esta próspera península. Por ejemplo, de su constitución o Ley Fundamental del Estado de 1992 en la que entre otros derechos se reconocen el poder absoluto al monarca, el derecho a la tutela de los hombres sobre las mujeres o a la pena de muerte. Todos estos “derechos” infringen sistemáticamente todos los convenios que arriba se enumeran.

Según Amnistía Internacional, Arabia Saudí emplea el endurecimiento de las leyes antiterroristas para asesinar y torturar a quienes son considerados y consideradas como disidentes, es decir, mujeres, migrantes, chiís y cualquiera que discrepe de las decisiones del monarca. “Leyes antiguas y nuevas castigan los delitos relacionados con el terrorismo con penas duras y crueles como la decapitación y la flagelación, pero están formuladas de un modo tan impreciso que pueden utilizarse –y de hecho se utilizan– para castigar y reprimir la expresión de opiniones y la realización de actividades reconocidas y protegidas como legítimas en todo el mundo”, asegura el informe “Arabia Saudí Ataque a los Derechos Humanos en nombre del antiterrorismo”.

Ashraf Favadh, poeta condenado por apostasía

En febrero de 2016 el poeta palestino Ashraf Fayadh fue condenado a 8 años de prisión y 800 latigazos por un supuesto delito de apostasía dado su cuestionamiento de la religión y la difusión del pensamiento ateo a través de su poesía.

Ali Saeed al Ribb, un manifestante chií menor de edad

Un mes antes, las autoridades sauditas llevaron a cabo la ejecución masiva de 47 hombres por “delitos de terrorismo”, entre ellos se encontraba Ali Saeed al Ribb, menor de edad en el momento en que supuestamente se cometieron algunos delitos. Amnistía Internacional recuerda que, como miembro de la Convención de los Derechos del Niño, Arabia Saudí tiene la obligación legal de garantizar que no se imponga la pena de muerte ni la cadena perpetua a personas menores de edad.

La persecución de la minoría musulmana chií contraria al gobierno suní continúa arraigada en las leyes y las costumbres del territorio. Limitando el acceso a los servicios y empleos públicos, la libertad de expresión religiosa y las detenciones a activistas. En junio de 2016 el Tribunal Penal Especializado condenó a muerte a 14 chiís tras torturarlos hasta confesar.

La tutela masculina, la cárcel en libertad

Para las mujeres la violencia comienza desde el momento en el que nacen. Aunque lo más recurrente y llamativo son las leyes que les impiden conducir, viajar o elegir su vestuario, el verdadero y gran problema de las mujeres sauditas es la tutela masculina. Esta ley convierte a mujeres adultas en menores y todas sus decisiones deben pasar por la aprobación de una figura masculina, ya sea un padre, un marido o un hermano. Si tienes suerte y tienes un padre “bondadoso” o un marido permisivo, las mujeres pueden acceder a una educación superior, a un empleo remunerado, viajar al extranjero o someterse a una cirugía en caso de necesitarla.

En agosto de 2016 las mujeres de Arabia Saudí emprendieron una campaña en Twitter con el lema de “Las mujeres saudíes exigen el fin de la tutela”. Fuentes activistas calcularon que en un mes unas 14.000 mujeres firmaron una petición en Internet en la que solicitaban el fin de esta ley misógina.

Malak al Shehri, una minifalda como arma

Malak al Shehri fue detenida en diciembre del mismo año por haber publicado en las redes sociales una fotografía suya sin abaya (túnica de cuerpo entero) paseando por la calle y desafiando las leyes y las costumbres de la ley Sharia.

Sin duda, las redes sociales se han convertido en las grandes aliadas de estas mujeres, chiís y disidentes que buscan poner en jaque la imagen pacifista y contemporánea de Arabia Saudí. En 2011 un grupo de mujeres protestaron contra las leyes prohibitivas grabándose al volante de sus vehículos en Riad.

Arabia Saudí no es una tierra de paz y armonía, como tampoco lo son los Estados que le venden armas. Por ello, las mujeres se exponen en las redes sociales, Ashraf Fayadh seguirá escribiendo poesía combativa y los chiís seguirán manifestándose, para visibilizar que el petróleo no es la única riqueza del desértico territorio.

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