Antes de que se acabe el Mundial de Qatar

Está siendo sin duda un mundial muy polémico. Pero, ¿ha abordado la polémica todas las cuestiones de fondo? ¿Es una polémica honesta o son solo lágrimas de cocodrilo?

Una pegatina de Boicot Qatar 2022
Foto: Markus Spiske (Unsplash)

En 2010 se anunció que Qatar iba a organizar la Copa del Mundo y desde entonces las críticas y polémicas empezaron a coger una tendencia ascendiente. Es cierto que el principado árabe, que flota sobre una mega laguna de gas natural, ha gastado un dineral para acoger este campeonato. Es otra inversión gigante de la familia Al-Zani que gobierna el emirato desde su independencia y que aumenta su riqueza en detrimento de la clase obrera, el medio ambiente y los valores del deporte. Es una burbuja temporal dentro de la burbuja principal donde viven casi 3 millones de personas de las que solo el 13% son nacionales cataríes.

Según Amnistía Internacional, en Qatar han muerto 15.021 trabajadores desde 2010. La cortina de humo que impone el principado y la multitud de casos comprobados de trabajadores de construcción (bengalíes, nepaleses e indios) muertos debido a “golpes de calor” o “insuficiencia cardiorrespiratoria” no dejan dudas en que la infraestructura del Mundial actual ha sido macabra para la clase obrera.

También la gente trabajadora “viva” está sufriendo. Los trabajadores de la Empresa Catarí de Galvanización (que se encargó de los trabajos metálicos de los estadios) pasaron siete meses sin cobrar. Los trabajadores árabes y europeos en el sector de hostelería están mal pagados, mal tratados y no consiguen suficiente comida.

El medio ambiente lo está pagando también, no solo por los vuelos que transportan a más de un millón de personas, sino también por la desalinización de 10.000 litros diariamente para regar el césped, una carga nefasta para la vida acuática. Sin mencionar los mega aire condicionados que están manteniendo los estadios a 26 grados centígrados, la prohibición de que los trabajadores extranjeros se afilien a sindicatos y de que tengan vacaciones, los pagos retrasados o el sistema de patrocinio “Kafala” por el que los pasaportes de las personas trabajadoras son retenidos y estas expuestas a chantajes y presiones.

Pero los mundiales anteriores no fueron mejor. En Rusia, Brasil, Sudáfrica, Alemania, Corea del Sur, Japón, Francia y Estados Unidos tampoco se respetaron los derechos laborales ni el medio ambiente, ni los derechos humanos. Rusia no es un país que respete a las personas LGTBIQ+. Allí docenas de trabajadores murieron en condiciones inhumanas construyendo los estadios. De hecho, los derechos humanos y laborales nunca han sido una preocupaciónn para la Federación Rusa. En Brasil se arrasaron barrios enteros dejando a cientos de miles de pobres sin cobijo para expandir aeropuertos y construir nuevos estadios, a parte de la esclavitud laboral que dejó docenas de obreros muertos. Y la Sudáfrica post-apartheid no es nada mejor, el apartheid económico se agudizó a raíz del Mundial 2010. Se recuerda mucho la victoria de la selección española, pero no las condiciones pésimas en las cuales se encontraban los trabajadores mal pagados que construyeron los estadios y la violencia letal de la policial contra los vendedores ambulantes a los que prohibieron a acercarse a los estadios. Tampoco se recuerda a la docena de muertos en zonas de construcción.

El Mundial de 2006 en Alemania no fue categóricamente mejor, aunque los trabajadores no se morían en la construcción, docenas de miles de trabajadores extranjeros en las empresas de construcción quienes edificaron los estadios y la pertinente infraestructura y en el sector de hostelería sufrieron explotación, trabajaron muchas horas extra y mal pagados, según la Red Internacional de Sindicatos y Universidades, Global Labour University.

Además, antes del comienzo de dicho campeonato, organizaciones de derecho humanos como Amnistía Internacional advirtieron del tráfico de alrededor de 40.000 trabajadoras de sexo hacia Alemania. Sin embargo, las autoridades alemanas no dieron importancia al tema. A pesar de los riesgos verdaderos de trata y abusos, la oferta en el mercado era más importante que los derechos humanos o los derechos sexuales que por lo visto son importantes solo fuera de Alemania.

No se pueden omitir los informes que hablan de un soborno de más de 6 millones de euros pagados por el comité alemán organizador de la copa del mundo 2006 a la FIFA. Es menos de lo que pagó Qatar, pero lo de Alemania es “más limpio”.

Puesto que Qatar es un micro emirato con pocos habitantes y va recibir más de un millón de visitantes, el principado necesita más fuerzas de represión para mantener la seguridad durante el campeonato. Para ello, Qatar ha contado con el apoyo de Estados Unidos, Inglaterra, Irlanda, Turquía, Italia, Francia, Polonia, Pakistán, Omán, Arabia Saudí, Jordania, Portugal y Alemania (cuya selección protestó por los derechos del LGTBIQ+). Bien lo dice el refrán árabe: “No arrojes piedras a las casas de los demás, cuando la tuya es de cristal”.

Sionismo 0-Palestina 1

El Mundial, como todos otros grandes eventos, es una arena de guerra blanda entre los opresores y los oprimidos. El régimen del apartheid sionista aprovecha estos momentos para plantar la bandera israelí frente a las cámaras y vender su propaganda. El Mundial de Qatar ha sido una grandísima oportunidad para que Israel enseñe sus músculos tras la normalización de relaciones entre el régimen sionista y otros regímenes opresores en Marruecos y Baréin, así como para celebrar lo que (piensa es) una victoria en la normalización de la presencia de Israel en el mundo árabe.

Pero los medios israelíes están siendo totalmente boicoteados, sobre todo por los pueblos, por árabes y amazighs, aunque también vemos manifestaciones propalestinas de europeos. Esto demuestra el fracaso de Israel y los Estados represivos amigos de Israel en el mundo árabe, quienes han invertido un dineral en medios de comunicación, plataformas digitales, conferencias, cuentas y páginas en redes sociales, pero la causa palestina sigue siendo la causa central para estos pueblos. Hay otro factor en esas reacciones, la gente ordinaria con buen sentido considera los amigos de sus opresores como enemigos, así que Israel dobló su perdida.

Cabe mencionar que los medios de comunicación en Israel no son profesionales, a excepción de unos sitios webs alternativos anti sionistas. Porque la ley israelí que regula la creación de medios audiovisuales privados provee que dichos medios deben fomentar “los valores del sionismo”. El sionismo es la ideología militarista racista que sirve de motor a la maquinaria de limpieza étnica y ocupación de Palestina. Por lo tanto, no se habla en los medios israelíes ni de la Nakba, ni de los refugiados palestinos, porque son fanfarronas de propaganda israelí.

¿Y el Sáhara?

La alegría por los logros de la selección marroquí en el Mundial de Qatar ha entrado a todos los hogares desde el golfo Pérsico al Atlántico. El mundo árabe y amazigh se siente orgulloso e identificado con dicha selección, no solo porque Marruecos es un país cuya identidad es compuesta (amazigh y árabe), sino también porque los jugadores y su entrenador son parecidos física y mentalmente a la gente que vive entre Iraq y Mauritania y, sobre todo, porque son en general gente de origen humilde, hijos de trabajadoras que luchan por ganarse la vida.

Es una alegría que una selección popular y su afición levanten la bandera palestina, que es la causa central en el mundo árabe y amazigh. Los árabes y los amazigh ven que dicha selección les representa a ellos, no al régimen del majzan (casa real marroquí) que gobierna, expolia y oprime al pueblo marroquí y ocupa el Sáhara Occidental.

Que los mismos jugadores que levantan la bandera palestina canten "el Sáhara es marroquí" es uno de los síntomas de la crisis de identidad y de derrota de la izquierda marroquí frente a la narrativa del majzan y el colonialismo francés y español. De hecho, la mayoría del pueblo marroquí que rechaza la normalización con Israel está asumiendo la narrativa del majzan a propósito del Sáhara. Desgraciadamente, el régimen majzanista está aprovechándose de la situación para desviar la atención de la crisis económica pésima que sufre el país y para fortalecer su cooperación militar y económica con el régimen sionista y EEUU.

Estamos ante un escenario en el cual los reprimidos del régimen en Marruecos están en antagonía con los reprimidos por el mismo régimen en el Sáhara. Es algo parecido al mileurista que ve a “la izquierda” como el enemigo, y que el fascismo y el capital son la garantía del trabajo y la “libertad”. Aunque dicho mileurista está siendo manipulado, hay que mantener un canal de comunicación con él, abrirlo y cerrarlo cuando haga falta, pero no cortarlo.

Por lo tanto, no se puede exigir a las masas árabes y amazigh que boicoteen a la selección marroquí de la misma manera que se boicotea a la selección israelí, porque el pueblo marroquí es un pueblo milenario multiétnico que existe antes del régimen del majzan, algo que no ocurre con Israel que es el fruto de un proyecto colonialista con ideología racista violenta y que se llama sionismo.

El fútbol y la especulación capitalista

El fútbol, deporte y diversión de millones de pobres en el mundo, ha sido convertido en un tema de especulaciones capitalistas y un espectáculo sin valores. Las Copas del Mundo son un momento para sacar el máximo del beneficio. El deporte no está solo amasado con el dinero, sino también con política. La guerra en Ucrania sigue desmintiendo el mito del “no mezclar”, esto con lo otro, esto con política. Los palestinos lo van a mezclar y eso lo deberían hacer los saharauis, los mapuches o los kurdos.

El fútbol es un tema de proyecciones poco sensatas. Lo vemos en la rabia que tienen algunos porque un joven de origen marroquí nacido en el Estado español decide jugar para Marruecos. Es una insensatez basada en el racismo porque no crea tantas fanfarronadas que un joven español nacido en Francia decida representar a Francia, o cuando un joven con doble nacionalidad nacido en el Estado español decide jugar para Alemania o para Bélgica. Es una actitud que describió el poeta palestino Mahmud Darwish como “la inferioridad del altivo y la arrogancia del mediocre”.

Se seguirá jugando al fútbol en todas partes del mundo, ahora y después de acabar con el modo capitalista de explotación. Eso sí, necesitamos menos ‘malos’ actores que se caigan al césped gritando aunque nadie les haya empujado, o menos jugadores que apoyen a fascistas y a ladrones, que no paguen sus impuestos o que estén fomentando el postureo y la infidelidad hacia su pareja como muchos futbolistas hacen hoy en día. Necesitamos más futbolistas como Sócrates Brasileiro o Eric Cantona, como Perico Escobal… futbolistas con valores, que abogan por la justicia social y por todas las causas justas.

El capitalismo va de mal en peor, la versión que da Qatar de la Copa del Mundo es peor que la anterior de Rusia que fue peor que la anterior de Brasil. La versión que llegue de México-Estados Unidos-Canadá va ser peor que la de Qatar: se doblará el número de selecciones y, por lo tanto, habrá más construcciones y más explotación.

La objetividad exige una crítica en línea al modo en el cual se está deformando el fútbol con el capitalismo. Criticar a Qatar, algo necesario, sin criticar los otros mundiales es racismo, o un complejo de inferioridad disimulado.

De todos modos, el Mundial va acabar pronto. Los ricos serán más ricos y nosotros y nosotras tendremos que pensar en cómo parar eso de que se cree riqueza explotándonos.

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