A vueltas con el COVID19

Soy enfermera. Una más en un delicado equilibrio de engranajes imperfectos. Ni más, ni menos: una de las miles que intenta cuidar de su familia, de sus pacientes, de sus compañeras, de su comunidad... de nuestro país. No quiero escuchar más aplausos si no vienen acompañados de lo que realmente necesitamos para hacerlo en condiciones decentes. Ahora que el país parece aletargado, nosotras seguimos saliendo a la calle a trabajar cuidando lo más frágil: la vida. Y para ello dejamos lo más importante: a nuestros hijos. Unos hijos encerrados entre cuatro paredes que a pesar de todo nos comprenden y …

COVID19 Enfermeria
Foto: Marcelo Leal (Unsplash)

Soy enfermera.

Una más en un delicado equilibrio de engranajes imperfectos. Ni más, ni menos: una de las miles que intenta cuidar de su familia, de sus pacientes, de sus compañeras, de su comunidad... de nuestro país.

No quiero escuchar más aplausos si no vienen acompañados de lo que realmente necesitamos para hacerlo en condiciones decentes.

Ahora que el país parece aletargado, nosotras seguimos saliendo a la calle a trabajar cuidando lo más frágil: la vida. Y para ello dejamos lo más importante: a nuestros hijos. Unos hijos encerrados entre cuatro paredes que a pesar de todo nos comprenden y apoyan como nadie. Unos niños que alguien tiene que cuidar si tú o su padre no podéis hacerlo ahora que no tienen colegio y pasan en casa todas las horas del día. ¿Y a quién vas a querer/poder pedírselo sabiendo que en tu casa puedes haber metido "el bicho"?

Necesitamos asegurar ante todo nuestra vida personal, el eje sobre el que pivota el resto. Queremos poder cuidar bien a nuestras familias para entregarnos sin fisuras en nuestro trabajo en estos momentos.

¿Nunca nuestros pacientes nos habían necesitado tanto? ¿O tal vez es ahora cuando la gente comienza a interiorizar la verdadera naturaleza de nuestra ciencia, de nuestro arte, el cuidado?

Necesitamos herramientas para optimizar al máximo las posibilidades de un sistema (a todas luces) MUY deficiente. Unas herramientas que NO ESTÁN LLEGANDO o, al menos, no en la cantidad suficiente.

Nuestros ilustres "superiores", aquell@s que no ven a un paciente desde hace tanto que ni recuerdan lo que se siente ante una persona tan vulnerable, se pierden en argumentaciones inverosímiles para intentar justificar una disminución progresiva y sostenida en la calidad y cantidad de los EPI (equipos de protección individual: batas, mascarillas, guantes...) que nos entregan. Nos obligan a buscar continuamente alternativas mejores a la, disculpen la franqueza, MIERDA que intentan adornar sirviendo en bandeja de alpaca.

El Comité de Bioética de España, en su último documento, enmarca como prioridad absoluta ante esta pandemia la seguridad de los trabajadores sanitarios y la atención sanitaria de los mismos. Las cifras de sanitarios contagiados en España nos otorgan un vergonzoso primer puesto porcentual mundial que aleja estos principios éticos de la realidad.

Antes o después comenzará a decrecer la dichosa curva, una curva que se llevará por delante toneladas de dolor y sufrimiento.

Entre nosotras nos apoyamos, debemos hacerlo porque el trabajo en equipo es fundamental para sobrellevar las tareas cotidianas, pero más aún para hacerlo con las extraordinarias como las que nos está tocando vivir.

Alrededor nuestro irradiamos consejos de educación sanitaria a cualquiera que nos pregunte y los quiera escuchar: vecinas, tenderos, amigos y familiares...todo el mundo está inquieto y nos busca a la vez. Los móviles de las enfermeras echan humo especialmente.

Sentimos sobre nuestros hombros el peso de todo un país... de todo un mundo...

De repente, un grano de arena desbordó la montaña y esta se está desmoronando. Y mientras con nuestros cuerpos y nuestras mentes buscamos la forma de frenar el desprendimiento imparable de semejante avalancha, hay quienes se permiten hablar, desde cómodos parapetos, en términos bélicos sobre guerras y batallas.

No somos héroes ni soldados.

Somos enfermeras y nuestra misión indudable es aliviar el sufrimiento, extender el amor.

Hacer la paz.

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