A 46 años del asesinato del Comandante Ernesto Che Guevara: El Encuentro Social Alternativo de Vallegrande, recordar para enfrentar el futuro

Bolivia.- El día 9 de octubre de 1967, el ejército boliviano, al servicio de la CIA, asesinaba al Comandante Ernesto Che Guevara. Ese día asesinaron a un hombre, a un revolucionario que pretendió transformar la Historia. Y ese mismo día nació una idea de liberación que se difundió entre todos los revolucionarios del mundo. El pasado 9 de octubre se cumplieron 46 años de su asesinato. Estando en Bolivia, sentía como una enorme obligación positiva, acudir y visitar Vallegrande y La Higuera. Quería acudir, y hacerlo alejado de toda mística de peregrinación. Desprovisto del ralo turisteo que se acerca durante …

Foto: Ainhoa Fernández (AraInfo)
Foto: Ainhoa Fernández (AraInfo)
Foto: Ainhoa Fernández (AraInfo)

Bolivia.- El día 9 de octubre de 1967, el ejército boliviano, al servicio de la CIA, asesinaba al Comandante Ernesto Che Guevara. Ese día asesinaron a un hombre, a un revolucionario que pretendió transformar la Historia. Y ese mismo día nació una idea de liberación que se difundió entre todos los revolucionarios del mundo.

El pasado 9 de octubre se cumplieron 46 años de su asesinato. Estando en Bolivia, sentía como una enorme obligación positiva, acudir y visitar Vallegrande y La Higuera. Quería acudir, y hacerlo alejado de toda mística de peregrinación. Desprovisto del ralo turisteo que se acerca durante esos días a esa zona. Lo intenté. Aunque aún conservo una parte de esa admiración casi adolescente por el pensamiento del Comandante.

El nerviosismo y la impaciencia por conocer el lugar donde fuera asesinado el Comandante me acompañó durante todo el viaje nocturno, junto al frío y al viento que entraba por una ventana imposible de cerrar. A las 4.00 de la mañana llegamos a Vallegrande. Nos alojamos en un hotel donde hacía mucho frío, demasiado frío. Creo que esto fue el punto culminante que contribuyó, junto a un silpancho en mal estado, a que me enfermara. Pero daba igual, era necesario estar en todos los actos programados.

El lunes, después de almorzar en el mercado y compartir conversación sobre la comida y el mercado español con una cocinera, nos acercamos al primer acto de las jornadas: La presentación del último libro del que fuera jefe de la guerrilla del ELN de Teoponte, Osvaldo “Chato” Peredo: “Me gusta ser boliviano y otras trovas”. El autor destacó la necesidad de la crítica y la autocrítica como pilares fundamentales de cualquier proceso político de empoderamiento de las clases populares. Sin esta autocrítica y profundización revolucionaria, dijo, los procesos pueden verse liquidados por las fuerzas del capital. La alusión al Proceso de Cambio en Bolivia parecía clara.

Para finalizar el  día, visionamos dos documentales de la Biblioteca Barbarroja: “Patria Libre o morir” de Antonio Yglesias sobre la revolución sandinista, y “Adiós Comandante” de Fabián Restivo.

Al día siguiente, nuestro ya característico despiste, junto a esa forma de hacer boliviana donde casi nunca nadie sabe nada, hizo que no llegásemos al acto de homenaje de la lavandería (iríamos más tarde por nuestra cuenta), y llegásemos tarde al homenaje en la fosa común de Tania. Esta fosa, actualmente dignificada, fue un basurero municipal. Deliberadamente escombrera, fue una vulgar intentona de poner a la misma altura a las ratas de la basura y a los heroicos guerrilleros del grupo de Joaquín. La Historia, que siempre hace justicia, impidió que así fuera. Hoy es un memorial a la dignidad.

Después de comer junto a unos compañeros argentinos, nos dirigimos al acto principal de homenaje, en el Mausoleo del Che, levantado encima de esa fosa común, donde antropólogos cubanos pusieron todos sus esfuerzos, junto a los del estado cubano, para desenterrar y dignificar los huesos de los siete guerrilleros.

Fue un emotivo acto con intervenciones del embajador de la Argentina, de campesinos, delegados políticos… donde mostraron su respeto y admiración a la obra y el pensamiento del Comandante.

De camino a esa antigua fosa común, nos acompañó una viejita. Ella era de La Higuera, pero tenía casa en Vallegrande. Nos relató que antes de asesinar al Che, cuando estaba recluido en la escuelita de La Higuera, ella, entonces niña, entró a su escuelita, y el Che le dijo “¿Hola mi niña, cómo te llamas, es esta tu escuelita?”. La señora seguía relatando: “Y el paco que había en la puerta, enfurecido me echó”. Realmente me produjo una enorme admiración el breve pero intenso relato. Seguramente para esta señora, sería un día más, donde le contaba a unos gringos una historia mil veces repetida. Para mi conocer a una señora que conoció al Che en sus últimas horas fue algo tan sencillo como enormemente significativo. Además, por la sinceridad y normalidad con la que hablaba la viejita estoy seguro que era verdad. ¿Qué necesidad iba a tener la viejita de mentir?

Después del emotivo homenaje, me reuní con Chato Peredo para realizarle una entrevista (que saldrá publicada próximamente en AraInfo). Estaba delante del jefe de la guerrilla de Teoponte, historia viva de Bolivia y Latinoamérica, y a la vez que sentía una enorme satisfacción, me invadía una tremenda vergüenza por no conocer apenas nada del ELN de Teoponte.

Seguía un poco enfermo a consecuencia del silpancho y el frío del día anterior, pero esto no impedía que terminásemos el día visionando un documental de la vida del compañero Fidel, “Fidel: La historia no contada” de Estela Bravo. Al día siguiente, día 9, saldríamos temprano hacia La Higuera.

La Higuera es un pueblecito muy pequeño, que está a 60km de Vallegrande, y a dos horas y media por un camino que atraviesa la sierra. Cuando viajo por estas carreteras bolivianas, siempre me viene a la mente la misma pregunta ¿Por qué el gobierno boliviano está empeñado en hacer una carretera que atraviese el TIPNIS, y sin embargo no asfalta ni hace seguros estos caminos de cabras? El asfaltado de estos caminos debería ser una prioridad del gobierno del MAS, pues sin invertir en unas comunicaciones decentes, difícilmente se puede llegar a apostar por unos buenos servicios sociales para el pueblo, como ambulancias, transporte público o educación.

Y sin embargo, el taxista que nos llevaba por esa mal llamada carretera, pues es un camino, nos comentó que el pueblo boliviano sí está notando este Proceso de Cambio. Que se está invirtiendo en comunicaciones y caminos y que la juventud parada se ha disminuido. El taxista, en mi opinión, con mucha razón, nos dijo, que el Proceso de Cambio apenas tiene siete años, y que esto en la Historia no es nada. Lo que no ha cambiado, dijo, es la forma de pensar de la gente, y para que eso se produzca hacen falta muchos años. Lo más importante, insistió, es la educación y la sanidad de calidad y para todos…pero con una forma de pensar de la población aún imperialista y capitalista va a costar harto llegar a esto. Creo que al buen taxista no le faltaba razón, pues sin una revolución en las conciencias, cualquier proceso revolucionario corre peligro de no profundizar ni perdurar.

Al llegar a La Higuera fuimos directos a La Escuelita, un lugar que se ha convertido casi en un centro de peregrinación turística. Está completamente reformada e irreconocible, tanto por las reformas estructurales como por los cientos de mensajes y ofrendas de toda la gente que llega hasta ahí siguiendo los pasos del Comandante.

En el acto central de La Higuera, se sentía ese espíritu internacionalista que siempre caracterizó al Che. El acto estuvo colorido por las banderas de Argentina, de Cuba, de Venezuela, de Euskal Herria y de Aragón, a las que el embajador de la Argentina dedicó unas pequeñas palabras de agradecimiento (eso sí, confundiendo la aragonesa con la catalana) como representantes europeos, y símbolo de que las ideas del Che no han conocido fronteras.

Versos de Bersuit, de Benedetti, en boca del embajador argentino, o de Víctor Jara en un cantautor posterior le dieron la nota artística al acto. La nota devocional, mística y religiosa, se la dieron unas señoras que, micro en mano, pidieron rogar por San Ernesto de La Higuera, ese santo sincrético, muy milagroso, al que le ofrecieron plátanos, flores y velas. La libre interpretación de vida, historia e ideas siempre ha sido una característica intrínseca de las sociedades humanas.  Así, el respeto a las ideas sincréticas y religiosas, aún sin compartirlas, también tiene que convertirse en característica esencial de todos los revolucionarios.

A la vuelta de La Higuera, visitamos la lavandería y la morgue donde depositaron el cuerpo muerto del Che. Al entrar parece que la Historia se pare en seco y comience a retroceder hasta 1967 para encontrarnos delante de ese difunto de mirada eterna. Es un lugar lleno de solemnidad, donde la única condición indispensable para poder entrar es el respeto revolucionario.

Unas horas después, al finalizar la presentación del libro “Con la mirada al sur” un libro más personal sobre el Che, tuve la ocasión de poder entrevistarme con Juan Martín Guevara, hermano menor del Comandante (próximamente se publicará en AraInfo).

El Encuentro Social Alternativo “El arte y las culturas como nuestros pueblos, revolucionarios”, terminaba con la proyección de un documental de obligado visionado para todo revolucionario: “Che, un hombre nuevo” de Tristán Bauer.

Durante tres días pudimos caminar por encima de la Historia de los pueblos latinoamericanos, y compartir conversaciones con la Historia viva de Latinoamérica.

Es necesario recordar, frente a todos los intentos para desideologizar y mitificar la figura del Che, (que no es una marca de camisetas pacifistas), que fue asesinado por comunista, por llevar hasta las últimas consecuencias la lucha armada, por intentar cambiar las relaciones de poder en la sociedad.

Siempre nos quedará esa duda, que aunque pueda parecer de una absurda inmadurez intelectual, todos nos hacemos, pues a veces nos gusta soñar con la historia contrafactual ¿Qué hubiese sido de Bolivia y Latinoamérica si la guerrilla de Ñancahuazú hubiera llegado a conquistar el poder? Es difícil imaginarlo, pero seguro que no habría niños vendiendo pollo a las diez y media de la noche en un autobús de Santa Cruz.

[Diego Marín Roig, corresponsal de AraInfo en América Latina y redactor en Somos Sur]

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