Long Covid Aragón advierte de los problemas que están surgiendo tras un año de baja por COVID-19

Los y las pacientes Long COVID de marzo y abril de 2020 han llegado ya al año de su incapacidad temporal, sin embargo, denuncian que sin un diagnóstico unificado hay diferentes formas de atajar el problema, algunas "injustas"

coronavirus covid

Más de un año después de haber pasado la fase aguda del COVID-19, miles de personas en el mundo entero siguen recorriendo las consultas médicas para que se reconozca su enfermedad. Son pacientes del llamado COVID-19 Persistente o Long COVID. Muchos de ellos –los de la primera ola– además de tener que demostrar día tras día que siguen con síntomas persistentes muy incapacitantes, se están enfrentando ahora a los tribunales médicos del INSS tras finalizar su año de baja.

Según un reciente estudio, la incapacidad temporal por COVID-19 entre el 14 de marzo y el 14 octubre de 2020 supuso unas 1.807.695 bajas por aislamiento, infección y Trabajadores Especialmente Sensibles (TES), es decir el 38,73% del total de las bajas.

También indica que, a 14 de octubre de 2020, se habían contagiado 925.036 personas de entre 20 a 65 años -en plena edad productiva- las cuales, puestas en relación con el número de incapacidades temporales por infección a esa fecha, suponía que el 52,51% de las personas infectadas en esta franja de edad a nivel estatal causó incapacidad por infección por SARS-CoV-2.

Unas cifras considerables, sobre todo si se tiene en cuenta la falta de acceso a las pruebas PCR que se dio al principio de la pandemia, “por lo que podemos intuir que serían muchas más las personas contagiadas en realidad”, señalan desde Long Covid Aragón.

Además, según los datos que baraja la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta el 20% de las personas contagiadas por COVID-19 habrían desarrollado un COVID-19 Persistente tras superar la fase aguda de la enfermedad.

Entre los múltiples síntomas que perduran en el tiempo se encuentran la disnea, el cansancio extremo, la tos, el malestar general, la pérdida del gusto y/o del olfato, los dolores de cabeza y musculares intensos, los trastornos gástricos, las cardiopatías, la presión torácica e incluso algunas afectaciones neurológicas como falta de concentración, fallos de memoria o deterioro cognitivo, por citar solo algunas.

Pacientes que, al año de su contagio, siguen sin tener un tratamiento adecuado para su patología puesto que, actualmente, solo se trata la sintomatología en cada especialidad, y no su origen.

Recuerdan que, según los resultados de la encuesta presentada por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) en noviembre de 2020, en la que participaron los colectivos Long COVID ACTS, la mitad de la muestra que presentaba síntomas persistentes eran personas de entre 36 y 50 años, y el 79% mujeres con una edad media de 43 años. Prácticamente el mismo perfil de pacientes del estudio citado anteriormente.

“Estar enfermo y tener que ocuparse de todos los trámites de una baja médica, nunca es sencillo. Pero si además se sufre de COVID-19 Persistente, se puede convertir en una verdadera pesadilla”, denuncian desde la organización aragonesa.

Los y las pacientes Long COVID de marzo y abril de 2020 han llegado ya al año de su incapacidad temporal, por lo que hay casos en todos los colectivos Long COVID ACTS, “en ocasiones con verdaderas situaciones de inequidad con estos pacientes. Se dan varias casuísticas y cada caso particular es un mundo, pero, hasta el momento, estamos viendo varios patrones que se repiten”.

Si la persona tuvo acceso en su momento a una prueba PCR y/o una serología positiva –recordemos que en aquella época era casi imposible fuera del colectivo de sanitarios-, inició su baja por COVID-19, sigue con síntomas muy incapacitantes y nunca cogió el alta, en principio los tribunales médicos de la Seguridad Social están aceptando en su mayoría la prórroga de 6 meses.

Si en algún momento esta persona cogió el alta pero no pudo realizar su actividad laboral debido a su sintomatología persistente y volvió a coger la baja, ya no se le concedió por COVID-19 sino por su síntoma predominante (disnea, dolor cervical, etc.).

En este último caso, es prácticamente imposible, explican, que los tribunales acepten una prórroga de 6 meses, y no todos los médicos están dispuestos a cambiar la causa de la baja por COVID-19 Persistente, incluso en los territorios donde sí existe un código de enfermedad específico para esta enfermedad.

“No parece de recibo que, dependiendo del factor suerte, se vincule una baja por COVID-19 inicial a un persistente o no, por lo que solicitamos desde los colectivos la unificación de los criterios de identificación de los pacientes bajo un mismo código de enfermedad, para que no se den estas injusticias en el momento de llegar a Inspección”, critican desde Long Covid Aragón.

Pero la cosa se complica aún más cuando estos y estas pacientes nunca tuvieron acceso a una prueba diagnóstica, como ocurrió en la mayoría de los casos de la primera ola. Sin PCR ni serologías positivas, puesto que la mayoría de pacientes Long COVID no genera anticuerpos o los pierde muy rápido, todavía hay médicos que ni siquiera quieren dejar constancia en la historia clínica del paciente que pasó el COVID-19, “cuando se podría diagnosticar perfectamente por la clínica, como ya lo hacen con el virus de la gripe”.

“Queremos recalcar que nuestro mayor anhelo es volver a nuestros trabajos, a nuestros hobbies, al deporte… a todas las actividades que éramos capaces de realizar antes de la enfermedad”, recuerdan desde la organización aragonesa.

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