2020 un año para olvidar… o para continuar con el olvido

España no tuvo una modélica transición, lo que sucedió en nuestro país, en mi humilde opinión, fue la transformación del Régimen desde sus posiciones institucionales dictatoriales, a una democracia de modelo occidental, con un jefe del Estado a su frente, nombrado por el propio dictador. La oposición, no la humilde y machacada de la calle, sino la de los demócratas de despacho, llegó rápidamente a aceptar el trato y nos lo vendieron como un triunfo de la democracia frente al franquismo… por desgracia no se le venció a Franco ni después de muerto. ¿Dónde quedaban, por tanto, las políticas de …

Enrique Gómez tiene artículo sobre expresión paz o la monarquía

España no tuvo una modélica transición, lo que sucedió en nuestro país, en mi humilde opinión, fue la transformación del Régimen desde sus posiciones institucionales dictatoriales, a una democracia de modelo occidental, con un jefe del Estado a su frente, nombrado por el propio dictador.

La oposición, no la humilde y machacada de la calle, sino la de los demócratas de despacho, llegó rápidamente a aceptar el trato y nos lo vendieron como un triunfo de la democracia frente al franquismo… por desgracia no se le venció a Franco ni después de muerto. ¿Dónde quedaban, por tanto, las políticas de reconstrucción democrática que sí hubieran existido en el caso de haberse producido una verdadera transición? En ninguna parte. Los “reformistas” eran los que tenían la posición dominante y lo que no iban a hacer, no tanto por prudencia como por interés propio, era perseguirse a sí mismos en nombre de esos valores democráticos que, aparentemente, decían defender con sinceridad. Las políticas memorialistas aplicables en toda verdadera transición desde una dictadura a un régimen democrático son evidentes, y así se ha manifestado en otros ejemplos, sobre todo en países del Cono Sur.

Primero, condena de las nuevas instituciones democráticas, en sede de la soberanía popular, al régimen anterior. Lo que acreditaría como verdaderos demócratas a los agentes del proceso.

Segundo, investigación de los crímenes mediante una Comisión de la Verdad. Que ubicaría con exactitud los pasos a dar para la vuelta a una normalidad democrática creíble.

Tercero, juicios y procesos a los responsables de las violaciones de los derechos humanos, que hubiera dado una base sólida, como un proceso local de desnazificación, a la naciente democracia, retratando a los demócratas reales frente a los tacticistas. Nada de eso se hizo en nuestro país. Se podrá argumentar que esas exigencias no habrían sido posibles dada la situación política y militar de España en ese momento, ya que como he afirmado al principio del escrito, era el Régimen el que estaba liderando ese proceso político; pero no era imposible, en otros países se consiguió realizar, sino inmediatamente, después de los momentos iniciales de la transición, cuando los tiempos fueron ya más favorables; pero, insisto, en esos países sí hubo “pacto de transición” lo nuestro fue una “mutación” qué es otra cosa, y tiene otras consecuencias. Está tan claro como que no se acepte, por parte de los que siguen mandando en este país y lo llevan haciendo desde siempre, que la izquierda pueda llevar adelante sus políticas cuando llega a las instituciones ejecutivas. La democracia es un sistema que pueden aceptar transaccionalmente, pero los valores republicanos que le son consustanciales, no los aceptarán nunca, hecho éste que apoya aun más la tesis de la “mutación” antes que la de la “transición”.

No realizadas estas políticas elementales de justicia y memoria, los diferentes gobiernos de la izquierda nominal se han dedicado a parchear y gestualizar para cubrir esa carencia básica. El primer intento, aparentemente serio, de hacer algo con respecto a la Memoria Histórica Democrática, más allá de algunos guiños locales y parciales, fue la ley de Zapatero de 2007.

Anteriormente la vía judicial fue descartada de forma brutal y en contra de los dictámenes de las organizaciones de derechos humanos de las que nuestro país forma tan alegremente parte. La ley de 2007 fue la muestra clarísima de cómo veían los socialistas la cuestión del memorialismo: timidez y ecumenismo. Solo supuso algo de dinero para hacer algunas exhumaciones y dejar en el olvido cualquier otra reivindicación elemental a ese respecto. Ni que decir tiene que la derecha, la heredera de los vencedores, sigue haciendo valer el dicho de que “la Historia la escriben los vencedores”. No aceptan que se les diga lo que pasó de verdad en este país. Por derecho de guerra hicieron lo que quisieron y así pretenden, y lo han conseguido en gran medida, que siga siendo.

Ahora se perfila una nueva ley más ambiciosa. Una vez más viene precedida de gestualidades que no muestran gran coherencia y además olvida, para siempre, la Justicia incidiendo solo en la Reparación y sin preocuparse mucho de la Verdad que sigue dispersa y sin reconocimiento oficial, para vergüenza de un gobierno verdaderamente democrático… quizás persiste el miedo. Las instituciones que se van perpetuando a sí mismas desde el Franquismo, siguen amenazando impunemente, ahora con 26 millones de balas, un motivo más para insistir en que esto no fue una verdadera transición y para que veamos con preocupación el posible no cumplimiento de la Garantía de no Repetición.

En Aragón las cosas no fueron diferentes. Hasta el experimento de “Amarga Memoria” nada se hizo institucionalmente. Ostracismo de la derecha y pelea contra la izquierda institucional para conseguir unas mínimas reivindicaciones. Hoy tenemos una ley que debía desarrollar un organismo para su cumplimiento, y en el que las asociaciones memorialistas deberían intervenir. Cerca de dos años después, sigue en el aire. El primer año de su aplicación, los magros 200.000 euros que se concedían anualmente para los trabajos memorialistas, desaparecieron misteriosamente. Mal comienzo.

En el Ayuntamiento de Zaragoza y en el de Huesca, con partidos de “supuesto” signo diferente, vuelven a agredir a la Memoria Democrática desde posiciones claramente beligerantes en un caso y de estulticia política en el otro. Contamina solo hizo algo realmente importante en su vida: poner la Universidad de Zaragoza al servicio de los golpistas, digan lo que digan los supuestos y sesgados “expertos” claro que eso no les molesta en absoluto, lo que les molesta de verdad es la aplicación de una ley vigente, otra muestra de su “democratismo” militante. Una placa citando la visita del dictador a una institución, ahora democrática, hace de menos a esa institución e incumple claramente una ley del propio partido que es titular de dicha Alcaldía, pura estulticia, ni ganas de gestualidad tienen algunos.

Entre tanto, la prometida sede de la Memoria Democrática Aragonesa sigue en el dique seco. Digo yo que, con el montante que todos los años sobra de las no adjudicaciones para cuestiones memorialistas, por las dificultades para acceder a las mismas, se podría haber reformado de sobra dicho local y ya estaría funcionando y cumpliendo su cometido. Mucho nos tememos que el interés por estas cuestiones incómodas no es muy grande para algunas consejerías. En Madrid, al menos, han aprobado una Dirección General de Memoria Histórica Democrática. En Aragón seguimos dependiendo de un departamento que no contempla específicamente estas cuestiones. Es el grado de interés que suscitamos cuarenta años después.

La Judicatura encarcela a personas que después ven reconocida la falta de imparcialidad de su juicio en instancias internacionales, y que hacen ésta después, pretende repetir el juicio… se ve que les ha entrado la imparcialidad por un don divino de entonces a ahora. Por no hablar de presos políticos, y atentados a la libertad de expresión. Cosas normales en otros países de nuestro “entorno” y que aquí siguen sin ser toleradas. El ejército no se debe ver representado, según la ministra, por ningún grupo de exaltados que piden asesinar a veintiséis millones de “hijos de puta” (sic), pero en cuarteles y en “chats” de militares en activo se jalea a esta proposición, sin que se haga nada al respecto.

La derecha intenta montar un golpe político aprovechando la pandemia y utilizando la estructura dejada por el anterior Ministerio del Interior. Mientras, sus parlamentarios, emponzoñan el ambiente social hasta límites insospechados y la “Brunete mediática” colaborando al asalto diario a la razón. Y el rey calladito, que esto no es el primero de octubre, y tiene mucho que callar. En fin, así están las cosas a finales de este malhadado 2020. El 2021 no será distinto si no lo hacemos mejor quienes nos indignamos escribiendo y leyendo estás líneas. No nos olvidemos.

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