136 niños y niñas saharauis llegan a Zaragoza para pasar el verano "en paz" con sus familias de acogida

Este lunes han aterrizado en Zaragoza las y los 136 niños saharauis que pasarán mes y medio del verano con sus familias de acogida dentro del programa 'Vacaciones en Paz', impulsado por la ONG Arapaz y Um Draiga con el apoyo del Ayuntamiento

Imagen de archivo. Foto: Arapaz

El programa, impulsado por Arapaz, consiste en la acogida temporal de 136 niños y niñas entre 8 y 12 años procedentes de los campamentos de personas refugiadas saharauis en Tindouf, Argelia. Las y los niños son acogidos por familias aragonesas.

"El proyecto pretende dar a los niños y niñas saharauis la posibilidad de mejorar sustancialmente su salud, a través de la mejora de la dieta y las revisiones médicas, la posibilidad de tener otra imagen del mundo, distinta de las que les aporta su realidad cotidiana en el desierto y, en general, cubrir las principales carencias de estos menores, viviendo unos meses lejos de las duras condiciones de los campamentos. A través del proyecto también se busca la sensibilización de la población aragonesa ante estas realidades sociales, y la creación de vínculos afectivos entre las dos familias", explican desde Arapaz.

Normalmente el periodo de estancia va desde finales de junio a finales de agosto. "Se les trae en esas fechas porque el verano allí es muy caluroso y supera fácilmente los 50 grados", añaden. También los niños y niñas tienen visitas médicas, odontológicas y oftalmológicas para "tener controlado su estado de salud y solucionar cualquier problema que puedan tener -cosas que aquí son fáciles de tratar y allí, sin embargo, complicadas, por falta de materiales y recursos-".

Familias de acogida

Las familias que les acogen, ya sean parejas o personas solas, lo hacen en régimen de acogida y no pueden adoptarles, ya que se trata de niños y niñas que tienen familia en los campamentos de refugiados.

"Estas familias de acogida les tratan como si fueran uno más de la familia y los menores deben respetar las normas que se tengan en casa, eso sí, hay que respetar sus diferencias con nosotros (sobre todo en cuestiones de religión, rechazo a comer cerdo…) y ser comprensivos con ellos, ya que cuando llegan (sobre todos los más pequeños) pasan un par de semanas de adaptación en la que se sentirán tristes y quizá algo desorientados", continúa Arapaz.

"Lo bueno es que al ser niños y niñas, se aclimatan rápido al nuevo ambiente y una vez adaptados a la familia (y la familia a ellos) suelen repetir verano tras verano; además, luego las familias de acogida tienen la oportunidad un par de veces al año (en diciembre y/o Semana Santa) de visitar los campamentos de refugiados para vivir ‘in situ’ las condiciones de vida en las que se encuentran", añaden.

Durante las vacaciones hay padres y madres que trabajan y dejan al niño en campamentos de verano y luego el otro mes se van a la playa, al pueblo, etc. "Cada uno se organiza a su manera siempre teniendo en cuenta que si se viaja, se debe comunicar a la organización".

El proyecto es financiado por el Ayuntamiento de Zaragoza y el coste que asume la familia es la manutención del menor durante los dos meses de estancia.

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